forty five

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SIENTO LAS MOLESTIAS DE NUEVO! :( AQUÍ ESTÁ EL CAPÍTULO (ESCRITO DE NUEVO) COMO OS PROMETÍ. ESPERO QUE OS GUSTE Y QUE LO DISFRUTÉIS! OS QUIERO xxx

April

Mientras Zayn cierra la puerta del baño, yo me dedico a mirarme las uñas con total nerviosismo. No tengo ni la más mínima idea del rumbo que tomará la conversación, tampoco sé si lo empeoraremos todo más... Y eso me pone de los nervios. Con Zayn nunca sé cómo van a ser las cosas, es curioso que me pase solamente con él.

Dejo de observar mis manos cuando noto que se gira hacia mí. No sé qué decir ahora mismo ni cómo romper el hielo para acabar con el silencio que hay entre los dos. Puedo notar perfectamente que él está igual de bloqueado que yo observando la manera en qué se rasca la nuca, mira hacia los lados discretamente...

No estamos sumergidos en un silencio incómodo, es más bien extraño. Muy extraño. Es como si, de repente, no encontrara ninguna forma para empezar nuestra conversación pendiente. Por mucho que rebusco en mi mente, lo único que encuentro en ella son a mis hormonas atentas de cada movimiento que Zayn hace y de lo bien que le queda el traje.

Lucho contra mi propia mente para que deje de babear por él y me dé alguna solución ya para esta situación que comienza a ser un poco rara. Pero yo misma me encargo de no conseguir absolutamente nada al bajar mi mirada hacia sus labios. Lo único que consigo es quedarme sin aliento al imaginar lo maravilloso que sería poder besarlo ahora...

Carraspea y consigue que salga de mis pensamientos para centrarme en lo que va a decir.

— Bien —decide romper el silencio primero, pero no dice nada más.

Ahora sí que tengo que contestar algo, lo que sea, o resultará muy evidente que estoy más pendiente de fantasear con él que de empezar la conversación pendiente. En un segundo, intento que mi mente vuelva a su sitio, que mis sentidos se relajen un poco y que mis hormonas desaparezcan para no parecer una adolescente en plena pubertad antes de hablar.

— Bien —sin embargo, repito lo mismo que él ha dicho y me dan ganas de enterrar la cabeza bajo tierra.

Enarca una ceja y prefiero no saber lo que está pensando ahora mismo, por lo que evito su mirada a toda costa y me centro en el lavabo como alternativa. Ay, soy patética. Sin embargo, le miro de reojo con disimulo por acto reflejo. Una pequeña sonrisa adorna su rostro; seguramente le parezca divertido ver que no sé qué contestar. Está adorable sonriendo así.

— ¿Sigues enfadada? —pregunta con un tono de voz dulce.

— Ni he estado enfadada ni lo estoy —aclaro y me aplaudo a mí misma mentalmente por estar empezando ya la conversación—. Es difícil de explicar.

— ¿Decepcionada?

No creo que esa la palabra correcta tampoco. No me sentí decepcionada ni tampoco fue una decepción saber que había seguido trapicheando con la droga porque, sinceramente, sabía que no la había dejado por completo. Por lo tanto, no fue decepción ni mucho menos.

— No —contesto con rotundidad y le miro directamente a los ojos para que se tome totalmente en serio mi respuesta—. Sabía que seguías en contacto con el mundo de la droga, por lo que no fue decepción —le explico mis pensamientos—. Lo que sí creía era que ya no tomabas.

— ¿Qué? No, no, no —niega rápidamente—. Es cierto que tenía en mi apartamento, pero no tomé nada. Nada de nada.

Vaya, eso sí que es toda una sorpresa.

— ¿Entonces para que la guardabas? —inquiero sin entenderlo todavía. ¿Para qué la tenía ahí si no la consumía?

— Por si acaso —se encoge de hombros.

She » z.mDonde viven las historias. Descúbrelo ahora