|| IV ||

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Miraba atentamente el fuego de aquella chimenea, se sentía agotada mente triste, sentía el corazón completamente destrozado, suspiro agobiada y acalorada de la cara, había estado mucho tiempo frente al fuego, se levantó y camino hacia su balcón.

— ¿Entonces tendré que casarme? — pregunto al aire resignada, ahora sintiendo el aire frío en su cara, al mismo tiempo que una tibia lágrima bajaba por su mejilla derecha, que al instante de que su puerta se escuchó abrirse seco con rapidez y disimulo.

— Merida ¿En que estas pensando saliendo de esa forma del comedor? — había ingresado su madre completamente enfurecida — ¿Que clase de formaran salvaje es esa de actuar? —

La chica volvió entrar a su alcoba mientras escuchaba todos los alaridos de su madre que furiosamente reclamaba, así que lo único que ella pudo hacer fue tomar su espada y volver a practicar con el pilar de su cuarto.

— ¡Merida! ¿Me estas escuchando? — grito su madre aún más enojada

— Madre, no quiero casarme, es mi  vida, quiero elegir con quien esposarme, a quien amar, no quiero a cualquier hombre a cualquier— hablaba y no pudo evitar pensar en la escena de Hiccup y Astrid compartiendo un acalorado beso — Mujeriego — friluncio la nariz y esta vez apuñala tan fuerte el pilar que la espada ya no quería salir.

— Merida, se que tienes tus dudas sobre el matrimonio, yo las tuve, pero sé es que será un buen esposo — dijo su madre Serena.

La pelirroja logró sacar aquella espada — No me digas, pues me reuso, no me voy a casar, quiero ser libre, ¡quiero elegir! — grito lo último tirando la espada.

— ¡No me alces la voz jovencita! Te cásaras y punto, él ha aceptado, y suerte tenemos de que te acepte tal y como eres — dijo volteando de regreso a la puerta — Tu boda no es el fin del mundo.

Mientras tanto la joven solo pudo tirarse a la cama completamente enojada gritando a la almohada para tapar sus gritos.

...

El vestido estaba demaciado ajustado, apenas sentía que podía moverse y más de en alguna ocasión sintió claramente como le pellicaba la piel de los brazos, se miro al espejo, se sentía tan ridícula, simplemente obligada y aborchornada, fruncio la nariz al verse la cabeza, completamente aplastada y sin color, las mucamas seguían dando unos últimos toques a aquel vestido así simple y rápidamente se saco un pequeño mechón de cabello, un hermoso, pequeño y bien formado Riso se asomo de aquella capucha que llevaba en la cabeza, solo así aceptó un poco aquel reflejo.

— Valla, si que te vez bella ¿no Mérida? — escucho aquella burlesca voz detrás de ella, volteo como pudo y solo así pudo observar a la rubia que como ella en ese momento estaba con sus prendas de gala, pero muy a diferencia de ella, su vestido era blando y liviano, suave de llevar, su cabello estaba suelto y tenía un hermoso tocado de flores, también algunos adornos de plata se veían en sus prendas, sin contar que sus caderas , sus pechos sin contar su cintura, le daban aquella figura esbelta y bella, esa que cualquier mujer quisiera desear, solo rechino los dientes.

— Tú también te vez bella Astrid — dijo refunfuñando, su madre estaba detrás de ella observandola y midiendo sus movimientos.

— ¡Astrid! Te vez hermosa — empezó a hablar su madre completamente feliz.

— Gracias mi reina — se inclinó y sonrió cerrando sus ojos.

— y dime ¿ya llegaron? — preguntó la reina con una sonrisa y juntando sus manos...

— así es mi reina, ya llegaron, ahora sólo están esperando que habrán el gran salón con ustedes esperando dentro — dijo la chica suave y sonriente.

— entonces no hay que hacerlo esperar — respondió Eleonor y solo con eso bastó para que empezarán a caminar rápidamente hacía el salón principal, ahí rápidamente pudo visualizar a su padre sentado en el trono principal, sus hermanos jugando y su lugar en el trono, dónde se iba a sentar.

Apenas lo hizo se lanzó hacía atrás completamente incómoda y cansada, suspirando agotada, pero no duro mucho en aquella posición pues pronto su madre la acomodo y se sentó en su respectivo lugar, todo bajo la atenta mirada de su pueblo, y solo entonces así empezó a escuchar como unos tambores sonaban al capaz de unas flautas creando una dulce y acorde melodía, para justo después se abrieran las puertas de madera de arce dando paso a toda una aldea de gente que curiosamente ya conocía, todos se pararon a unos cuantos metros de distancia uno del otro, ahí es cuando pudo ver como aquel hombre grande, barbudo, músculoso y pelirrojo al igual que su padre caminaba seguro hacía enfrente de ellos, más específicamente su padre y madre, que al momento de que este se acercó no dudaron en levantarse he ir a saludar completamente gustosos, todo mientras el corazón de Merida iba al mil por hora.

— Queridos colegas y..súbditos, ...es un placer, ...para nosotros que hoy estemos reunidos  .. — decía su padre tartamudando, mientras su madre solo rodaba los ojos enfadada.

— Para la presentación del candidato — terminó la frase de su padre alegre y entusiasta tomando la mano de su marido, mientras tanto aquel hombre, aquel hombre hizo lo que tanto odio pensar.

— Yo soy Estoico, líder de Beerk, y hoy mi hijo, domador de dragones, y Guerrero de nuestra aldea ha venido a ser candidato a la mano, de la princesa Merida — ahí entonces y solo entonces Merida que se había escondido en aquella capucha, asomo un poco la vista viendo a aquel hombre que ya conocía, a aquel chico que había visto tan solo ayer besarse muy agustamente con la rubia a su lado, que al igual que siempre se encontraba completamente empalagada a él, o eso hasta que él chico saliendo de la protección de su aldea se posiciono frente a la pálida y asustada princesa que tenía los ojos abiertos,junto con una respiración dolorosa corriendo por su pecho, se inco y agachó blando la cabeza.

— He venido aquí, a proponerte matrimonio, rogando que aceptes permanecer a mi lado — eso lo dijo volteando la mirada hacía la de ella, que solo lo veía completamente incrédula.

Hiccup se retiró completamente neutral posicionándose nuevamente al lado de su padre y Astrid, todo bajo aún la escandalizada mirada de la pelirroja pálida.

Apretó la mandíbula mordiendose la lengua y conteniendo las ganas de llorar en ese momento, era un maldito descarado, un maldito mujeriego, un completo idiota en ese momento ante sus ojos, quería llorar.

— El torneo se llevará a cabo el día de mañana, donde se llevarán acabo tres retos, de habilidad, fortaleza y fuerza,  donde el primogénito de el líder de la aldea podrá participar para ver si es digno que nuestra princesa, y donde también se le será impuesto un retó, uno que será elegido por nuestra propia princesa — escuchaba a su madre a lo lejos, pero ella solo veía a aquel hombre que también no apartaba la vista de ella, casí, casí en forma de retó, reclamando porqué no había dicho aquella verdad que en ese momento le calaba el pecho, aún amandolo, no lo aceptaba, no lo hacía, calladamente se levantó y juntado sus manos frente a ella suspiro.

— Yo elijo, arquería — habló completamente tranquila, ahora con una mirada molesta hacía aquel chico...

— ¡Que los juegos, comiencen!

|| I hate everything about you ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora