Amantes al compás

115 16 5
                                    

La suave música comenzaba a sonar dentro del salón. Los reyes sonreían complacidos al ver a sus invitados disfrutar de aquella fugaz velada. Sin embargo, la mirada del rey se desvió hacia su joven hija, de pie junto a uno de los pilares del salon.  

 Miró a su esposa y ella entendió inmediatamente dirigiéndose a hablar con la joven doncella quien sólo contemplaba aquellas figuras danzantes que se movían con gracia y ritmo al compás de la melodía. 

 — ¿No te encuentras bien, querida? —preguntó la reina en voz baja. 

La princesa de larga cabellera rubia se limitó a suspirar.  

— Temo nunca poder encontrar con quien bailar así... Solo míralos... Como si no existiera un mañana...   —bajó la mirada— Como si la otra persona fuese lo más importante del mundo...

Su madre acomodò un mechón rubio detrás de su oreja.

—Todo llega a su tiempo, ¿sì? Solo es cuestión de esperar, mi niña.

La reina acaricio su mejilla mientras la joven aprovecho para acercarse a la ventana. Pequeños copos de nieve comenzaron afuera, y parecían deslizarse al ritmo de la melodía. Aún no entendía porque la nieve le atraía con fuerza. Como si le llamara desde antes.

OoOoOoOoOoOoOoOoOo

La puntualidad no era su virtud. La discreción tampoco lo era. El joven trató de arreglar su cabello castaño que ahora estaba cubierto por una fina capa de nieve.

Le abrieron las puertas del palacio, claro, de mala gana. Sus padres estarían decepcionados de su comportamiento tan despreocupado en los deberes reales.

Entró en salón pero obviamente, los ojos se posaron en el. Algunos le miraban con incomodidad, otros más se limitaron a mirarle con molestia y una mezcla de decepción.

El príncipe ya se había acostumbrado a esta clase de criticas, así que se limito a caminar hasta el fondo del salón. Ya tendría tiempo de presentarse y disculparse con los reyes de Corona.

Miro a todas las parejas que danzaban en circulo. 

—Que aburrido...— susurro para sì mismo.

— ¿Disculpa? —preguntò la doncella rubia dirigiendo su mirada hacia èl.

Los ojos azules del príncipe se cruzaron con el brillante verde de la primogénita descendiente de Corona. Quedó sorprendido de la belleza que desbordaba la princesa. 

  — Y-yo...— tartamudeó al verse observado por esas preciosas esmeraldas que lo miraban con un poco de sorpresa. La princesa rio de su torpeza—. Yo soy el príncipe Jackson de Overland, my lady...

Tras realizar una reverencia el castaño tomò una mano de la doncella para besarla con educación.

 —Lamento el retraso, su excelencia. Debo admitir que he quedado asombrado por la hermosura de los ojos que posee.

La rubia se ruborizo inmediatamente y rio con suavidad.

  —Es un placer conocerlo, príncipe Jackson.

—Jack, puede decirme Jack.

La rubia sonrió y realizó una reverencia.

—Soy la princesa Rapunzel, puedes decirme Punzie y hablarme de tù, si lo deseas.

 Jackson sonrió enormente. 

— Puede decirme... Perdón, ¿puedes decirme como una bella doncella como tù se encuentra lejos del resto de los jóvenes? Apuesto que has de estar cansada de tantos bailes.

Rapunzel le mirò tímidamente.

  —En realidad, no hay razón para haberme alejado del resto. Podrías burlarte de lo que diré, yo no se bailar.

 —Princesa, ¿podría preguntar por qué?

—No crecí rodeada de la realeza. Hay muchas cosas que no comprendo de este mundo.

—Creo que puedo ayudar —el joven extendió una mano hacia ella.

— Oh no, no por favor... —la princesa intento declinar la invitación. 

—Vamos princesa, solo serà un vals. ¿Serìas tan amable de concederme esta pieza?

Tímidamente la joven tomo su mano y el príncipe la guió hacia el centro de la pista.

—Jack, te dije que no se bailar...

— Cualquier mujer sabe bailar en los brazos correctos... 

Suavemente Jack colocó una de sus manos en la cintura de la joven. Mientras que con otra mano acomodò la de ella sobre su hombro.

Rapunzel sintió como sus mejillas ardían mientras. Su corazón comenzó a acelerarse.

—Te pisarè —ella advirtiò.

—Unos cuantos pisotones valdrán la pena —respondió el con una sonrisa.

Y un nuevo vals comenzó. Rapunzel guió sus ojos hacia sus pies, intentaba fijarse donde se movían.

  —No, no, no. Mantén tus ojos en mi —le dijo suavemente Jack.

  —Es muy difícil —confesó ella.

  — Pero no imposible.

Bajo la dirección de Jack, Rapunzel danzaba con gracia, un poco torpe pero seuia los pasos cada vez con mayor seuridad. 

  —Nos miran fijamente —comentò la rubia con un poco de nerviosismo.

 — Créeme, están anonadados por lo buena bailarina que eres —dijo Jack con una sonrisa sincera.

—Jack...

— ¿Si, Punzie?

— Gracias, por esto.

 Suavemente el castaño le dio una vuelta sobre su eje.

  — No necesitas agradecer princesa. Gracias a ti por brindarme este momento contigo.

  — Siento que debí concerte hace tiempo... 

  — Yo creo que la luna nos confiesa algunos secretos... Y creo que muy en el fondo, ella me decía que esta noche serìa la primera de las mejores en mi vida...

Los invitados comenzaban a retirarse, pero aquellos jóvenes no paraban aquella danza que se parecía encerrarlos en una burbuja.

Las doncellas reían entre ellas murmurando algunas palabras como "amor" "primera" y "futuro".

Los reyes de Corona contemplaban el baile con un brillo de felicidad.

— Tu sonrisa es radiante —susurró el joven.

— Son las perlas —dijo la princesa sonriendo divertida.

—Ninguna joya brillaría de esa manera en la que tu sonrisa o tus ojos lo hacen...

Finalmente había llegado el momento de despedirse.

—Espero bailar nuevamente con usted, princesa Punzie...

— Espero que volvamos a bailar príncipe Jack...



Amantes al compás/ #JackunzelAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora