-Grrr- se oye un rugido amortiguado, pero esta vez no es obra de mi fantástico sombrero, sino de mi estómago.
¡Nargles! ¡Qué hambre tengo! Si no me hubieran entretenido en la celebración de los Gryffindor... Y todavía queda un rato para la hora de comer. Tendré que ir al dormitorio para aprovisionarme de viandas. Hacia allí me dirijo, cruzando los jardines.
¿Y Hermione? ¿Ya lo habrá hecho? Seguro que le sale bien. Es una mujer inteligente, fuerte, divertida y muy hermosa. Prácticamente irresistible. Seguro que Ronald la ama.
Hacen tierna pareja. Además, así Hermione podría presentármelo y mi círculo de amigos crecería. Muero por verlos juntos. Yo probablemente nunca tendré una relación, pero será divertido contribuir en una ajena. Podría aprender.
Meto las manos en los profundos bolsillos de la túnica distraídamente, sin más intención que la de entretener a mis aburridas manos, pero encuentro oro: en el bolsillo izquierdo de mi túnica hay un caramelo envuelto en papel naranja. ¡Sí! Esto entretendrá a mis glándulas salivales. Qué suerte... Amo los caramelos.
Cruzo el vestíbulo hacia la escalera de mármol mientras desenvuelvo mi nuevo tesoro con ansia por metérmelo en la boca, perdida en mis pensamientos, pero veo una cosa que me distrae: un conocido arbusto de pelo castaño que pasa corriendo por mi izquierda. Doy media vuelta tan rápido como mis reflejos me permiten. No se detiene, así que tengo que echar a correr detrás de ella, con el dulce a medio desenvolver en la mano. Me saca del vestíbulo. Finalmente, consigo ponerle la mano derecha en el hombro ya en los terrenos del colegio.
-¡No!- exclama sin mirarme, y me quita la mano de un fuerte manotazo. La retiro al instante y me froto los nudillos enrrojecidos.
-Hermione...
Ahora sí se gira. Sus ojos color miel son un mar de lágrimas y tiene la boca entreabierta, lo cual, junto con su respiración agitada, constituye un gesto demasiado conocido.
-¡Oh, Luna, eres tú!- ahora parece incluso más disgustada. Se tira a mis brazos impulsivamente, y le sigo el abrazo. Mmm... Olor a mamá. -¡Lo siento! ¡Lo siento muchísimo!- Antes de que me dé tiempo a contestar «no pasa nada», me suelta. -Ven, ¿te hice daño?- dice mientras busca mi mano con la suya. Y la encuentra.
Me acaricia el dorso de la mano con sus dedos suaves. El contraste del color de la piel de nuestras manos juntas es tremendo. Sus dedos parecen caramelo fundiéndose en la nieve de mis manos, algo teñida de rojo por el manotazo que me ha dado por error.
-Joder, perdón. Qué bruta soy.
-Tranquila, no pasa nada- acerca mi mano a su cara y me besa los nudillos con sus labios suaves, húmedos de lágrimas. -Gracias.
-Es que... pensaba que eras él- comienza a llorar de nuevo. La envuelvo con un brazo y entonces me acuerdo de mi caramelo.
-Espera, toma, tú lo necesitas más que yo- se lo pongo en la palma de la mano. Tengo mucha hambre, pero a ella le hace más falta. -Ahora relátame todo.
-Gracias, Luna- solloza. Me limito a sonreír.
Empezamos a andar hacia el lago, muy despacio.
-Es que deberías haber sido él- dice al cabo de un rato pensativa.
Después de que me contara lo ocurrido, llegamos a un árbol en la orilla del lago y nos sentamos a su sombra.
-¡No es culpa tuya! Es suya. Debió lanzarse a tus brazos en vez de quedarse plantado como un pasmarote- Hermione se deja caer hacia mí hasta quedar tumbada en la fresca hierba con la cabeza en mi regazo.
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Esto debe ser cosa de los Nargles... [LUNMIONE]
FanfictionEl corazón de Luna Lovegood se estremece, llora, grita, salta, canta y se inunda de nuevas emociones para la chica de Ravenclaw. Ella está decidida a creer que este hecho es provocado por sus criaturas: los Nargles, Torsopolos, Snorkacks de cuernos...