Capítulo único

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Magnus estaba confundido. La verdad es que eso no era raro, Magnus vivió casi toda su vida confundido y ahora que estaba muerto... seguía confundido, era una de las cosas que no habían cambiado con su muerte. Pero esta vez su confusión tenía nombre y apellido.

Alex Fierro.

Él le había besado (siendo chico) hacía ya dos años. Aquella noche en su habitacion cuando estaba cubierto de chocolate, quitándose la sucia camisa. Alex había entrado y le había besado.

Alex le hacía le gustaba, lo había confesado en una pelea con Loki en medio de un barco lleno de muertos, delante de Alex y todos sus amigos.

Despues de vencer a loki cuando ya habian vuelto al Valhala Alex le había besado y él llevaba dos años esperando a que sucediera algo más, pero al parecer Alex no quería nada más o no le importaba no tener nada más. Magnus se estaba volviendo loco. El quería ser más que un amigo de Alex Fierro.

Y admitía que había tardado demasiado en darse cuenta de que se habían colado completamente por él o ella, eso no importaba. El punto es que quería que fuesen algo más pero no se atrevía, no tenía el valor suficiente para decírselo a Alex. 

Había pasado horas hablando con Jack y Sam y no había llegado a absolutamente nada. Los dos le habían dicho que se dejase de gilipolleces y se lo dijese de una maldita vez.

El único problema era que no se atrevía.

Así que un día, se levantó después de una muerte en un entrenamiento de la tarde, se ducho y se fue hacia la habitacion de Alex para ver si ella (por que esta mañana era ella) estaba "viva" y decirle lo que sentía de una buena vez.

Eso habría sido genial sino fuese porque llevaba casi dos semanas con la misma rutina. Iba hasta la habitación de Alex picaba a la puerta y antes de que abriera ya se había rajado.

Picó y su fuerza de voluntad ya había desaparecido.

- ¡Vete! - Grito Alex desde dentro. No era un grito enojado como había oído suyos, está llorando o constipada. ¿Los einherjar podían ponerse enfermos?

- Alex, soy Magnus. Voy a entrar.

- Déjame en paz Maggie.

Esta vez no le importó que le llamase Maggie, su voz sonó tan rota que estuvo seguro de que Alex había roto en llanto por alguna razón.

A Magnus siempre le había parecido que la expresión romper en llanto era terriblemente acertada, estas tan triste, tan sobrepasado que rompes en llanto, no hay manera de contenerlo, literalmente te rompes y te asfixias con tus emociones.

Magnus entró en la habitación después de titubear un momento. Cerró la puerta tras él. Alex estaba derrumbado sobre la hierba, sólo levantó la cabeza para mirarle. Sus ojos estaban rojos, hinchados y ahogados en lágrimas. Y de repente Magnus se quedó petrificado, congelado, inmóvil.

Ver a Alex tan roto, le rompió a él por dentro también. Ni siquiera sabía la causa de las lágrimas de Alex y aún así le dolía como el infierno.

- ¿Eres idiota o qué? Fuera ¡Vete! - Y entonces reaccionó, Alex estaba allí, sólo, encerrado en su habitación y él se había quedado allí, en plan estatua cuando él necesitaba a alguien.

- No, no me iré. - Magnus quería decirle que no le abandonaría sin saber si podía ayudarle, quería explicarle que sería incapaz de dejarlo allí, así. Pero la elocuencia nunca había sido su fuerte. Igual que el contacto físico pero aún así se acercó a grandes zancadas a Alex y lo abrazo. Lo abrazó con fuerza, como si intentase unir todos los trozos que se habían roto y de paso unir los suyos también.

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