Con el vaso con cloro preparado para matar a Domingo entro en la puerta y, muy para mi sorpresa, me encuentro a Carolina dormida en el cuarto de Domingo sin nadie a su alrededor.
No sabía qué hacer. ¿La despertaba? ¿La dejaba dormir? ¿Debería haberme marchado? Sea como fuere, mereció la pena.
Cierro la puerta con cautela y me tumbo a su lado. Puedo oler su agradable perfume a Lilium candidum con un toque de Dermatofagoides pteronyssinus. Siempre usa el mismo perfume del Mercadona, y me encanta. Podría incluso afirmar que es una de las cosas que más cachondo me ponen de ella. Mucho más que verle los pechos. ¿Por qué? Porque la esencia de L. candidum evoca en mí cautivadores recuerdos de mi infancia trabajando en los conos de deyección de Caravaca de la Cruz.
Es tan cautivadora en su sueño que, gracias a una serie de complejas interacciones psicológicas, neurales, vasculares y endocrinas, comienzo a notar un aumento de presión sanguinea en la polla. Se me ha puesto más dura que el brazo de una grúa. Doy mis gracias a Jesús, Dios y Cristo, Siervo y Profeta, Verbo, Hijo del Hombre, Pastor y Pan, Señor y Rey, por darme esta oportunidad.
Aprovecho que está dormida para acercar mi mano a su prominente teta derecha, Margarita.
-Jesús... ¿Me puedes explicar qué haces?
-P... ppp... perdón, solo...
-Tenía una mosca, ¿verdad?
-Sí, eso. Una mosca en... tu mama derecha.
-Y... ¿sabes qué hacen las moscas?
-No...
-Chupar las cacas.
Rápidamente se desviste completamente y se trepa encima de mí, acomodando su enorme culo sobre mi miembro viril. Nunca ha estado tan duro. Mi bella durmiente comienza entonces a besar apasionadamente mis vírgenes labios mientras yo me entretengo agarrando sus cachetes y propiciándoles suaves azotes. Comienza a gemir.
-Jesús... baja... baja...
Como su esclavo, recibo atentamente sus órdenes y procedo a hacerle un cununililingus de esos que tanto me gusta hacer, no sin antes haber hecho una parada para comerle las tetas. Le doy un lametón en toda la pipa del coño que la pongo a gemir como una perra. Repito el mismo acto una y otra vez mientras, con mi dedo pulgar, acaricio solícitamente sus labios vaginales recién depilados. Cinco minutos después me pide que pare, me agarra con firmeza y se escurre debajo de mí. Principia una mamada con dos pares de cojones mientras pone su potorro en mi boca para que siga dándole sexo oral. Sé lo que quiere: un sesenta y nueve. A la vez que la complazco dando lo mejor de mí, siento su húmeda y cálida lengua abrazar mi glande con pasión. Nunca había sentido nada similar. Casi me quedo paralizado. Noto como cáda vez se va adentrando más en su garganta. Está caliente. Mi glande toca su campanilla. La saca y se la vuelve a meter como una colibrí regurgitando pan para alimentar a sus crías. La atrapa con su mano para sacudirla hacia arriba y abajo como si de un bote de ketchup Hacendado se tratase. Cada vez lo hace más rápido y mejor. Tengo ganas de correrme, pero a ella todavía le queda un poco.
-Carolina, bombón. Para por favor, no quiero eyacular aún.
-No. Métemela. Córrete dentro de mí. Hazme hijos. -Me responde mientras me toma de la mano.
Se sitúa encima de mí e introduce mi trabuco en su propia vagina mientras bota vivazmente sobre mi hercúleo cuerpo. Me llama gritando. Todos se pueden enterar.
-Jesús. Jesús. Jesús. JeSÚS. JESÚUUUUS.
Por mi cabeza pasa un terremoto.
-¡Jesús! ¡¿Me explicas qué cojones haces aquí?!
Me despierto y volteo mi cabeza para hacer un reconocimiento panorámico.
Me había quedado dormido. De nuevo, montando otra escena. Cuando Carolina se desveló, me vió y se asustó. De inmediato llamó a Celia, quien hizo videollamada con Cynthia y Delia. Ambas habían llamado a la policía documentando una violación -por haber dormido a dos metros de ella sin permiso-. Cuando vino el cuerpo policial, le expliqué el malentendido y se marcharon. Aprovechando su visita, dimos parte de la lluvia de cocaína para que retiraran los paquetes del cortijo. A cambio, me compensaron con un sobre que contenía diez mil euros. Chatarrilla.
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Cómo acabé durmiendo en el Río Pícaro con tres céntimos en la funda del móvil
Fiksi PenggemarHistoria basada en los integrantes de Pγ cuyos hechos son plenamente ficticios. Os quiero ❤