Capítulo I: Gonzalo

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No sé cuánto más pueda aguantar esta clase, el profesor no deja de escribir estupideces a mí no me interesa esto. Yo quiero ser un artista, alguien conocido, alguien famoso, no quiero morir sin que nadie me recuerde. Quiero darle todo lo que tengo que ofrecer al mundo. Las matemáticas no me ayudan a cumplir mis sueños. Quiero...

–Pon atención Leo, ya casi acabamos la clase–me dijo Gonzalo, quien se encontraba a lado mío.

Tu no lo entiendes, esta clase si te ayudara a ti, tú quieres ser ingeniero o algo por el estilo. Yo quiero armar mi propia vida, y no una que la sociedad nos ofrece a cada uno de nosotros, no quiero riendas que me contengan, yo quiero sentirme libre de hacer lo que me apasione. Mucha gente toma las artes como una pérdida de tiempo, muchos dicen que solo somos flojos, drogadictos sin recursos escolares. Mi sueño es cambiar ese prejuicio, quiero inspirar a más gente a seguir sus sueños, y dejar de permitir que la sociedad y el mundo los cambie. Quiero ser la inspiración de otros. Las artes son las emociones del artista, y la gente debe expresarse, es necesario, todos tenemos voz y hay que aprovecharla.

–Profesor ¿puede explicarme que fórmula utilizo? -dije, mientras todos se reían de mí.

La clase había terminado, era mi última de hecho. Vivo cerca de la escuela por tanto no me hago tanto tiempo en llegar.

No tengo un humor de salir hoy. Aclaro que no soy muy social, entonces camino solo hasta mi casa. Excepto cuando llega el.

–Oye, espérame­–gritó Gonzalo atrás de mí, él venía corriendo de la salida de la escuela hasta donde yo estaba–¿Qué te pasa? Te noté algo distraído en clase, cuéntame.

–No es nada, solo me puse a pensar–le dije.

–¿En tu ex? –dijo, mostrándome una sonrisa, una muy tonta.

–Ya la superé Gonzalo, vive en el presente, de hecho he oído que ya tiene nuevos ligues y toda la cosa. En fin, a mí me da igual fui su primer novio entonces todo está bien–de verdad lo fui, increíble–pero tú cuéntame... como vas con Paula.

–Las cosas van bien, pero sabes amigo–se quedó un rato callado–no me gusta tanto como antes, ella es increíble y todo, pero ya no le veo lo que me encantaba.

Es la chava más guapa de la prepa, ¿cómo puedes decir estas cosas? ¿Acaso eres ciego? ¿Acaso eres idiota?

–Te comprendo–mire las calles por un momento–¿también vas a tu casa?

–Sí, es una ventaja de vivir cerca–mencionó golpeándome el hombro–oye, ¿sera que pueda subir a tu casa para hacer la tarea?

¿Tarea? ¿En viernes? Si gustas. Además, es mejor que estar acostado en el teléfono hasta que anochezca.

–Si, está bien–le sonreí.

Gonzalo es uno de mis mejores amigos. Tengo muchos más, pues asisto a una escuela pública y hay miles de personas en ella. Cada día conozco a alguien nuevo, y eso me encanta, pero Gonzalo ha estado cursando conmigo, en las mismas escuelas desde cuarto de primaria, él se ha ganado un afecto distinto.

Ahora que me lo pongo a pensar, realmente ha cambiado demasiado, su tez bronceada ha sido la misma, pero su cabello por ejemplo pasó de ser oscuro como la noche a castaño color miel. Es un poco más alto que yo, ya que su papá era español. También sus ojos han cambiado, antes eran verdes con amarillo, ahora son verde turqués.

–Como que ya no quiero hacer tarea­–decía mientras se recostaba en mi cama–la verdad solo fue una excusa, en mi casa hay una tensión horrible, y no quiero pelearme hoy.

La Incógnita del AmorWhere stories live. Discover now