01.

101 8 0
                                    

Estoy sumamente asombrada, podría jurar que tengo la quijada en el piso, el edificio de más de veinte pisos, es sumamente alto, está diseñado con una curva leve y lleno de vidrios oscuros, un tono negro, pero vaya que es hermoso, lo amo y aún no entro.

Entro al gran edificio, estoy asombrada, hay macetas con rosa Rojas, y todo está pintado de blanco, un blanco reluciente, hay cuatro caminos para dirigirse a diferentes áreas de trabajo, no se a donde ir para mi entrevista. Miro a una mujer regordeta en la recepción con un vestido muy ajustado de los pechos color café chocolate, así que acomodo en mis manos el sobre donde vienen mis papeles. Camino a ella.

- Hola, buen día, disculpe, ¿a dónde debo ir para la entrevista de asistente? -. Le pregunto a la mujer que esta en la recepción de entrada al gran edificio de la empresa de vienes raíces "The Revolution", he oído que son de las más rentadas y más compradas internacionalmente...

Deja de anotar algunas cosas en su libreta y levanta su mirada, esta masticando una goma de mascar con la boca abierta, siento asco y me dan ganas de darle una bofetada por mala educada.- En el piso quince, a la derecha, oficina de vidrios pintada por dentro de un rojo sangre. - dice de mala gana, como si me hiciera caso realmente.

Asiento.- Gracias.

Que asco de recepcionista, a mi derecha esta el elevador, camino a el, de mala gana presiono el botón para que baje el elevador, mientras espero acomodo mis cabello largo, ya que es un poco pesado y se despeina fácilmente ya que es una fusión de rulos y quebrado. Me llega hasta la cadera.

Todas mis prendas visibles son color negro, no, no soy darketa, me encanta este color porque si y ya. Tengo puesto un abrigo, una blusa de manga larga, mi jeans arremangados de la bota manga y por terminar mis converse de bota.

Saco mi móvil de mi abrigo, para ver la hora, son diez con quince minutos, lo guardo de nuevo.

Escuchó que el elevador llego, espero unos segundos para que abra las puertas. Por fin se abre y con lo primero que me topo son con unos hermosos ojos color esmeralda, con destellos brilloso, a un centímetro de ellos tienen unos pedazos de vidrios pequeños, son unos anteojos rectangulares. Es una mirada hermosa y perfecta, acompañada de unas pestañas rubias, santo cielo, es guapísimo el hombre este, él igual me miraba y no lo dejaba de hacer, podría jurar que nos quedamos unos segundos así, pero realmente solo duro milisegundos ese momento mágico. Ya que las demás personas que abordaban el elevador comenzaron a salir dispersándose por los cuatro caminos y la entrada-salida, yo me hice dos pasos atrás para que pudieran salir sin problemas, aquel hombre se perdió entre la mini multitud.

Suspire, y me adentre al elevador, presionando el número quince, entra a mi lado un hombre alto, solo pude ver su pecho y parte de su torso, ya que es demasiado alto, note un traje azul marino con una camisa blanca y una corbata delgada color negro, no tardaron en llenarse mis fosas nasales de su fragancia deliciosa y muy varonil.

Miro en frente, y noto al hombre con el que junte miradas, trae puesto un sweter de rayas amarillas, blancas y azules, acompañado de un jeans entubado sin entallar color café y por acabar unos zapatos de vestir, color café, cabello corto, y una pequeña barba de hace un par de días, en el cabello y barba tiene unas canas contadas, pocas realmente, su piel es clara, su complexión es ancha, se nota que no practica algún deporte o ejercite su cuerpo, pero no se ve mal, no está obeso, ni se le ve una panza rebotada, le cálculo la edad de unos treinta y ocho años, tal vez su altura es de un metro y ochenta y cinco centímetros y pelos...

Esta hablando con otro hombre, mirando unos papeles, a un lado de la recepción, casi en frente de ella.

No dejo de mirarlo, me he perdido en él, en su vestimenta, voltea de reojo, siento como el calor sube a mis mejillas, vuelve a voltear, esta vez me mira y no lo deja de hacer, sonríe, me sonrojo y antes de contestarle de la misma manera el gesto, se cierran las puertas del elevador y por fin comienza a subir, sentí una punzada en el pecho, pero es insignificante.

Necesito De Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora