Capítulo 4

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Narra Christina

Cada día que pasaba era otro en el que evitaba encontrarme con Jacob. Pero ahora es más complicado mantenerme en casa, tengo la necesidad de salir a correr... estirar las patas, dejar a Lika libre. Aún me da miedo el bosque pero aquella necesidad es más grande, igualmente siempre oculto mi aroma para que Jacob no pudiera encontrarme, Lika siempre me reclama por ello.

Pero ahora todo iba de mal en peor, ya que con mi transformación mis emociones están muy fuertes, Lika es impulsiva... y siempre intento controlarla para que no ataque a nadie pero es muy difícil. Hace unos días atacó a uno de mis compañeros que se estaba burlando de mí, me castigaron de todas las formas. La directora me ha expulsado, el Alpha me ha mandado a latigar y mis tíos me han encerrado...

No he comido desde hace dos semanas, mi espalda duele y no he parado de llorar desde que los castigos comenzaron. El Alpha nunca castiga de esta manera y jamás lo haría con los demás, pero conmigo es diferente...

Mencionó que estoy convirtiéndome en mis padres, que debe enseñarme a no traicionarlos como ellos lo hicieron antes de que sea demasiado tarde y por eso tal castigo. No tenía ni idea de lo que dijo y ni ahora logro comprender, ¿qué habían hecho mis padres?

Ni siquiera tuve fuerzas para levantar la mirada cuando escuché la puerta abrirse finalmente.

-Oye, mocosa. Necesitamos que limpies la casa, vienen visitas.

No me moví cuando mi tía me ordenó aquello. Nos quedamos en silencio hasta que ella parece desesperarse.

-¿No me escuchaste? He dicho que te vayas a limpiar.

-Ya cállate.

"¡Lika! ¡Dame el control, ahora!"

-¿Qué has dicho? -ella se acerca pero Lika se levanta en sus brazos y la mira molesta.

-Eres irritante. Cállate de una vez.

-¡Insolente!

Me patea en el estómago provocando que cayéramos de nuevo pero Lika gruñe. Cuando mi tía intentó agarrarnos ella le da un zarpazo en el brazo que la hace chillar y alejarse.

-¡Maldita estúpida! ¡¿Qué te pasa?!

-¿Qué sucede? -mi tío entra seguido de Madelane.

-Ustedes, me pasan. Los tres son unos hijos de puta que no saben hacer más que irritarnos.

-Cuida tus palabras -me amenaza el tío.

-Vete a la mierda.

Él aprieta los puños y seguido me agarra por el cabello. Me saca jalando de la habitación mientras que Lika le gritaba y trataba de hacer que nos soltara. Nos sacó de casa y nos tiró al suelo fuera de esta.

-¡Vete de aquí! No quiero volver a verte de nuevo. ¡Eres una mal agradecida!

-Debimos dejarte morir hace años -comenta mi tía aguantando un paño sobre la herida en su brazo.

-¡Bien! Yo tampoco quiero quedarme en un lugar de mierda como este.

-¡Por fin! No tendré que volver a ver tu espantosa cara -chilla Madelane.

En ese momento fue todo para mí, le arrebaté el control a Lika porque no se lo esperaba al estar más pendiente de mis tíos.

-¡Y yo por fin no tendré que soportar tu maldita voz chillona que tanto me rompe los tímpanos! ¡Diosa! Por fin me libraré de ser su maldita sirvienta, a ver que hacen sin mí ahora. No podrán ni sobrevivir por ustedes mismos ¡Malditos inútiles!

-¡Ya lárgate! -grita mi tío.

-¡A eso voy!

Me di vuelta y me volví a mi forma humana para irme corriendo, me alejé de la casa acercándome a los límites de la manada y a pesar del miedo de salir de aquí... lo hice. Crucé los límites y huí de ese lugar que tanto he odiado desde hace años. Finalmente me animé a hacerlo...

"Gracias, sin ti no lo hubiera hecho"

"Es lo mejor... no es sano estar ahí"

"Sí..."

Estuve corriendo por muchas horas, la adrenalina me ayudaba a mantener el paso hasta que fue suficiente. Me detuve agotada, miraba a todos lados sin saber en dónde carajos estaba. El miedo regresa y decidí buscar un lugar donde pasar la noche, fue así como encontré una cueva lo suficientemente amplia para esconderme.

Pude colocar una piedra en frente de la entrada que me ayudaría para que otros lobos no pudieran encontrarme, pero cuando la adrenalina se acabó todo regresó, el dolor, el hambre, la sed, el cansancio...

Me alejé hasta estar en el fondo de la cueva, me dejé caer allí y con la respiración agitada y los mareos pude sentir que me quedaba dormida, o mejor dicho que me desmayaba. Por el momento no sabía que hacer, ni cuando despertaría.

Fueron parpadeos pero cada vez que abría los ojos al menos una vez e intentaba levantarme el mareo regresaba y volvía a caer, pero podía estar consciente el suficiente tiempo como para saber que el tiempo pasaba... incluso pude sentir que el frío empezaba.

HUIR ES LO QUE QUEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora