Capítulo 3.

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En mi mente solo rondaba: Será un buen día, lo presiento.
Por la mañana tome un licuado y salí de casa rumbo al gimnasio. No llevaba mucho tiempo yendo, pero me gustaba ir a desestresarme, platicaba mucho con mi instructor, era entretenido, me contaba todas sus historias de adolescente rebelde, enriquecedor para una niña de casa como yo.

-Buenos días bonita- Escuché hablar a Barth del otro lado del teléfono. Sonreí al escuchas su tono tan dulce de hablarme siempre.
-Holi, ¿cómo amaneciste?- Sinceramente sabía la respuesta pero como buena novia tenía que preguntar.

- La verdad me siento un poco mal amor, me duele mi cuerpo y mi estomago-

Sabia la respuesta porque Barth tomba muchas cosas para tener un cuerpo musculoso, y seguia una dieta muy rigurosa, era importante para él, pero a mi me preocupaba pues no era normal que todo el tiempo se sintiera mal.

-¿Ya tomaste algo?- pregunté.
-No, iré a desayunar, tal vez sólo sea cuestión de probar alimento.

-Está bien Barth, ve a comer, seguimos hablando por mensaje, tengo muchas cosas que hacer- No tenía mucho pero me enojaba su estado, pues sabía lo que le dañaba y no dejaba de hacerlo.
Colgó después despedirse muy cursimente como es su costumbre y aproveche que tenía mi celular para revisar mis mensajes.

-Buenos días amor, ¿Sabías que las chicas siempre se enamoran del malo de la historia?- Leí al abrir la ventana de conversación con Joseph.

-Que bueno que sepas que eres el malo de la historia, pero cariño, olvidas que no me gustan los clichés. Buenos días también para ti.- respondí con una sonrisa pícara.

El resto de la mañana no hice cosas interesantes.

Llegado a la escuela me encontré con varios amigos en la entrada, era costumbre reunirnos en las escaleras que estaban entrando a la institución, éramos aproximadamente 10 personas que permaneciamos hasta el último minuto para entrar a clase, otros más sólo pasaban a saludar y seguían con su camino.
Al llegar saludé a todos y comencé a platicar con una de mis amigas más viejas pues nos conocíamos desde la secundaria, pero estos últimos años de preparatoria se había vuelto super cercana a mi, incluso la llegue a considerar de mis mejores amigas. En ocaciones iba a pasar el rato a mi casa.

Ross era guapa, incluso ella misma se cotizaba, era popular en las redes sociales y todo eso, yo no era de ese tipo de chica, me gustaba tratar a las personas por igual y hacer reír a todo el mundo. Ross era popular pero con pocas amistades, pues me atrevo a decir que era payasa, medio mamona, pero por extraño que parezca me llevaba muy bien con ella.
Me estaba contando que le hablo a chico que le atraía, nada fuera de lo común. Pero según ella era un hombre imposible para ella, pues Ross creía que al chico no le interesaba mucho. Yo le dije que eso era imposible pues con su físico nunca le había sido difícil conseguir lo que quería. Llegó la hora de entrar a clases y todo fue rutinario, hasta que llegó la hora del descanso; nos dan 20 minutos, un break para comer o algo.


Camine hacia la salida del salon a lado de Kalel pero un momento antes de cruzar la puerta sentí una mano detenido mi paso y me gire para encontrar una sonrisa malvada.

-¿Te puedo robar 5 minutos de tu vida?- salió de su estúpida boca.

- Me parece que es algo grosero considerando que la vida es tan corta, aparte estaba a punto de ir a comer con...- Me quedé a mitad de idea cuando busque con la mirada a Kalel quien se suponía estaba a mi lado pero no había ni rastro. Maldición.

Su risa burlona apareció y formuló: Puedes venir a comer conmigo, no tengo problema en compartir mi corta vida contigo- pronunciado las últimas 3 palabras con énfasis y lentitud.

-Tengo novio, muy celoso, me causaras problemas.- dije con nervios, debido a la cercanía que ahora había entre aquel y yo.

-Tu novio me la pela- pronunció antes de separarse de mi espacio personal, tomar de mi brazo y caminar sin voltear a verme.

Comencé a caminar con un poco de resistencia, después de caminar un tramo hablé

-Llevarme en contra de mi voluntad es un delito- dije divertida mientras cruzabamos un pasillo que daba hacía el área de comida por un lado y por otro a las escaleras hacía el edificio de administración, pero siguió hacía las escaleras, donde prácticamente nadie pasaba. Y no me resistí, ni pregunte.

-Tu cuerpo me dice otra cosa, hace unos segundos morias porque me deshiciera de la pequeña distancia que había entre nosotros, déjate de juegos estúpidos y poner de pretexto a un wey que nisiquiera quieres a tu lado Nomi- Me soltó, se puso frente a mi y finalizó -En fin, ¿qué quieres comer hoy?-

Al oír decir eso, todo dentro de mi se movió, me abracé el estómago con mis manos y baje la mirada al suelo.

-Así que yo soy la mala en esto ¿no?- Dije mientras pasaba por mí mente Barth y  "un wey que nisiquiera quieres a tu lado"

-No quiero hacerte sentir mal, pero hablemos claro, ese niño bonito no es suficiente para ti-

-¿En serio Joseph? ¿Y que si es suficiente para mi? ¿tú lo eres?- Dije un poco altanera, la situación estaba molestandome.

Se acercó a mi hasta ponerme contra la pared, poniendo sus manos a mis costados para no dejarme ir pero sin tocarme, y sin dejar de mirarme: -Dime si cuando estuvimos juntos te faltó algo, o te falle de alguna manera, incluso si te aburrias conmigo. Aún no me puedo explicar que pasó, si todos tus sentidos me gritan que me deseas tanto como yo te deseo a ti- Al decir esto rozó la comisura de mis labios con los suyos, al contacto me estremesi pero gire mi cabeza hacia otro lado, a pesar de todo sabía dónde estaba parada.
-Sigo sin entender que me tiene tan vulnerable hacia ti,  pero me mantiene el hecho de que pueda provocar cosas en ti. -

- Me parece injusto que me pongas en esta situación si ya habíamos hablado del asunto. Tengo que regresar a mi clase - Me escapé de donde estaba y camine con rapidez hacía mi salón rogando porque estuviese ahí alguien conocido.

Gracias a los cielos estaba Isela y Montse, me senté justo a ellas con pesadez y los sentimientos revueltos.
Intentaron averiguar lo que tenía pero les dije algo sin mucha importancia y cambie de tema, sólo quería llegar a mi casa y dormir.
Por suerte Joseph ya no entro a las horas restantes, por un lado me preocupaba pero por el otro me hacía sentir tranquila el no tenerlo cerca, al llegar a mi casa hice lo predicho y dormí cual bebé, sin permitirme dar vueltas a lo que había sucedido.

El miércoles debía ser mejor, seguro que si.

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⏰ Última actualización: Jul 12, 2018 ⏰

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