Discoteca Fuego Oculto. Noche.
Hinata se detuvo a unos escasos metros de distancia de la puerta de la discoteca. Observó su reflejo en una cristalera iluminada a su mano derecha y se acomodó el cabello, satisfecha.
La Hinata nocturna difería mucho de la Hinata del día a día. Llevaba su melena azulada recogida en una elegante cola de caballo alta. Su flequillo iba retirado hacia atrás, de manera que únicamente unos mechones ondulados adornaban su rostro. Le había pedido a Azula que abombase su coleta para darle mayor volumen, la cual lo había logrado encaracolando sutilmente unos cuantos bucles. Su peinado estaba perfectamente calculado, como todo en ella aquella noche. Su peinado, y su aspecto en general, denotaba personalidad, sin llamar demasiado la atención. Le gustaba no dejar indiferente a nadie, pero sin ser vista. Este era su mayor truco: la sutileza. Sabía de sobra que una primera impresión impactante no se olvidaba fácilmente, pero también sabía que la gente era consciente de por qué no olvidaba fácilmente dicha impresión, y aquello no le entusiasmaba. La clave era que luego la gente se fuera a dormir pensando en ella sin saber por qué, ya que su primera impresión no había sido impactante. Perfectamente podría haber llegado a la discoteca con un llamativo y ajustado vestido rojo pasión, y todo el mundo la recordaría porque, obviamente, iba ataviada con un deslumbrante vestido rojo. Pero no. Aquella noche ella lucía un enigmático y sensual vestido azul eléctrico, llamativo sin ser llamativo, de manera que su presencia iba a permanecer gravada en la retina de la gente, pero la gente no entendería por qué, ya que solo llevaba un vestido azul.
Cuando se arreglaba, esto era lo que sucedía, el resto del día podía mostrarse como una joven provocativa y descarada, totalmente impetuosa, pero, de repente, en el evento más inesperado, emergía la otra faceta de Hinata, la más oculta, la que poca gente alcanzaba a ver: la Hinata fría, calculadora y manipuladora, la Hinata que sabía jugar con las sutilezas.
—¡Hinata-san! ¡Estás increíble!
La Hyuuga se volteó con una sonrisa de orgullo al distinguir una voz conocida.
—Ah, Ino...¡Buenas noches! Ah, pero si también está...
—Sueñas si con ese vestido vas a conquistar a Menma, bruta—espetó Sakura a modo de saludo, que acababa de llegar junto a Ino.
Hinata soltó una risa burlona.
—Por lo menos yo tengo algo con lo que llenar este vestido, tabla—increpó la Hyuga.
—¿Con tu mala uva?
—¡Vamos chicas, no empecéis! —trató de apaciguarlas Ino, intuyendo, con acierto, que si no lo hacía sus dos amigas acabarían enzarzadas en una acalorada discusión.
—¡Vaya, vaya! ¡Pero qué preciosidades tenemos aquí!
Las tres jóvenes se dieron la vuelta lentamente al reconocer al recién llegado, observándolo cada una bajo su propio ojo: Sakura y Hinata con evidente hastío e Ino con timidez y nerviosismo.
—Cha-charasu...—empezó a saludarle la rubia, pero enmudeció al observar al imponente y atractivo moreno con gafas de pasta que estaba junto a él. Aquel chico de aspecto similar a Charasuke era el chico más guapo que Ino había visto jamás. Era como si hubiesen introducido una sensual y atrayente formalidad en el impresionante físico de Charasuke. Aquella mirada, afilada como un cuchillo, atravesó a la rubia directa al corazón.
—¡Daiki!
De repente, interrumpiendo su ensoñación, Hinata se deslizó por su lado con su gracia habitual, dirección a aquel joven. Ino observó detenidamente como los aparentemente imperturbables ojos del moreno se abrían levemente al posarse sobre Hinata, y como su rostro se contraía en un gesto apenas perceptible de sorpresa. El semblante de Ino se ensombreció ligeramente ante la escena, sin que pudiese evitarlo.
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Amores que muerden #ShippudenAwards
FanfictionPor culpa de la torpeza de Tobi, Sasuke acaba en el mundo alterno de Road to ninja. Una vez allí, se encuentra con la RoadHinata, una chica a la que encuentra horriblemente irritante y ruidosa; y, para sorpresa de Sasuke, el sentimiento es mutuo. No...