Capítulo 9. Necesidad

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Chat Noir saltó un último tejado para  finalmente llegar a ésa casa, ésa en la que tenía tantos buenos recuerdos de ambos, que, aunque pareciera extraño o apresurado, se había vuelto su lugar preferido en todo el mundo. Sonrió divertido, poco a poco comenzaba a comprender la magnitud de sus problemas hacia ella. Suspiró, pues el camino hasta allí se había sentido tan jodidamente eterno, que las ganas de verla ya lo estaban desesperando.

La escotilla hacia su habitación estaba abierta, por lo que no dudó un segundo y entró, su corazón comenzó a latir con rapidez, pues al fin, luego de todo esos días de aislamiento que pasó buscando una verdad, podía verla con libertad. Al menos, estar cerca de ella por un rato, aunque fuera mínimo, le traería la paz y la confianza para decirle todo a Ladybug, y, aunque aún no terminase de creerlo, terminar con la maldad de su padre.

Una vez dentro, inspeccionó su entorno para después caer en la cuenta de que el cuarto se encontraba vacío, así que se sentó sobre aquel  diván que se había vuelto tan especial para él y se dedicó a esperarla. Se sorprendió a sí mismo al darse cuenta que, si llegara a ser necesario, se quedaría allí eternamente.

Sólo unos minutos más tarde, Marinette entró sonriendo, llevaba algo en su mano que sostenía con fuerza. Era una pulsera.

—Oye, Tikki, a que no sabes lo que... ¡Chat Noir! ¿Qué... Qué es lo que estás haciendo aquí?— hablo con nerviosismo.

Adrien se levantó con cuidado, respiró profundo y se acercó a ella. Estaban frente a frente, sus miradas conectadas demostraban todo lo que intentaban ocultar. Chat sonrió tristemente y terminó con toda ésa distancia que los separaba.

Era el abrazo más acogedor y reconfortante que había tenido desde que su madre murió. Aspiró su aroma a galletas mezcladas con un leve olor a naranjas y se dejó llevar por las sensaciones que se creaban en su pecho. Entonces, por fin lo comprendió, su hogar, su descanso, su felicidad... Era ella. Simplemente ella.

—Te extrañé, Princesa... Te extrañé demasiado.— susurró sin hacer ademán de querer soltarla. Allí, entre sus brazos y cuello, estaba perfectamente bien.

Marinette comenzó a llorar. Algo ardía en su alma, algo andaba mal, algo era extraño e inusual. Era él... ¿Verdad?

—Chat... No te vallas... Ya no te vallas nunca más. ¿Me oíste?— suplicó aferrándose con fuerza al cuerpo del super héroe enmascarado.

Adrien acarició su cabello con ternura, observando cómo ella escondía su rostro en su pecho. Estaba bien. Después de todo, el primer paso era aceptarlo.

Y ya lo había hecho.

Tenía sentimientos por su compañera de clases.

Unos muy fuertes.

—De acuerdo. Aquí estaré.— aseguró, sin soltarla. —Y gracias... Gracias por ser mi escape. En verdad eres increíble, Princesa.

Marinette se sentía feliz y completa. A pesar de que aún no comprendía mucho de lo que sucedía en su interior, el estar tan cerca de Chat Noir la hacía sentir segura y... Querida.

Hasta que de pronto, mientras Marinette movía sus manos de arriba hacia abajo acariciando con afecto la espalda de Chat, sin darse cuenta tiró algo que se encontraba en uno de los bolsillos de su traje, y  sintiéndose torpe, se apresuró a recogerlo.

Eran fotos.

Fotos de Gabriel Agreste, el padre de Adrien.

Y fotos de Hawk Moth.

Acaso esto era... ¿La verdadera identidad del villano descubierta?

—Chat... ¿Qué es esto?

No estaba equivocada.

Gabriel siempre fue Hawk Moth.

...

Bajo la misma Luna (Marichat) [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora