Inicio y Final

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El viento de otoño soplaba llevándose consigo las hojas de los árboles, junto con las melodiosas tonalidades agudas, creadas cada vez que Izuku pasaba el arco por las cuerdas de su viejo violín, conformando así Caprice 24 de Niccoló paganini, el joven artista tocaba sin percatarse de los ojos temerosos que lo miraban. Los murmullos no se hicieron esperar, no hace mucho el compositor había muerto con el rumor de que para lograr componer aquellas complicadas y hermosas canciones vendió su alma al diablo para conseguirlo, el que aquel chico hijo del luthier del pueblo tuviera la maestría de tocarlas como si se tratara de lo más fácil del mundo solo ocasionó el surgimiento de rumores.

Los habitantes de la aldea empezaron a rumorear con temor, que al verlo tocar quedabas hipnotizado, aunque intentaras apartar la vista era imposible, otros decían que al tocar si mirabas su sombra podías ver al diablo mismo, él chico era tímido, reservado y demasiado nervioso, sin contar que su madre sabía mucho de hierbas medicinales, que para los aldeanos solo era brujería, que solo les daba más fundamento para creer que la familia misma era adoradora de satán ¿Qué otra razón habría del desmesurado talento del hijo de unos simples don nadie?

Izuku término de practicar, abrió su estuche para colocar con cuidado su más valioso tesoro, su único y mejor amigo por alguna razón los niños de la aldea no lo querían, evitándolo como si fuera la peste, empeorando cuando sus maestros llegaron al pueblo, los dueños de aquel imponente castillo que se encontraba sobre el espolón rocoso, Aizawa su maestro, aquel que le enseñó todo lo que sabe del violín y Toshinori el maestro de su padre, por lo que sabía su abuelos llegaron a Italia con ayuda de sus familias.

Llevaba diez años de conocerlos, después de que regresaron a su castillo fueron a visitar a sus padres, llevando un presente el cual consistió en un violín hermoso a la vista, él con solo cinco años ya conocía el oficio de sus padres, por lo que al ver el majestuoso violín que saco su padre del estuche nuevo no hizo más que admirarse, la voluta contenía un hermoso diseño de una enredadera alrededor de ella, al igual que las costillas, tenían un diseño parecido aunque en estas también se apreciaban algunos animales míticos.

Ese día vio a su padre negarse rotundamente, él no lo comprendía en ese momento, ¿Quién se negaría a tan hermoso regalo? después de que hablaron un rato y que este terminará accediendo a recibirlo, fue cuando lo presentaron, ambos hombres endulzaron sus facciones y le sonrieron. Desde ese momento conoció a su maestro quien después de escucharlo afinar un violín que componía su padre sin preguntarle empezó a darle clases.

Toshinori y su padre admiraban su crecimiento diciendo que era un genio, Aizawa siempre encontraba errores por los cuales reprenderlo, alegando que aún le faltaba mucho para considerarse un genio, estricto e inmutable, así era su maestro, sus lecciones le hacían casi sangrar los dedos tras todas las repeticiones realizadas, su consuelo era que solo le daba clases tres veces a la semana, pero él practicaba a diario en el prado cerca del río, así no molestaba a nadie.

Llegó a su casa, dejó su violín en su cuarto y fue al taller para ver a sus padres, al entrar solo encontró a Hisashi realizando los últimos retoques aun violín, al verlo entrar le sonrió dejando a un lado su trabajo para recibir a su hijo.

— ¿Cómo salió hoy tu práctica?

— Bien, aunque aún siento que no logró alcanzar bien algunas notas — le dijo desanimado.

— Talvez es hora de cambiar tu violín por uno mejor, después de todo el tuyo solo es de estudio.

— Quién decide eso es Aizawa — su rostro se mostró desanimado ya que no le permitía cambiar su violín — sin su autorización no puedo hacer mucho.

Desolación OneShot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora