Niñez

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(Abro un paréntesis en el inicio de este capítulo para avisarles a aquellos que ya empezaron y han decidido tomar la molestia de seguir la historia, he decidido cambiar los nombres y algunas cosas de los anteriores capítulos para que si gustan los lean para estar más en contexto, ahora si el capítulo).
Por otra parte, en casa parecía llevar por el momento una vida algo normal si se podría decir, tenía un hermano con el cual no socializaba mucho, pero que aún así estimaba, un padre que trabajaba todo el día para llevar dinero a la casa, mi madre que trabajaba medio turno para estar tiempo conmigo. Por el momento solo encobtraba dos problemas: 1. No tenía amigos y/o vecinos con los cuales pudiera convivir fuera del preescolar. 2. Mi padre era para mí y mi hermano un alcohólico; pues era normal que no llegará los sábados, ya que se pasaba la noche tomando con su patrón y compañeros en una bodega que era el centro de reunión de los trabajadores y oficina para recibir los salarios (él era y es albañil), mientras que mi madre se preocupaba toda la noche por que no llegaba. Mi hermano, por su parte se molestaba demasiado y fue una de las razones por las que ha llegado a odiar a mi padre.
Como ya lo he dicho, no tenía amigos cerca de mi casa, pues yo no era una persona que socializar a mucho y además no existía algún rastro de vida cercano, o al rededor de dos cuadras; por lo cual solo quedaba la opción de invitar alguien a mi casa, ya fueran a mis primos o amigos, pero bueno, la mayoría del tiempo la pasaba solo, sin algún medio de diversión, más que una televisión con programas monótonos de televisión, mi padre siempre tomaba la excusa de que llegaba muy cansado, y aunque fuera verdad, aveces necesitaba un poco de atención, para más mi madre pasaba tiempo conmigo. Pues a falta de amigos me refugié en los videojuegos, en un PlayStation una consola no muy vieja y nueva para el momento que nos encontrábamos, recuerdo pasar con la consola varias horas y a pesar de no sabes jugar me emocionaba con pequeñas cosas, creo que es normal, un niño pequeño se sorprende de la cosa más insignificante del mundo.
Aún así un niño necesita alguien con quien jugar, tenía que buscar a ese alguien, ya fuera niño o niña, lo necesitaba y, para mi suerte, había una casa enfrente, una pequeña casa en una calle solitaria llena de pasto, en ella se acababa de mudar una familia de clase media, y yo sin darme cuenta, viendo desde la puerta de mi casa, logré toparme con una niña, de al parecer mi edad, entre señales y sonrisas logramos ser amigos, hasta el momento en que decidimos ir a hablarnos.
-H-hola, soy Oliver.- me encobtraba un tanto temeroso, nunca había estado con una niña.
-¡Hola!, me llamo Leslie, vivo aquí, ven a mi casa.
Su rostro mostraba tanto entusiasmo que no pude decir que no, y en efecto, pase a su casa, que a pesar de no ser muy grande se sentía un ambiente acogedor. Decidió presentarme a su madre, padre, hermano y hermana, y para ser sincero todos eran muy amables. Pasamos el día jugando, haciendo cosas estúpidas y demás. Era feliz por un momento y claro no dude en contarle a mi madre.
-¡Mami!, en la casa de ahí enfrente hay unos niños que son muy buenos conmigo, jugamos todo el día, son mis amigos.
-Ah, que bien hijo.
Como siempre, solo me seguía la corriente, y yo sin entenderlo aún, pensé que se encontraba feliz, aunque le daba igual.



Espero que les guste, recibo y espero opiniones y comentarios de todo tipo.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2018 ⏰

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