—Oye, ¿puedes venir?
—Dime, Celia.
—Siéntate, creo que te debo una disculpa.
—Si es por lo que ha pasado con Carolina no tienes por qué disculparte.
—Sí, sí tengo por qué. Mira, en el coche ella y yo nos hemos peleado por la temperatura del aire acondicionado. Ella quería ponerlo a 22,3 ºC y yo a 22,5 ºC porque tenía frío. Luego me he cachondeado de ella llamándole calurosa y carapimiento, y creo que la ha pagado contigo cuando le has intentado ayudar. Sabes cómo es ella de independiente.
—Tan independiente que lleva una semana sin leerme los mensajes estando en línea. El último mensaje que me respondió fue un video de perritos que le mandé el 23 de junio a las 12:34:48. Pero bueno, supongo que estará muy atareada con otras cosas más importantes como hacer la maleta o tontear con Christian.
—Jesús, por favor, ya te lo he dicho michas veces. Christian tiene síndrome de Down y más de treinta años; es sólo un amigo de Carolina. Sabes muy bien que ella no es muy fan de ligar a distancia.
—Ni a cercanía, visto lo visto.
—Te noto resentido. No pienses más en eso. Pasa página. Si no has conquistado el corazón dorado de Carolina hasta ahora, no vas a cambiar nada en una semana. Y Jesús, te lo repito, no es por ti —Me toma de la mano y dirige su mirada hacia mis ojos—, es por ella. No quiere nada con nadie y es algo que has de saber y aceptar. Inténtalo con otra persona, empieza de nuevo. Vales mucho tanto físicamente como personalmente. Conozco a más de una que se tiraría de los pelos por poder catarte…
—Escucha: esta semana será mi ultimátum. Si para antes del domingo no he conseguido besar sus labios carnosos como el membrillo, cesaré todo intento por estar con ella e intentaré buscar a otra chica con la que obsesionarme.
—Muy bien. Consejo de amiga: no más comparaciones con cosas del campo. No es por nada, pero da mucho cringe.
Recuerdo que, tras tal intensa conversación, Celia se dirigió hacia la portería para dar de comer restos de bocadillo a los gatos pulgosos que allí vivían. Por mucho que hayamos intimado, aún sigo sin entender por qué se apiadaba tanto de los gatos, perros y demás animales abandonados en el recinto. Hasta tal punto llegaba su altruismo que en el tercer o cuarto día fue mordida por uno de ellos al intentar alimentarlos.
Al irse con los gatos, subí a mi futura habitación para deshacer la maleta junto a Álvaro Díaz y Álvaro León. Personalmente, me sentó mal que a última hora se cambiara de habitación para dormir con Raquel, sobre todo tras estar todo el día detrás de mí asegurándose de que fuera a estar en su misma habitación. Mirándolo con perspectiva, entiendo perfectamente su decisión, pero no hubiera sido yo quien hubiese actuado de tal manera. Por mucho que le pese a los demás, se me da especialmente bien afrontar con madurez ciertas situaciones. La represión nunca es la salida más efectiva de un problema, aunque sí la más fácil.
Son las siete menos cuarto de la tarde y voy a la piscina para darme un baño. Los alrededores están casi desérticos, tan solo Isaías y Chus en una tumbona cuchicheando y Álvaro Gálvez dormido en su toalla. Sin embargo, al dirigir la mirada hacia el agua el percal que me encuentro no tiene precedentes. Carolina y Domingo están subidos en el unicornio. Están demasiado cerca. Aparentemente están tonteando. ¿Soy yo o le acaba de hacer cosquillas? ¿Está acariciando su pelo? A veces parece que Domingo sólo sonríe cuando está a su lado. Aunque en parte le entienda —sobre todo cuando en ese momento sentía lo mismo al acercarme a ella—, me desalienta pensar que él esté consiguiendo lo que yo no he podido. Y más cuando ni qiiri nidi cin nidii y is ilgi qii his di sibir y iciptir. Pues me voy a cagar en toda su puta raza.
Con objeto de romper el encanto del momento, me tiré en bomba a la piscina causando un fuerte oleaje que consiguió que ambos cayeran al agua y, con ello, una de las situaciones más incómodas durante mi estancia en la casa.
Salgo del agua con menos oxígeno en los pulmones que caracoles en noviembre. Me limpio los ojos. Los abro. Noto algo rozando mi cara. SON LAS TETAS DE CAROLINA. SE LE HA SALIDO UNA TETA Y ME LA HA PUESTO EN LA CARA. NO. PUEDE. SER. VERDAD. ESTOY LLORANDO POR DENTRO. ¿SE LA TOCO Y DIGO QUE HA SIDO SIN QUERER? NO, JESÚS, ESO ES VIOLACIÓN. OLVÍDATE. DIOS. QUE ME HA TOCADO LA CARA. OYE. OYE. OYE. OYE. NO. AHORA NO. POR FAVOR. BÁJATE. JESULÍN, POR TUS MUERTOS, NO ME VAYAS A HACER ESTO AHORA. BÁJATE. PIENSA EN NIÑOS MUERTOS. RÁPIDO. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. NIÑOS MUERTOS. QUE TE BAJES YA, COÑO. CREO QUE LE HE ROZADO LA PIERNA A CAROLINA CON JESULÍN. ¿O HA SIDO A DOMINGO? ME ESTÁ ENTRANDO AGUA EN LOS OJOS Y NO VEO NADA.
—Oye, ¿estás bien? —Pregunta intencionadamente Carolina mientras me vuelvo a frotar los ojos. —Se me ha visto un poco un pecho, pero tampoco es para ponerse tan nervioso. —Se ríe para aliviar la situación.
—Sí, sí. Es que creo que me he dado un golpe en la cabeza al caer.
—No te preocupes, ¿se te ha puesto duro?
—NO. BUENO. SÍ. PERO… HA SIDO POR QUE SE ME HA IDO LA SANGRE A OTRO LADO.
—Claro, es normal. A mí también se me pone durita la zona donde me he dado el golpe. —Creo que se refería al chichón del batacazo. Menos mal que no se ha dado cuenta de que se me había puesto el nabo como una viga. Ahora solo queda alejarme de ella y salir de la piscina. Con la presión ya se me ha bajado el tema…
—Bueno, pequeñaja, me voy a ir saliendo para merendar algo. Tengo hambre y si me demoro más voy a perder el apetito para la cena. ¿Quieres que te traiga agua?
—No, déjalo. Yo bebo ahora de aquí, de la piscina.
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Cómo acabé durmiendo en el Río Pícaro con tres céntimos en la funda del móvil
Fiksi PenggemarHistoria basada en los integrantes de Pγ cuyos hechos son plenamente ficticios. Os quiero ❤