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Primera estación: blanco

Era mi primer día trabajando en la cafetería de tu padre. Recuerdo que yo estaba feliz de al fin haber conseguido un trabajo, pues me pasé probablemente todo el mes buscando uno sin tener éxito, siendo rechazado en todos por en todos por mi corta edad y falta de experiencia.

Y en ese momento tú no lo sabías, pero yo tenía muchos sueños, sin embargo no tenía el dinero para cumplirlos. Quería ir a la universidad y estudiar artes. Yo me consideraba un pintor amateur, amaba como nada más en el mundo plasmar mis sueños en los lienzos y, solía pensar que era muy bueno en eso... Pero eso fue antes de que te conociera a ti, y me mostraras tu forma tan única de pintar.

Debo admitirlo, mi mundo era completamente blanco antes de que yo te conociera. Yo carecía de colores, a pesar de tener miles de botes con todo tipo de pinturas en casa. Esos colores solo pintaban anhelos en los lienzos blancos que guardaba en mi armario, mas nunca tocaron mi corazón desnudo. Mi corazón era blanco como mi vida antes de ti, pacífico y tranquilo, sin gran emoción.

Había días en los que aquello me hacía sentir solo: no porque no tuviera a nadie en mi vida, claro que no... Yo incluso ahora tengo a mi familia y a mis amigos, pero ninguno de ellos me abrazó ni una sola vez como tú lo hiciste.

La verdad, ni siquiera necesito decírtelo, porque sé que lo sabes: aquel día, cuando llegué con las mejillas ruborizadas y consumido por los nervios hasta los huesos, tú sonrisa causó un desastre que caló hasta lo más profundo de mi corazón blanco y me enamoró sin quererlo siquiera. Recuerdo mi torpeza, que aumentaba con cada minuto, y me da un poco de vergüenza, pero también recuerdo tus manos sosteniéndome cuando sentía mis piernas flaquear, y no deseo que nada de ello hubiera sido diferente.

¿Quisieras saber el porqué? Bueno, te haré una confesión: tu voz todavía vive en mis oídos cada vez que siento que caeré y la sensación de mi espalda junto a tu pecho fuerte está perfectamente conservada por mi cuerpo, lista para recordarme que puedo ser fuerte cuando quiera.

Buenos d-días...

¡Ah! ¡Tú debes ser Jungkook! —exclamaste con la sonrisa más hermosa que había visto en la vida. Yo solo atiné a asentir embobado. —Buenos días, bonito. Yo soy Kim Taehyung, trabajarás conmigo de ahora en adelante. —extendiste tu mano sin borrar esa sonrisa de tus bellísimos labios.

Yo era un idiota y tú no lo sabías, pero amor mío, desde el primer momento me tuviste en tus manos.

Un gusto... —sonreí ligeramente tomando tu mano, solo para quedarme impresionado con la imagen de nuestras manos unidas. Y la amé por minutos, sin ser consciente de que tú me mirabas con la ceja alzada por mi extraño gesto.

Esto tampoco lo sabías, pero debo decirte que al terminar ese día, fui a la tienda de objetos de artes y compré un pequeño lienzo en el cual pinté nuestras manos unidas, tal y como lo había estado en la mañana.

Después de esa mañana, el lienzo tierno de mi corazón vacío, deseó con fervor incomprensible conocer tu mundo de colores y ser pintado dulcemente por tus manos amables.

Paint me ू° VkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora