d í a u n o

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TaeHyung caminaba por las afueras de un edificio, esperando a que el portero de dicha residencia le permitiera su ingreso al despacho de su menor, el cual estorba por explorar el espacio rentado puesto a que era prácticamente nuevo

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TaeHyung caminaba por las afueras de un edificio, esperando a que el portero de dicha residencia le permitiera su ingreso al despacho de su menor, el cual estorba por explorar el espacio rentado puesto a que era prácticamente nuevo.

Al salir del ascensor, buscó el número de la puerta que su amigo le escribió por chat. Al dar con la puerta número sesenta y nueve, tocó la puerta, pero nadie abrió, ni siquiera la voz de su amigo se escuchó. Nuevamente tocó la puerta y el timbre, pero nada. Decidió tomar la perilla y girarla, descubriendo que esta estaba abierta, adentrándose lentamente al lugar después de soltar un "con permiso".

Cuando cerró la puerta la aseguró con pestillo, mejor procurar que lamentar. Apenas se dio la vuelta, el aroma de su amigo invadía al cien por ciento el lugar y eso que apenas llevaba un día y medio él aquí dentro.

Dio unos cuantos pasos observando cajas abiertas y otras sin siquiera abrir, regadas por todo el pasillo, sala y parte de la cocina. Sus ojos pasaban por casi todo el lugar, hasta que llegó al pasillo al cual se dirigían un par te habitaciones y al parecer un solo baño.

—¡JungKook!— Llamó el omega desde el pasillo, solo para asegurarse de que el alfa realmente estaba en casa o al menos para ver si este era realmente el apartamento de su amigo.

Al no recibir respuesta, empezó a caminar pegado a la pared, mirando hacia atrás, creyendo qué tal vez pasó y no vio a su amigo. Cuando llegó a una puerta cerrada, pegó su oreja, pero no se escuchaba nada.

Nuevamente llegó a la siguiente puerta y como en la anterior, nada se escuchó.

Cuando por fin llegó a la última habitación, esta estaba la puerta medio abierta. TaeHyung tocó varias veces la puerta pero no hubo respuesta, así que empujó un poco la puerta, aunque al ser abierta casi por completa, esta estaba vacía.

Tae revisó su teléfono para hablar con su amigo, dándose la vuelta dispuesto a salir del lugar, pero una mano cubrió su boca y la otra se enredó por su cintura. TaeHyung con desespero intento gritar y revolverse en su lugar tratando de escapar de esa prisión, claro que la característica risa aguda de legión que conocía, en vez de darle risa o calma, le dio ira por tan mala broma que le jugaron.

—Hola, hyung.— Saludó JungKook después de soltar a su amigo, revolviéndole el cabello. —¡Au!— Se quejó al recibir un fuerte golpe y pellizco por parte del omega.

—Te lo mereces. — Tae se cruzó de brazos, haciendo un pequeño mohín con sus labios, con JungKook riendo por aquella "rebelde" pero tierna escena.

Después de una corta disculpa, junto a un beso en los castaños cabellos del omega, caminó hasta la sala, con el omega detrás de él, el cual observaba con detenimiento la desnuda y marcada espalda que resaltaba cualquier músculo al ser tensado por el más mínimo movimiento.

Al llegar a la sala, encima de ese gran sillón negro de la sala, JungKook tomó una camisa del mismo color, colocándosela sin delicadeza alguna.

—Disculpa el desorden, hyung. — Se rascó la nuca con algo de pena, al observar a su alrededor el montón de cajas y cosas regadas por todo el suelo. —Al parecer mis papás si qué querían que me fuera de casa...

época de celo. kv.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora