Capítulo 3: Ya no hay vuelta atrás

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-¡¿Convenciste a Jayden de ser tu esclavo sexual?!- Luke susurró esa pregunta.

El fin de semana había pasado y me las había ingeniado para evitar a Jayden. Después de que la adrenalina y emoción habían salido de mi sistema necesitaba pensar acerca de esta magnifica (aunque estúpida) idea.

Luke, Terry y yo estábamos en la clase de Artes Plásticas, mientras luchábamos por crear un florero de cerámica que luciera más o menos decente, los tres estábamos en la parte de atrás discutiendo mi plan.

-Por el amor De Dios- suspiró Terry -Luke, ¿podrías gritarlo más fuerte? Creo que los Amish no te escucharon la primera vez.

Luke solamente puso los ojos en blanco y la ignoró.

-No lo sé, aunque en el momento fue una buena idea, ahora no me parece tan inteligente- dije en voz baja -digo, conocemos al imbécil de Jayden. Es un mujeriego, superficial, estúpido, y ni siquiera me hagan hablar de todas las veces que me hizo sus bromas pesadas.

Tanto Luke como Terry se mostraron asombrados por lo que dije

-Bueno, si tan solo hubiera una forma de canalizar todo ese odio e ira en alguna actividad física que te permita desahogarte- Luke suspiró de manera dramática -¡Espera un segundo! Si la hay, solamente que nuestra amiga no concibe la idea de el miembro de Jayden este dentro de ella.

-Yo podría imaginarme eso- contestó graciosa Terry

-¿En verdad creen que sea buena idea?

-Ay cariño, a veces puedes llegar a ser algo estúpida- me dijo Terry mientras me agarraba mis mejillas.

La aparte de un manotazo, antes de que mi cara quedara llena de arcilla. Ambos se miraron y empezaron a reír, ganando una buena mirada de desaprobación por parte de la maestra Ross.

Tal vez ellos tengan razón, al fin y al cabo, no es como si fuéramos pareja o alguno de los dos sintiera cosas por el otro. Es sexo, puro, simple, salvaje y ardiente sexo, además en el momento que alguien llegue a sentir algo, acabaremos esto.

El timbre sonó, tome mis cosas y me despedí de mis amigos, mientras caminaba apresuradamente hacia mi casillero pude escuchar que alguien gritaba mi nombre. Trate de buscar al dueño de esa voz, y para mi sorpresa era nada más y nada menos que Jayden.

-Aquí estas gatita- corrió hasta llegar a mi lado -déjame decirte algo, cualquiera con dos neuronas en su cerebro diría que me estas evitando.

-Bueno Jayden, me alegra que al menos tengas dos neuronas dentro de tu pequeña y hermosa cabecita.- le di unas suaves palmadas en su pecho -Si te estaba evitando era porque tenía que pensar en algunas cosas.

Se paro en frente de mi, obligandome a detenerme y verlo a los ojos. Levante una ceja, esperando que captara el mensaje de no tengo tiempo para tus juegos, para mi desgracia él solamente sonrió. No era una sonrisa amigable, era la clase de sonrisa que decía: ya veo lo que esta pasando, y voy a sacar provecho de esto.

-Creí que eso ya estaba aclarado gatita. Tú, yo, mi cama.

-Y yo creí que te había aclarado que no hablaras como un maldito cavernícola. Esta bien- continue -ya lo pensé mejor y estoy de acuerdo, hay que hacerlo.

Lo rodee para seguir mi camino, Jayden tardó unos pocos segundo en alcanzarme, traía dibujada una sonrisa en su cara. Agarró mi mano y la puso en su pecho

-¿Sientes eso?- preguntó mientras sostenía mi mano -Mi corazón se detuvo por un segundo.

Rápidamente quite mi mano de su grande y musculoso pecho, traté de esconder mi sonrisa con una disimulada tos.

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