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La gira en Japón está resultando mejor de lo que Patrick esperaba. Claro, tampoco era como si Patrick esperará algo de esta gira. Y no es que le disguste el país, por supuesto que no. A Patrick sólo le parece un país extraño (y es que todos los países lo son, pues no son su país natal); no es su comida, frituras y dulces exóticos y extraños, no es la gente que podía ser desde un cubo de hielo o la brasa más amenazante, tampoco es su fanatismo por el anime y toda la subcultura. La verdadera razón de que Patrick odie la gira era que tuvo que dejar a su familia. Sí, quizás había formado parte (pero en una medida muy nula) de una época dorada para el punk-rock, para la cultura emo y punk y cientos (sino es que miles) de vidas de adolescentes, pero al final de esos años, se había convertido en un simple hombre más y hoy en día es uno con esposa y dos hermosos hijos. Patrick, además de ser un hombre, es uno muy muy sencillo, sin tantas ambiciones. O bueno, no más de las que ya tenía. Y como el hombre sencillo que es, él desea estar con su familia; abrazar a su esposa, ver a sus hijos jugar, acariciar a su perro mientras espera a su familia para salir al parque, discutir con su esposa por tareas domésticas o sobre “quién afecta más a los niños al consentirlos demás”… Agh, Patrick a veces odia a Fall Out Boy.

No, no odia a Fall Out Boy (no pude, porque Joe y Andy también lo son, y ellos no tienen la culpa de nada), odia a la persona que convirtió a FOB en algo más que trabajo. Y ese había sido él mismo… pero bueno no sólo era él. Alguien lo había influenciado, alguien lo había distorsionado. Alguien lo convirtió en lo que es hoy. Claro, él estaba en el camino en el cual estaba el letrero “Vida aburrida y abusada” al final; era un chófer con un lugar asegurado en esa carretera. Luego un chico rubio y con perforación en el labio le hizo la parada. Y éste lo llevó a una desviación de esa carretera. Para cuando Patrick rechazó su propuesta, una enorme roca del tamaño de un cerro se le atravesó en su regreso. Una luz lo cegó y ocurrió el accidente: conocerlo.

Pete Wentz. Las dos palabras aparecen en la mente de Patrick, en un color rojizo, luego son reemplazadas por su maldita sonrisa. El pobre hombre se ve a través del  espejo. Las pupilas las tiene dilatadas como drogadicto y la piel de sus mejillas ha enrojecido. En desarmonía con la expresión, su entrecejo cayó.

“Deja de ser idiota”. No lo puede evitar. La sonrisa de su mejor amigo lo hace sonreír también. Pero no ahora, no en estos días. No pude dejar que Pete lo vea sonriendo. Está enojado con él y el recuerdo de su sonrisita tonta (y bonita) no va a cambiar nada.

Sale del baño.

Por más que lo odie, no elimina el hecho de que es su compañero de trabajo, y Patrick, como el hombre simple y común que es, regido por principios simples (pero que han mantenido a la humanidad funcionando), debe ser funcional. “El trabajo hace y forma”, su padre siempre ha tenido la razón. Va a la pequeña mesa de noche donde se encuentra su mochila y saca la libreta que Pete le dio. Es extraño que, muy al contrario de lo que pensarían la mayoría de las personas que conocen a Pete, él sigue utilizando la pluma y papel a la hora de escribir. Nada de aplicaciones en dispositivos móviles o computadoras para él mayor. Una sonrisa involuntaria se asoma tímidamente en el rostro de Patrick. Una sonrisa que manifiesta el halago que siente por ser uno de esos privilegiados; se siente como uno de los caballeros de la mesa redonda, siempre dispuestos a proteger al Rey Pete. Y el Rey Pete no es un rey machista. Acepta a hombres y mujeres por igual en su mesa redonda; y a pesar de que ésta no es la más perfecta, su organización  (aún con los miles de cambios que ha tenido a lo largo de los años) está bajo la voluntad de Patrick, ya que Pete le ha proporcionado el privilegio de ser, prácticamente su consejero real, además de su caballero.

Justo ahora Patrick siente ganas de traicionar, derrocar y asesinar al Rey Pete.

Cualquier monarquía tiene implícita la monopolización, lo sabe, así que quejarse  es estúpido… Pero usualmente las quejas de los humanos son estúpidas, así que se siente con el derecho de poder hacerlo. Se queja de que Pete siempre esté “Patrick, Patrick, checa esta letra, ¿qué opinas?”, “Patrick, Patrick, el ritmo que calzaste para la letra está genial, pero me parece que en esta parte se debería de modificar”, “Patrick, Patrick, ¿crees que meter esto en nuestra mercancía es una exageración?”, “Patrick, tenemos una entrevista mañana, ¿vale?”, “Patrick, Bronx está muy insoportable, ¿no tendrás alguna técnica que Elisa te haya enseñado para ayudarme?”, “¿Crees que si beso a Meagan así haga que me la quiera comer? Dime, ¿tú quieres comérmela?”.

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2018 ⏰

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La consumación de una monopolización   | Peterick |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora