"Sácame de mis casillas" por C.Rio

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Aún quedaban muchas horas de viaje en bus por delante, pero el autobús se paró y anunció una parada de 20 minutos. Decidí ir al baño, y entonces la gente empezó a subir al bus. Es que el descanso no debió ni llegar a dos minutos para mi indignación.

Se volvió a parar más adelante, y esta vez la gente incluso se fue al bar de almuerzo. Esta vez me daría tiempo, me dije.

Después del baño, me acerqué a un ultramarinos regentado por un señor de oriente próximo, que sonreía y desaparecía de la nada dejando su local sin vigilancia. Cogí un pack de yogures gigantes, y apareció el señor de nuevo en la registradora como si siempre hubiese estado ahí. Atendió a los dos de delante de mí, y cuando llegó mi turno, me miró y preguntó si sólo iba a comprar eso. Todo con una sonrisa; él no amenazaba. Acabé comprando algo más, cómo un paquete de chicles. De pronto oí el motor del autobús y a los recién salidos de la tienda correr. Y yo eché a correr. Pero no llegué a tiempo. O simplemente el bus decidió que no quería que llegase a tiempo. Cerró sus puertas y marchó.

Por suerte no era la única persona a la que habían dejado en la calle. La chica que también lo había perdido paró un taxi y le pedía algo tan rápido que no se la entendía.

— ¿Perdón? —preguntaba el taxista la mar de tranquilo.

— ¡Que usted conduzca que le indico!

— No le entiendo.

— Que ella le irá diciendo por dónde ir —atajé abriendo ya la puerta.

— Que tenemos que seguir a ese autobús, ¡que lo perdemos!

— Ah no. ¿Saben lo que les va a costar este viaje? Un ratito largo.

Un silencio tenso y una mirada de "este hombre nos piensa dar la vuelta a la ciudad".

— ¡Deberíais haber planeado con antelación las cosas si sabíais que veníais a Córdoba!

Las palabras del conductor eran confusas y me hicieron sentir culpable. ¿Era Córdoba acaso el centro de Barcelona con su tráfico excesivo? Ni siquiera era una gran capital, ¿verdad?

Después de muchas súplicas, el conductor nos llevó a la estación de tren y se paró en su lado izquierdo.

— Ahora sólo esperar a que venga el autobús —dijo, como si quisiese estar ahí sentado esperando también.

— Pero, ¿y si el autobús para al otro lado?

— ¡Tonterías! ¿No veis que está aquí el aparcamiento de buses?

Pero algo en mi memoria decía que siempre pasaba por el otro lado. De pronto llegó un autobús. Pero no era nuestro autobús, era un 12 o algún número irrelevante. Seguimos a la espera. ¡Otro número irrelevante! Al final decidí correr al otro lado de la estación mientras la chica se quedaba en este. Por si las moscas.

Al otro lado de la estación, no sólo había también autobuses, sino que estaban estacionados como si fuese su casa. ¿Y si el 93 ya había llegado? Me puse a buscar el número mágico entre los vehículos. El 73 casi me da un infarto, pero por suerte no era.

Un tiempo de espera indefinido se sucedió mientras ojeaba el móvil constantemente, esperando un mensaje de mi madre. Si el autobús había llegado, ella me avisaría, porque por algo ella iba en aquel bus, y debería haber cogido mi maleta. Por supuesto, esto es parte de un nuevo guion onírico que antes no estaba y no tendría sentido alguno de estarlo.

Era ya de noche, pero sin señales del autobús. No podía ser que llegase tan tarde. Muchos otros autobuses que habían salido antes estaban ya descansando en el aparcamiento. Y, a las tantas, me puse a preguntar a cualquier persona si había visto el 93. Lo habían visto, por el camino. Lo había visto, no sabía cuándo. Lo habían visto, estaba aparcado ahí mismo. ¡Aparcado! Volví a correr por las hileras en busca del 93, con el pálpito nervioso e incontrolable. No podía estar, no podía estar, no podía estar. ¿Qué habría estado haciendo todo ese rato si ya estaba? ¿Había llegado y no se había enterado? ¿Por qué mi madre no me habría avisado?

Un autobús familiar de doble altura totalmente apagado me encogió el estómago con su letrero "93". ¿¡Cómo podía ser!?

Llamé a mi madre con la rabia comiéndome, o quizá le escribí, ya no lo recuerdo entre tanta ansiedad.

"Sí cariño, ya hemos llegado a casa"

"¡¿Por qué no has avisado?!"

"Uy, para no ser pesada. Por una vez que soy considerada"

¡La madre que la hizo...!

Reto Creativo 2: Sácame de mis casillasWhere stories live. Discover now