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Capítulo dedicado a aly_flores
Gracias por apoyar mi trabajo hermosa❤.

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Hiccup miró las escaleras dónde anteriormente la peli-roja había ascendido, definitivamente ésa chica lo volvía loco.

Salió del castillo directo a donde chimuelo se debía encontrar,  mientras en su cabeza no sacaba de las palabras de la joven "Interferir en el amor y viceversa " era algo que definitivamente no le gustaba.

Pero pensar quien había ganado el valeroso corazón de Mérida lo hacía ponerse triste.

Ella ya hacia años que le gustaba,  que decía gustar,  la amaba como pocas cosas en la vida se pueden amar. La amaba de tal forma, que al darse cuanta de su amor por ella la dejó, y decidió poner final a sus sentimientos, ya que un espíritu como el de la joven no podría amar a una persona como la suya.

Un descoordinado,  tonto,  loco,  débil,  y muchas cosas más, siempre quiso mejorar inconscientemente, quiso estar a la altura de su amiga, y sin querer se hizo un domador de dragones.

Y ahí, es dónde su vida cambio, todas las chicas lo alababan,  entre ellas Astrid.

Decir que no le llamaba la atención tener a tantas chicas sería una vil mentira.

Así que empezó su vida de mujeriego,  tratando de olvidar a su bella princesa,  la bella princesa capaz de vencer a un oso.

Suspiró,  ya qué hoy había sucedido algo que él no tenía pensado.

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Mérida salió de el comedor y al instante el oji-verde se levantó,  pero Astrid lo retuvo.

— Hiccup,  déjala — lo jaló la rubia.

Él la miró mal,  y cuándo estaba a punto de zafarse del agarré de su "amigovia" un voz de más se escucha.

— ¡Oh por los dioses!  No puedo creer que está niña lo haya hecho — la madre de Mérida se sostenía la cabeza  — En serio lo siento Hiccup.

Hiccup la miró y se volvió a sentar resignado.

— No se preocupe majestad — le dijo sonriendo y apartándose del agarré de Astrid— más aparte,  creó que yo también hubiera salido corriendo.

Trató de defender a su amada,  él claramente no quería que se casará.

— Hiccup,  verás — hablo esta vez el rey — no la íbamos a comprometer con un extraño,  conocemos muy bien a nuestra hija como para saber que antes de casarse, uirá del reinó —

Éso le llamo la atención.

— Nuestra intención era anunciarles que ambos se iban a casar — le dijo eso y  abrío mucho los ojos,  casi y  se salieron.

La cara de Astrid no era mucho mejor.

— tú padre ya dió la autorización, solo que debíamos decirles,  pero claro,  mi terca hija siempre igual — volvio a reprocharse la mujer.

— ¿Y-yo...  y Mérida...  Casarnos?  — dijo entrecortado.

— así es hijo — le respondió la reina amable pero aun con su expresión de enfado.

Se quedo completa mudó, empezó a temblar un poco y se levantó lento, camino hacía el lugar de la reina tratando se parecer sereno, colocó su mano derecha justo en su pecho y la otra detrás de su espalda, así solo para inclinarse completamente, mostrando su nuca y cerrando los ojos nervioso.

— Sería un honor para mi ser aceptado como un candidato para ser el esposo de su hija, mi reina — levanto un poco la cabeza volteando su mirada hacia la reina, mostrando una seguridad que no creyó tener.

Está le sonrió completamente conmovida, no entendía como su hija podía rechazar a ese joven, pero mientras tanto la cabeza de Hiccup solo había una cosa, sería el esposo de Mérida.

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Llegó con su dragón, que no dudó en saltar detrás de él en cuanto lo vió, pero este solo podía rascarse el cuello completamente agobiado.

— Hola chimuelo — lo acarició — ¿Estas cómodo aquí? — pregunto pero rápidamente pudo ver el gran caso con todo tipo de peces y otro con hermosa agua cristalina — Ya veo que si.

