C A P Í T U L O 2

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— Bien la actividad es simple y de rutina, ya saben precauciones del gobierno por los eventos recientes— Aizawa miró a Midoriya, Bakugo, Todoroki, Yaoyorozu y a Kirishima— Deben atacar a estas simulaciones de estos seres humanos que se harán pasar por villanos.

Aizawa Shota señaló las simulaciones

—Las simulaciones son maniquíes de diferentes formas y tamaños, que poseen un registro de daños que son enviados aquí— alzó la tableta— Señalarán que tan graves son las heridas o traumas que dejaron, esto les ayudará a medirse en cuanto a sus ataques. Cualquier poder en exceso puede matar, recuerdenlo.

— ¡Sí, sensei!

La prueba fue sencilla, tanto que algunos comenzaron a quejarse, en especial Bakugo que renegaba de todo, por suerte solo quedo en eso.

Al avanzar el tiempo, seguía el eléctrico, se acercó calmado frente a la simulación, tenía forma de un hombre fornido y alto.

— Venga mocoso

Volteo a la derecha nervioso.

— ¿Q-Qué?

Se agarró el cabello, tratando de convencerse a sí mismo que no escucho nada, no ahora, ¡No!

Esa voz debía estar enterrada en lo más profundo de su mente como las alucinaciones, pronto su mente se encontraba infestada de voces, algunas desquiciadas, otras enfadadas y burlonas.

Se volvería loco, no aguantaría el resto del día y el siguiente con todo esto.

Se quebraría.

— ¡Eso fue un intento mediocre!, hazlo de nuevo a menos que quieras irte al agujero

— ¡Hazlo es ahora o nunca! ¡Odia y llora, mata y muere! ¡ Destruyelo todo, revuelcate en el polvo!

— Una vez más

Maldito imbécil, ¡levántate gusano! ¿Crees que me detendré aunque estés sangrado?

La electricidad recorría su cuerpo, los flashes aumentaban con todas las voces que perforaban su cordura, haciendo que el alumbrado de la escuela comenzará a fallar, toda la electricidad que robó de los aparatos  se dirigió al fornido maniquí.

— ¿Crees que con eso podrás hacerme daño?, no me mueves nada, pequeña basura Gritó esa odiosa voz , descargando todo su odio y resentimiento al objeto de forma humanoide. Imaginando que era aquel hombre y esa mujer que le hicieron tanto daño, que lo condenaron desde su nacimiento.

Pero...

Surgió una voz, una que sabía a quien pertenecía, a su madre adoptiva.

— ¿Estás solo? Oye, ven toma mi mano para que no te pierdas en el camino, pequeño — hablo con dulzura, ella le devolvió la conciencia.

Acaso, ¿Aquello era una señal?

Una mano cálida se poso en su mejilla acompañada de una sonrisa y el viento agitando el cabello negro de la fémina.

Lazos de Sangre | Kaminari DenkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora