-¡Bonito sombrero, Lunática!- me giro. Es Dean Thomas, que me saluda a lo lejos desde las puertas de madera del castillo. A modo de respuesta, cojo la varita de encima de la oreja y le doy unos toquecitos milagrosos para que el león ruja. El eco se propaga por todos los terrenos del colegio y una familia de pájaros levanta el vuelo desde la Copa de un árbol del Bosque Prohibido.
-¡Viva Gryffindor!- se despide. Ya casi todos están en el campo de Quiddich, tendré que apresurarme para llegar a tiempo al partido. Bajo dando saltitos la cuesta que lleva a las gradas del estadio.
-Bien. De momento no he tenido mucha oportunidad pero ahora mismo empieza la caza de amigos- me digo a mí misma mientras subo la escalera de madera de las altas gradas. El partido aún no ha empezado. Llego a los asientos, que son los de detrás de los postes defendidos por Gryffindor, y me detengo a observar. -¿Cuál de estas podría ser mi primera presa?- miro hacia un grupo de Ravenclaw de cuarto. -No, grupos no, eso es demasiado difícil, empecemos por una sola persona- dirijo la mirada hacia un chico que me suena mucho. -Tampoco, porque creo que es de Slytherin y mi precioso sombrero no sería bien recibido- y entonces me fijo en un asiento vacío a la izquierda de una chica castaña que porta una bufanda de Gryffindor, sentada en la primera fila. Parece que está sola, porque no habla con nadie. -Perfecto.
Un momento... ¡Si es Hermione Granger, la amiga de Harry Potter! Mejor aún. Seguro que le ha hablado de mí.
Decidida, echo a andar hacia ella y me siento en el hueco, a su lado. La miro. Parece triste. Está mirando la grada opuesta, donde la gente canta (más bien grita) una cancioncilla, con cara compungida y algo ausente, mirando al infinito.
Conozco estos casos: ¡Torposoplos! Se meten por los oídos y te provocan un embotamiento en el cerebro. No tengo mis espectrogafas aquí para comprobarlo, pero estoy casi completamente segura. La única solución es disiparlos con pensamientos positivos. Pensamientos positivos... Luna, piensa. ¿Qué es lo mejor que puedo hacer para inspirarle a esta pobre chica pensamientos positivos? Soy la única que puede salvarla de los Torposoplos. Es mi deber hacerlo. Pensamientos positivos... ¡pues claro! Es la única manera.
Me echo hacia atrás para coger impulso. El cazador -yo- se abalanza sobre su presa. La rodeo con los brazos y apoyo la barbilla en su hombro (mi hermoso sobrero pro-Gryffindor y la varita encima de la oreja no me permiten más, no se la quiero clavar), mientras le acaricio la parte de atrás de la cabeza castaña. Huele muy bien, a viento, al primer canto de los pájaros en la mañana, y a leña.
-¿Qué haces?- me susurra. Ha girado la cabeza lentamente hacia mí y ahora me mira con sus ojos color miel.
-Inspirarte pensamientos positivos, Hermione- respondo tranquilamente, sin mover la postura. -Los necesitas.
-¿Por qué?- se comporta de manera extraña, como si hablara con un niño pequeño que a duras penas puede entenderla.
-Por los Torposoplos.
-¿Por los qué?- se aparta de mí un poco pero yo sigo sin soltarla.
-Son unas criaturas invisibles que te embotan el cerebro- me mira extrañada. -Dicen que se pueden disipar con pensamientos positivos. Por eso te he abrazado. No hay nada más positivo que un abrazo.
-¿Gracias?- dice. Me parece muy bien que me las dé. Hay gente que solo te miraría de forma extraña.
-De nada- le respondo muy complacida. Nos quedamos así un poco, hasta que Hermione dice:
-¿Quién eres?
Ahora sí dejo de abrazarla y me incorporo en el asiento.
-Luna Lovegood, encantada- le tiendo la mano, que ella me estrecha.
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Esto debe ser cosa de los Nargles... [LUNMIONE]
FanfictionEl corazón de Luna Lovegood se estremece, llora, grita, salta, canta y se inunda de nuevas emociones para la chica de Ravenclaw. Ella está decidida a creer que este hecho es provocado por sus criaturas: los Nargles, Torsopolos, Snorkacks de cuernos...