𝔃𝓵𝓪𝓽𝓷𝓲 𝓻𝓪𝓽

CROACIA

Para Jungwoo, la vida que lleva actualmente es todo lo que alguna vez deseó.

El agua cristalina, los botes blancos a lo lejos, piedritas pequeñas como arena, la brisa salada y el ambiente tranquilo eran algo que solo veía en sus sueños y de pequeño solo pensaba: 'Algún día me gustaría vivir ahí, así'.

Y Jungwoo lo obtuvo. Aún no comprende cómo es que todo sucedió de manera tan rápida y espontánea. Siempre piensa en como un día estaba frustrado queriendo desaparecer de todo y todos y al día siguiente ya estaba alistando maletas para irse a Bol. Desde hacía muchísimo tiempo andaba buscando un lugar en el cual vivir alejado de todo y simplemente empezar un nuevo rumbo en su vida, algo totalmente distinto algo que estaba acostumbrado pero sin duda algo que lo fascinaría descubriendo experiencias nuevas.

Encontró el lugar perfecto gracias a una amiga suya, ella había estado viviendo por aquí y por allá y le avisó de una señora de tercera edad buscando alguien que le ayudara con el quehacer en la casa y a cambio le daba un cuarto para vivir allá. ¿Qué más necesitaba?

Puso la gran parte de sus cosas en una maleta, de las pocas que tenía, pagó la renta faltante y se despidió de su vida en Corea. Cuando tuvo tiempo para pensar fríamente en lo que había hecho ya estaba en un avión viajando a Croacia. Decidió que era lo mejor, después de todo, solo sería por una temporada, muy larga tal vez.

Ni bien pisó Croacia fue como si el tiempo empezara a volar, no pasó mucho antes de ver que ya estaba en un ferry adentrándose a Bol. Caminando entre las calles angostas con árboles y plantas, casas con paredes de piedra y en su mayoría blancas, con un aspecto antiguo y al mismo tiempo acogedor y hermoso.

Jungwoo se enamoró de la ciudad en tan solo un día, cuando llegó a la casa donde viviría por un largo tiempo no pudo estar más que satisfecho, era la vida que siempre imaginó.

— Puedes visitar la ciudad si quieres, saldré con unas amigas así que estará un poco aburrido por aquí.

— Gracias.

Para ser sincero, estaba un poco sorprendido de que la señora hablara su mismo idioma, pero eso facilitaba un poco las cosas para él. Ni bien entró a la casa ella le enseñó su habitación que era por cierto bastante acogedora con una vista al mar impactante. Fue amable con él mientras le explicaba qué cosas eran en las que más lo necesitaba, sus horas libres, el tema de la comida y el hospedaje en general.

Jungwoo alistó su ropa de baño rápidamente y salió a caminar por ahí. Cuando llegó al punto central del lugar, no pudo conectar su cerebro con sus emociones. Todo era exactamente lo que un día soñó y ahora era totalmente real, se sentó lentamente cuidando de no tropezarse y miró directamente hacia el mar disfrutando la brisa que pasaba por su cara y del sonido del mar a sus espaldas. Ese lugar, justo ahí sentado, era perfecto.

Y en ese instante el tiempo parecía pararse, como si estuviese pasando en cámara lenta. Entonces Jungwoo dio un profundo suspiro y se permitió relajarse y olvidarse lo que un día fue.

Esa se volvió su rutina por lo menos durante 3 meses. 3 meses totalmente desconectado de lo que significaba el mundo exterior, viviendo con aquella señora de quien cada día se volvió más cercano llegando a ser como una madre para él, contándose diversas anécdotas que podían pasar el día a día o de su pasado. Aunque no era algo de lo cual Jungwoo disfrutara conversar. Siempre es bueno escuchar a otras personas y ponerse en su lugar imaginando lo que uno hubiese hecho, pero es distinto cuando eres tú el afectado. No, él simplemente prefería guardárselo por un tiempo más, y cuando ya no pudiese más simplemente empezar a desahogarse hasta que ya no hubiese nada más que decir.