No hace más de un mes desde que toda esta locura cambió mi vida y ya forma parte de mi día a día. Lo que comenzó como un grave y pesaroso error gradualmente se ha convertido en un elemento más que cotidiano. ¿Lo mejor de todo? Me encanta. No solo un día ni dos, sino la totalidad de mi vida pasaría encallado en aquel momento, uno que, por suerte -y desgracia para otros-, se repite semanalmente y con más pasión y vigorosidad al pasar de los días.
Si me hubieran preguntado acerca de mis expectativas sobre el Cortijo Barrera una o dos semanas antes de marchar probablemente me habrían sobrado dedos para enumerar una escueta lista de acontecimientos que esperaba de mi estancia. Cosas normales y, en buena parte, deducibles de alguien como yo: pasarlo bien con mis amigos, jugar al volley, al lobo, a las cartas; tomar buenos baños en la piscina, beber moderadamente y ser capaz de mantenerme al día con el mundial. En mi interior, ya existía, de manera latente, un tímido atisbo de ilusión e incertidumbre por la posibilidad de besarme con alguien de buen ver. Para mi desconsuelo, la amplia mayoría de los futuros residentes estaban emparejados y mi nobleza y fidelidad me impidedía intervenir.
Al fin llegamos al recinto, un enorme cortijo rural donde mis amigos y yo pasaríamos una semana alejados de la ciudad y los prejuicios de una sociedad que castiga a los diferentes como yo. Allí podríamos gritar, bailar, poner música a máxima potencia sin precaución ninguna por los vecinos, hacer los inútiles, vaguear, invocar a Belcebú... cualquier cosa. En resumen, ser nosotros mismos. La anarquía encarnada del más sano y respetable modo. Encarna, la dueña de la casa, vendría cada mañana a cuidar las plantas y llevar a cabo el plan de mantenimiento de la piscina, un insignificante hecho que ulteriormente se convertiría en un grave problema -pero eso toca más adelante-.
Apenas hube sacado las maletas del maletero cuando una empírea figura me cegó por completo. Apareció ante mí tras casi dos semanas de contacto nulo y el Sol junto con los alrededores rurales realzaban su belleza natural. Su loable apostura evocaba las más frescas tagarninas. Frágil como las rosas, mas con la resistencia de un higo chumbo. De personalidad afable, era inflexible, cual espárrago triguero aún inmaduro. Dicha hermosura sólo era comparable a la libre naturalidad de los prados españoles, cuyos girasoles relegaban el heliotropismo para dejarse orientar por sus voluminosas tetas. ¡Quién fuera agricultor para plantar sus surcos! Con ese culo un escardillazo no es lo único que le daría...
Aunque nos conocemos desde hace un tiempo considerable, no fue sino hace unos meses que me decanté por intentar flirtear con ella. Es un hecho contrastable que mis pretensiones no fraguaron, pero por intentarlo no perdí nada. Sin embargo, cuando pisé suelo bosqueño, algo cambió dentro de mí. "Si no es ahora, no será nunca. Este es tu momento." Pensé. En ese fugaz instante mi vida pasó como una flecha. Me tenía que poner las pilas, dar lo mejor de mí para, al menos, conseguir un beso suyo -o que me diese la manita en su triste defecto. Algo es algo.-
- ¿Te ayudo con el equipaje? - Pregunto intentando establecer un primer contacto.
- Te estás muriendo en vida para poder llevar dos bolsas de mierda. ¿Crees que vas a poder con mi maleta encima? Por si no lo sabes llevo siete pantalones, once camisetas, dos jerseys, cuatro chaquetas, una docena de bragas, otra de sujetadores, cuatro pares de calcetines, seis camisetas interiores, cinco pares de chanclas, dos de tenis, el cepillo de dientes, la pasta de dientes, hilo dental, champú, gel, crema hidratante, crema solar, protector de labios, un peine corto, otro largo, un espejo, gomina, secador de pelo, las planchas, el kit de menstruación, tres cuchillas, espuma, after-shave, colonia, desodorante, una caja de maquillaje, el joyero, pañuelos, toallitas húmedas, corta-uñas, pinzas, una mini-toalla, profilácticos, el pijama, un antifaz para la luz, tapones para los oídos, una funda para la almohada, el saco de dormir, una mochila, una cantimplora, un GPS, el mapa local y una brújula, unos prismáticos, una tienda de campaña, los bikinis, la toalla de la piscina, dos balones, un pareo, las aletas de buceo, una colchoneta, dos cinturones, un paraguas, una bufanda, guantes, una gorra, una visera, gafas de sol, las lentillas, jabón biodegradable para lavar la ropa, un reloj-despertador con vibración, pastillas habituales, tiritas, betadine, gasas analgésicos, pastillas para la diarrea, repelente de insectos, antihistamínico, pastillas potabilizadoras, gel antibacterias, adaptador europeo de enchufe, el móvil, el cargador no porque está en la bolsa de mano, el portátil, el cargador del portátil, un bloc de notas, trece bolígrafos, la cámara de fotos, tarjetas de memoria, varios objetivos, un trípode, un disparador automático, cuerda, pinzas para la ropa, cinta americana, una mosquitera, cinta para el pelo, una navaja multiusos, el costurero de viaje, un kit anti-violaciones, un candado para cerrar la maleta, cerillas, mechero, un paquete de velas, el DNI, el pasaporte, la tarjeta sanitaria, dinero y comida.
-¿Y por qué traes todo eso? - Añado con una tímida sonrisa para intentar aliviar la situación.
-Por si acaso. - Responde tajantemente.
Agacho la mirada y marcho en busca de mis amigos. No puedo continuar con esto. No entiendo por qué se comporta así conmigo, cuando precisamente yo he sido quien ha estado a su lado durante her darkest hours apoyándola incondicionalmente.
Ni imaginarme podría entonces que lo que comenzó como una preocupación a resolver propiciaría el advenimiento de una de las mejores épocas de mi vida. Ninguno de los dos lo esperábamos; simplemente ocurrió.
-Oye, ¿puedes venir? - Treinta minutos después de tan bochornosa situación soy llamado y acudo con presteza. Al aproximarme desacelero para no parecer demasiado interesado. Ahora más que nunca he de cuidar mis movimientos.
-Dime, Celia.
-Siéntate, creo que te debo una disculpa. -Murmura al apoyar su mano sobre mi muslo.
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Cómo acabé durmiendo en el Río Pícaro con tres céntimos en la funda del móvil
FanfictionHistoria basada en los integrantes de Pγ cuyos hechos son plenamente ficticios. Os quiero ❤