Suspiro y se sentó a un lado de él, el grado lo miro extrañado y solo pudo sentarse a su lado observando sus movimientos.

— Ella está enamorada chimuelo — le dijo mirándolo a la cara triste.

El dragón abrió mucho los ojos, sabía lo que la pelirroja significaba para su amigo, así que envolviendo su cola al rededor del chico solo le lanzo un gruñido.

Hiccup sonrió ante el acto de su dragón — lo único que me queda, es esperar que me acepte — se recargo en sus brazos hacía atrás, suspirando y observando la Luna en paz, o en media paz hasta que una voz aguda y vibrante lo saco de su ensañamiento.

— ¿Y por que tan solo capitán? — habló cantarinamente la rubia para pararse frente a él inclinándose un poco.

Hiccup la miro hacía arriba, se tocó la frente rascandola un poco, solo así se levantó y se acercó hacía ella.

— Solo hablaba con chimuelo, ya sabes — dijo esta vez caminando hacia la comida de aquella terraza, se recargo y empezó a observar las estrellas, sabía porqué estaba ahí Astrid.

— ¿De verdad te vas a casar? — le dijo quedita mientras se colocaba a su lado — es decir, no veo de tí siendo un rey, ni siquiera como el líder de la aldea ¿Realmente vas a aserlo? — decia pujando la chica entre exhalaciones algo exaltada.

Hiccup suspiro, ella tenía razón, realmente no sabía cómo sería un rey, no quería siquiera ser el líder de su aldea, cosa que su padre ya había comenzado a meterle en la cabeza, pero, también no podía ignorar sus sentimientos y el beneficio que tendría casarse, ni siquiera por ser un rey, simplemente Mérida sería su mujer, su esposa, y si no era él, tendría que ser obligado a ver como la mujer de sus sueños y el amor de su vida se iba con otro hombre. Se exaspero, metió los dedos de sus manos entre sus cabello y los jalo un poco mirando hacía abajo, pues a pesar de eso, sabía por propias palabras de la pelirroja que no lo amaba, pero seguía terco, se negaba a desechar esa oportunidad.

— Hiccup, no te tienes que obligar a ser rey solo por compromiso ¿sabes? — volvió a hablar la chica rubia, Hiccup la miro de reojo, estaba sonroja dar y miraba hacía un lado disimuladamente — Sabes, tienes más... opciones. — esta vez si lo miro a la cara y sus ojos se encontraron, la chica se acercó un poco más y le acarició el torso de la mano.

Hiccup tragó, pues Astrid tenía una habilidad especial para ponerlo nervioso, ella era como una maestra para él, era osada, fuerte, buena en todo lo que hacía, inteligente, hermosa, y definitivamente se ubiera enamorado de ella si no fuera porqué unos lindos y redondos ojos azules con pecas en los alrededores le habían capturado el corazón, sin embargo para él Astrid era como una droga, algo adictivo, pues como el había dicho, le había enseñado muchas cosas, desde cazar, pelear y planear como la mejor amiga que era de él, también le había enseñado lo que era el verdadero amor y calor de una mujer, le había enseñado lo que era sentir fuerte en la sangre..

Entonces se pudo concentrar en ese beso, ese beso acalorado que estaban compartiendo como en muchos otros, la tocaba y gozaba de su tacto, pero entonces algo se le vino a la mente, la misma imagen de esa chica atada a su cintura pero con una enorme cabellera de fuego y una linda piel de porcelana, cerro los ojos tratando de seguir con esa fantasía, para depronto ser malviajado de esa imagen, transformándose, a una donde le mostraba a la chica igual pero el no era el que la tenía, no era él, otra la besaba la tocaba, la tenía,  cerro los ojos frustrado y se separo de aquella rubia de inmediato, aquel calor que logró sentir se había ido por completo, encontrario, se sentía enojado, furico, así que solo se retiró de aquella terraza directamente a su alcoba para poder dormir y descansar, para simplemente olvidar el hecho de que esa mujer que tanto lo volvía loco no quería estar con él.

|| I hate everything about you ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora