Félix

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Felix vivia en Washington DC en un piso, pero le gustaba subir a la azotea del señor Carrigan, que era un cascarrabias de mucho cuidado, por eso le gustaba y le parecía divertido.
Nunca le pillaba por que casi siempre adivinaba cuando iba a llegar, también tenía ahorros por juegos de «magia» con dinero ''legal'', no le agradaba estafar, A sus amigos, con el resto no había problemas.
Un día después de acabar una partida de UNO volvía a su casa dando un paseo por el parque, cuando llegó se quedó alucinando con vikingos, en sentido literal.
Había un enorme barco vikingo atravesando su salón, y unos hombres con armadura romana allí subidos agitando sus espadas a saber dónde, Felix se quedó plantado allí, sin saber si estaba loco o salía música del váter,
Hasta que vio a unos vikingos dando pelea y se dio cuenta de que su madre estaba atada en el barco y la habían secuestrado los vikingos, así que ayudó a los romanos, porque si eran los buenos liberarán a su madre, y si no la liberarán por haberles ayudado.
Así que cogió dos palos, uno recto y largo y otro curvado mas largo, se sacó el cordón de su deportiva y se montó un arco con una flecha, no sabia si funcionaría, pero lo intentó por que no había otra salida, así que apuntó al vikingo al pecho, detergente oyó una voz diciendo «mas alto» Felix hizo caso, disparó y le dio en la nariz a un vikingo, Felix pensó que le había roto la nariz.
Los vikingos saltaron del edificio, y con un haz de luz desaparecieron, Felix se quedó atontado, porque de repente los romanos y su madre estaban enfrente de el.
Le dijeron
-Bienvenido a la duodécima legion

la ley del mas divinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora