-¿Desea la señorita tomar algo?
Ni siquiera la voz de aquella azafata logró sacarme de mis pensamientos. Estaba paralizada. Por mi cerebro corrían millones de momentos, conversaciones e imágenes sin ningún orden. Tenía la sensación de estar sumergida en el agua, alejada del ruido y de la gente. Como en otro mundo.
-Disculpe, ¿se encuentra bien?- preguntó de nuevo la azafata, haciéndome reaccionar.
-Sí, perdone. Tomaré un café con leche, gracias.
Ella me preparó la bebida y me la entregó rápidamente. Tras darle las gracias a la mujer, me giré para observar el paisaje a través de la ventanilla del avión. Según la altura aumentaba veía la ciudad de Brighton hacerse más pequeña, al igual que todos mis problemas. En ese momento, me sentí por fin en paz. Una paz que parecía ser inalcanzable hace tan solo unos días. Pero sí. Había salido del infierno. Lo había conseguido.
Con estas sensaciones desconocidas para mí, logré quedarme dormida. Era todo lo que necesitaba después de unos días sin haber pegado ojo.
- ¡Mira mamá! Por ahí está nuestra casa.
El grito de entusiasmo de esa niña me hizo abrir los ojos al instante. Así era. A través de la ventanilla se veía, cada vez más cerca, la ciudad que iba a ser su nuevo hogar. Una ciudad llena de esperanza y de oportunidades.
Contenta, aunque nerviosa como nunca, bajé las escaleras del avión y me dirigí al interior de la terminal del aeropuerto.
- El pasaporte, por favor -me pidió uno de los agentes de la aduana. Se lo entregué rápidamente- Bienvenida a Barcelona, señorita Arias.
- Gracias -respondí sonriente, aunque aún extrañada por oír Arias en lugar de mi apellido paterno.
Ya con mi equipaje recogido, salí del aeropuerto arrastrando mi maleta. Una ola de calor me golpeó tras salir al exterior. La temperatura en Barcelona en pleno mes de agosto es muy distinta a la de Brighton. Me monté en un taxi e indiqué a la taxista la dirección de mi nuevo piso.
Durante el trayecto me quedé embobada mirando las calles de la ciudad que, en aquel momento, me parecía la más bonita del mundo.
- Pues ya hemos llegado.
Tras pagar a la taxista y descargar mi equipaje, me quedé parada en la puerta de aquel edificio de la plaza de Tetuán que sería mi nuevo hogar. Aquí dejaría atrás a Brooke Archer Navarro. Aquí empezaba la vida de una chica distinta. Aquí nacía Abril Arias Miranda.
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No me sueltes
Teen FictionAbril Arias Miranda. Un nombre sin ninguna historia. Un nombre que daría inicio a la nueva vida de una chica. Tras lograr escapar de su propio infierno, deberá integrarse en un país diferente y tratar de ocultarse de su pasado para empezar a ser fel...