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Suga terminó su desayuno y se fue a encerrar a su habitación para pensar de manera más calmada y tranquila lo que Jin le había dicho.

Suelta un bufido de molestia, ya le dolía la cabeza por darle tantas vueltas al asunto. Sabía que lo lastimó, y pensaba las palabras correctas para disculparse y hacerle entender que no sentía amor por él más allá que el de amigos.

-Jin hyung...-pensó en voz alta-

Y hasta ahí se quedó.

Soltó un bufido de nueva cuenta, ya llevaba alrededor de 15 hojas arrancadas, todos intentos de entablar correctamente sus palabras para que no quedaran dispersas en su mente. No era bueno con las emociones ajenas, y eso se notaba demasiado pues era un chico algo frío y reservado en ciertos sentidos.

Rendido ante el dolor de cabeza se arrojó a su cama, miró el techo de su habitación y cerró los ojos para descansar el resto del día.



- Hyung... -dijo nervioso en un susurro de preocupación-

- No te preocupes, me contendré lo mejor que pueda al inicio para no lastimarte Jiminnie -sonríe lascivo y lo acomoda boca abajo en su cama-

Separó sus piernas mientras las acariciaba con lentitud, asegurándose de recorrer cada pedacito de su piel tan suave y fina. Estaba embobado, Jimin lo tenía babeando por él, ¿y cómo no? Tiene esos labios deseables, esa piel tan tersa y suave, ese cabello que a la distancia se nota sedoso, su bello rostro bien formado, y ese trasero que ahhh, apretaría excelente su miembro.
Sube sus caricias y las vuelve más lentas al sentir la piel erizada bajo la yema de sus dedos. Va más arriba, hasta encontrarse con los glúteos del vocalista. El rapero se muerde el labio con ansias y suelta una nalgada al chico que lo hizo respingar por el asombro; dejó su mano ahí, apretando la montaña, al retirarla, nota la figura marcada por el azote.

Detrás de cámaras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora