Parte 51: Un viejo alcalde

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Era por la mañana en Villa Raíz y finalmente había regresado el mes de Julio tras el veraniego arco argumental de Halloween... lo normal para el autor.

Nuestro protagonista, Ben Willis, está de camino al ayuntamiento, donde espera terminar pronto su jornada. Aunque al entrar encontró a otra persona.

"Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo?"

"Buenos días, usted debe de ser... ¿Willis?"

"Si, soy yo, ¿necesita algo de mí?"

El hombre era una tortuga y parecía muy mayor. Tenía gafas, barba y un sombrero de negro, además de un bastón para apoyarse.

"Verás, mi nombre es Tortimer, era el anterior alcalde"

"Oh, el anterior alcalde... le recuerdo de algún trofeo que hay en el archivo..."

"Si, fui el empleado del mes por cuatro años seguidos"

"¿Qué pasó el quinto?"

"Contraté a alguien para ayudarme" - dijo en seco

Canela estaba ausente, algo extraño en la naturaleza de la secretaria.

"Me ha extrañado no ver aquí a Canela, ciertamente"

"Normalmente ella es la primera en estar aquí"

"Seguro que dices cosas como Señor Alcalde, no puede hacer eso, tenemos que cumplir con el horario incluso si es festivo, ¿no?"

"Más o menos" - rió un poco el humano

"Me dio una gran sorpresa cuando me habló de ti" 

"¿En serio?" - preguntó algo nervioso

"Si, originalmente encargué a un amigo el puesto de alcalde, pero no he oído nada negativo de ti" - sonrió la tortuga

"Eso es bueno... intento hacer un buen trabajo"

En ese momento Canela entró por la puerta, parecía algo cansada, como si hubiera echado una gran carrera. Sin darse cuenta de la presencia del anciano.

"Lo siento... señor Willis... hubo un problema con Al y Paca..."

"No pasa nada, me extrañó no verte aquí"

"¡Lo siento mucho señor Willis!" - la perrita alzó la mirada, viendo a la tortuga - "¡Alcalde Tortimer! ¡¿Qué hace usted aquí?!"

"Vengo de visita..."

"¡No quería dejar solo el ayuntamiento! ¡Lo siento mucho alcalde Willis y anterio alcalde Tortimer!" - gritó avergonzada

"No pasa nada, Canela, no ha..."

"¡Vaya faena!"

La secretaria se marchó corriendo hacia la habitación del pánico, algo a lo que ambos alcaldes estaban ya acostumbrados.

"¿Puedo saber por qué tenían una habitación del pánico?"

"Empezó como una sala de descanso, por mis problemas de sueño..."

"Y Canela la volvió su habitación del pánico..."

"Conmigo no se sonrojaba" - reía un poco la tortuga - "Solo se ponía nerviosa"

"Será por la edad..."

"Si, será por eso" - siguió riendo 

Tortimer se acercó a la puerta del sótano, la tocó tres veces y comenzó a hablar.

"Canela, sal, no has hecho nada malo... ya me han comentado el buen trabajo que haces en el ayuntamiento, realmente te estás esforzando..."

"¿Ese truco no funciona solo con los perros?"

La puertecita empezó a abrirse poco a poco, como si fuera un animal indefenso.

"Si me disculpan... volveré a recepción..."

"No te preocupes, me iré en breve" - comentó algo alegre - "Venía solo a conocer al nuevo alcalde y saludar a mi vieja secretaria"

"Siempre será un gusto recibirle, antiguo alcalde Tortimer"

Tortimer siempre fue un alcalde bastante orgulloso, con cierto ego. Esas palabras de "antiguo alcalde" realmente eran como clavos para su pecho, a pesar de su sonrisa.

Pero ya era hora de pasar el testigo a una nueva generación.

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