Prólogo

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Era diciembre, la música sonaba levemente en la sala y la nieve que caía empañaba las ventanas.
Fue entonces que su voz, llenó de silencio aquella habitación.
- Si no me quieres, sólo dímelo. - Susurró entre sollozos.
No podía aceptarlo, no toleraba verla sufrir y no soportaba verla romperse.
- No... - Fue lo único que alcancé a decir.
Y entonces la vi marcharse, a la única mujer que había amado en mi vida.
Como una flor que se marchita, después de una larga primavera.
Pero ¿Cómo habíamos terminado así?

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