Parte 23: Un minero

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Tras un encuentro con el nuevo alcalde y su secretaria tirana de los dientes de león, el minero conocido como Harry volvió a su trabajo en la mina.

Allí le esperaba un topo con una máscara igual, solo que más bajito y sin toda la sangre que portaba el que parecía ser su jefe.

"Ya era de que volviera, señor Harry, queda mucho trabajo por delante"

"Estaba ocupado, William, conociendo al nuevo alcalde"

"¿Alcalde? ¿Este pueblo tiene alcalde? ¿Y cómo se llama?"

"Pues... no le pregunté... supongo que se me olvidó"

"Mire que olvidarse de algo así de importante... seguro que si el señor Rese T.Do se ente...."

Rápidamente fue agarrado por Harry, quien no dudó ni un solo momento en estrangularlo antes de que pudiera terminar la frase.

"¡No vuelvas a mencionarlo! ¡Nunca lo menciones!"

"No... puedo... resp... irar...."

"Oh, cierto, necesitamos aire para respirar"

"Arff... arff... superelo, jefe...."

"Tu no sabes lo que es trabajar con Rese... esta sangre es prueba de ello"

"¿Cuando va a contarme lo de la sangre?"

"Cuando me venga en gana, ahora cállate y a trabajar"

"Pero es hora del bocadillo... tengo hígado encebollado..."

"He dicho que a trabajar" 

Los mineros comenzaron a trabajar, picando las piedras y transportando el carbón que recogían, hasta que llegó la hora del descanso.

"¿Y para qué te fuiste antes?" - preguntó William - "¿Era solo para conocer al alcalde?"

"Quería advertirles de la leyenda del minero Redyn"

"¿Otra vez con eso? Es solo una leyenda urbana"

"El día en que Redyn vuelva y te empale con un pico no te quejarás tanto"

"Hombre, poco podré quejarme, en principio porque estaría muerto"

"Ya estás con tus cosas de universitario, señor título"

"Al menos tengo estudios"

"Más respeto o tendrás que pasar la próxima nochebuena en la mina trabajando" - le amenazó con cierto enfado

"Lo que usted diga, señor Harry..."

"Ahora terminemos que quitar toda esa sangre de la mina"

Mientras tanto, para cerrar alguna subtrama anterior, regresamos al ayuntamiento de Villa Raíz, donde el alcalde se encuentra inmerso en su trabajo.

"¿Por qué todos los jardineros son tan raros?"

"Alcalde Willis, ya he vuelto" - anunció la secretaria

"Canela, ¿has colgado el anuncio para el empleo?" 

"Si, señor Willis, y también le he traído esto..."

La perrita le entregó unas pocas plantas de dientes de león, con un rostro que era mezcla de arrepentimiento y de vergüenza.

"¿Es por lo que dijiste de los dientes de león?"

"Sigo pensando que son... hierbajos... pero usted los encontraba bonitos así que pido disculpas si le he ofendido"

"¿Has practicado tu frase antes de entrar?"

"Tres veces" - le reveló más avergonzada - "No me salía la última parte"

"Gracias, supongo, las dejaré en mi lapicero" - dijo con una sonrisa 

"Si alguna vez digo algo más que le ofenda, por favor dígamelo"

"¿Puedes dejar de hablarme de usted? Parece que me pones veinte años más"

"Pero... usted es mi superior...."

"Pero me haces sentir muy viejo"

"Usted no es viejo, a pesar de llevar traje, sombrero y tener extraños gustos"

"No son gustos extraños" - se quejó cruzado de brazos

Y ambos se quedaron hablando mientras los mineros continúan trabajando. Un día medio normal en el pueblo de Villa Raíz.

Animal Crossing: Wattpad EditionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora