Por una vez en mucho tiempo me he sentado a pensar en todo, sobretodo en ti. Mentiría si dijera que lo único que importa es tu felicidad y la mía, me importa desde algo tan simple como la curvatura de tu preciada sonrisa en tu cara de porcelana, hasta lo más complejo que es tu mente, la cual la verdad me fascina como dato. Supongo que por una vez siento miedo ya no de quedarme destrozado sin ti (que también) si no el hecho de que no consigas ser feliz. Porque te lo mereces y lo sabes.
Muchas de las veces que estamos sentados uno al lado de otro, o enfrente, he de decir que me quedo embobado imaginando mil maneras de besarte, mil sueños, viajes e inmensidad de situaciones que me encantarían vivir contigo. Pero al momento despierto, pienso y me desanima pensar que podría no ser así.
Supongo que en estas fechas hay que pedir sin conciencia ni razón por ello a lo que sea que haya Dios, dioses egipcios, nórdicos o griegos, Buda o a los mismos Reyes Magos por favor si tenéis que tráeme algo que sea que ella sea feliz, inmensamente feliz, pido que viva sin complicaciones, que pueda vivir en una vida sin prejuicios, y que todas las personas de este globo la aprecien y cuiden porque no saben lo que se pierde cuando no la tienes a ella.
Y yo para mí solo pido que haya una oportunidad y unas ganas de construir un camino juntos que salga de Roma hacia el Valhala, que vaya al gran paraíso, allí donde guerreras como tú disfrutan sin tener que volver a caer en el campo de batalla.
Pienso en todo, pero en mi todo solo se pasa tu nombre, tu cara e incluso cada risa de las 12 en tu portal antes de tener que irme.
No me gusta pedir y menos en estas fechas, pero por una vez en años pido una última cosa, cariño, vive como mejor tengas que vivir y si hay una mínima posibilidad que sea conmigo recuerda que solo tienes que darme la mano. La cogeré encantado. Porque, aunque suene de ignorante, deseo ser aquello que te de ganas en tus días más oscuros y una vida llena de alegrías, sin penas y llenita de ti.
Un beso.
