3. Mundos paralelos

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Esto va a sonar como si me hubiera echado un porro, pero necesito que no digas nada y que sobre todo tengas tu mente muy abierta.

Aleyna estaba sentada frente a la mesa de la cocina mientras Sabine le servía café en una taza con dibujos de gatitos. La morena tomó asiento en una silla frente a ella y bebió de su taza, Aleyna pudo notar como temblaba su mano, la mujer estaba nerviosa. Sabine dejó su taza en la mesa, dio un gran suspiro y dijo:

—En este mundo hay más cosas de las que crees... lo que quier decir es que... Dios mío, esto va a sonar demasiado loco para ti —suspiro de nuevo—, hay un mundo dentro del nuestro —Sabine pudo notar que Aleyna fruncía el ceño, pero siguió callada poniendo atención a su relato— digamos que este mundo coexiste con otro, son mundos paralelos, coexisten pero jamás se tocan, no sé como decirlo, pero éste mundo y el otro nunca se encontrarán, solo hay puertas por las que podemos acceder, pero cuando entras al otro mundo, dejas este, no es como si fueras de America a Europa, si cruzas una de las Puertas dejas de estar presente en este mundo y no se te podrá encontrar en ningún rincón de este mundo... De ahí... de el otro mundo es de donde vengo yo... y tu padre.

El silecio reinó por un segundo que pareció eterno en aquella habitación. Aleyna seguía sin articular una palabra.

—Verás... del mundo de donde yo vengo, no hay gente como la de aquí, todos somos... diferentes, esto va a sonar muy loco pero tenemos poder sobre los elementos naturales, algunas personas tienen poder sobre el agua, otros sobre el fuego, la tierra o el aire; nuestro mundo está dividido en cuatro Tierras: la Tierra de Narda, que es donde habitan quienes tienen poder sobre el agua, como yo; la Tierra de Adael, donde habitan quienes dominan el fuego; la Tierra de Eliana, donde habitan los que controlan la tierra; y la Tierra de Kalil donde habitan quienes controlan el aire. 

 De nuevo, se hizo el silencio en la habitación y Aleyna parecía impactada, demasiado, pero sin poder articular una palabra.

—Ahora puedes hablar —dijo Sabine—, si quieres.

Aleyna tenía la mirada perdida, en el vacío. No tenía ni idea de lo que diría. Era obvio que Sabine conocía su secreto, seguramente Jonathan se lo había contado, pero ¿por qué? Que ella tuviera poder sobre el fuego era una cosa, pero todo lo que Sabine le decía sobre mundos paralelos, Tierras y nombres extraños, le sonaba demasiado loco. Aún para Aleyna, todo aquello sonaba demasiado loco.

—Tu... —comenzó a decir Aleyna, pero las palabras seguían sin poder salir— ¿Tu... sabes... sobre lo que... lo que yo puedo hacer?

—¿Te refieres a tus poderes? 

—Si... mira, no sé por qué razón puedo hacer lo que hago, pero no creo que lo que tu digas sea verdad, quiero decir... suena demasiado... demasiado loco, aún para mí. —Aleyna hablaba con una voz casi apagada, después de haber escuchado todo eso, no sabía cómo sentirse. ¿Debía creerle a Sabine? ¿Por qué rayos su padre la había enviado con ella?

—Sé que todo esto suena demasiado descabellado... pero es la verdad, te lo mostraré.

Inmediatamente, Sabine se puso en pie, comenzó a estirar las manos, cerró los ojos y en ella apareció una expresión de tranquilidad tan grande y pacifica que calmó a Aleyna por unos segundos. Sabine inspiró profundamente, dejó salir el aire de sus pulmones de una manera lenta y relajada, comenzó a frotar sus manos, cada vez más rápido, cada vez más rápido, cada vez más rápido y cuando las separó (unos 30 centímetros aproximadamente) un puente de agua unía sus manos.

Aleyna se quedó con la boca abierta. Durante años creyó haber sido la única con semejantes poderes. Estaba completamente equivocada. Sabine volvió a unir sus manos y el puente de agua desapareció, sus manos quedaron ligeramente mojadas y la mujer buscó una toalla para secarselas. Después, tomó asiento donde antes había estado.

—¿Qué piensas ahora? —fue lo único que dijo Sabine.

Aleyna tenía algo muy en claro: Sabine no estaba completamente loca, si Sabine podía dominar el agua y ella el fuego, tal vez su historia no estuviera tan desquiciada como sonaba. Pero aún tenía sus dudas.

—Escucha... comienzo a creerte, pero... todo esto de Mundos paralelos, Tierras con nombres extraños... es demasiado, ¿por qué debería de creerte?

Sabine dio un largo suspiró, tomó un sorbo de café de su taza y dijo:

—Verás, esa no es toda la historia, bueno, es la historia de dónde venimos, pero hay otra historia del por qué venimos yo, Jonathan y sobre todo tu.

Más historias, aquello se ponía cada vez más interesante.

—Verás, hace veintidós años, el Rey Karim de las Tierras de Adael se quería proclamar como Emperador de las Cuatro Tierras, comenzó la Guerra, una guerra devastadora que casi destruye por completo el mundo que conocía, hubo demasiadas muertes y pérdidas innumerables. A los cuatro años de que comenzará la Gran Guerra, el Príncipe Víktor, hijo de Karim, asesinó a su padre y tomó su lugar. Víktor era mil veces peor que Karim, destruyó pueblos enteros, aquel que no lo reconociera como Emperador de las Cuatro Tierras moría inmediatamente, sus soldados saqueaban pueblos, violaban a las mujeres y tomaban a los ciudadanos por esclavos, Víktor era un hombre sin escrúpulos. Cuando nos enteramos de que Víktor y su ejército se acercaba a las Tierras de Narda, él ya tenía en su poder las Tierras de Eliana y Kalil, así que nuestro ejército se preparó para recibirlo, pero la verdad es que Víktor tenía muchas probabilidades de conquistarnos; en esa época la Princesa Ellai, hija del Rey Adriel y la Reina Carmina, estaba embarazada de Balthazar, su esposo. Por aquel entonces, Jonathan y yo trabajabamos para la Casa Real, ambos éramos sirvientes pero Jonathan siempre fue muy cercano a Ellai, desde pequeños fueron muy amigos, aunque cuando Ellai se casó con Balthazar, a Jonathan se le rompió el corazón; por eso cuando Víktor estuvo cerca, Ellai le pidió a Jonathan que se llevara a su hija al nacer, obviamente yo no iba a dejar que Jonathan partiera solo, Ellai le dijo a Jonathan que podíamos huir a las Tierras de las Hechiceras, que ahí nos acogerían y nos ayudarían, pero solo era cuestión de tiempo para que Víktor también conquistara las Tierras de las Hechiceras así que Ellai contrato los servicios de una hechicera experta en Portales y nos envió a Jonathan, a la hija de Ellai y a mí a este mundo. 

El silencio reinó de nuevo en aquella habitación. Aleyna tenía la boca abierta, y los ojos como platos. 

—Con el tiempo, yo me ubiqué en esta casa y aprendí a vivir como una persona normal, puse un letrero en la puerta que indicaba que era una Madame, pero la verdad es que solo lo puse para mantener alejada a la gente, nunca nadie ha venido a buscarme por mis servicios y las demás personas tratan de mantenerse alejados de mi casa. Jonathan se quedó con la hija de Ellai y la crió como si fuera suya, la nombró Aleyna, tal como Ellai le dijo. Si, Aleyna, tu eres Aleyna de las Tierras de Narda, hija de Ellai y Balthazar. 

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