04.

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— Ya estoy lista señor Jorge, cuando quiera bajamos... —.digo con una voz tranquila, mientras acomodo mi cabello.

— Bien, vamos —.dice serio, abre la puerta de su oficina y me hace un ademán para salir, salgo y él detrás de mi. Cierra con llave su oficina y comenza a caminar junto a mi lado.

Es serio, no pronuncia ni una palabra. Me siento pequeña a su lado, apenas le llegó a sus pectorales. En mi mano derecha tengo con la memoria que me pidió que cargara con ella en estas presentaciones.

Él presiona el botón del elevador para que suba, no tardo ni un minuto y llego, entramos y presionó el botón 20.
Gracias a Dios no tardó tanto, ya que odio este tipo de incomodidades.

Bajamos al llegar al piso, camino por donde él va, me intimida.

Veo de lejos a Eduardo, ahora trae puesto su saco, muy bien vestido al igual que el señor Jorge, nos mira de lejos y sonríe.

— ¿Todo listo Eduardo? —.pronuncia serio Jorge, mientras se saludan de mano.

— Todo listo. Ya vienen en el elevador —.dice sonriendo mientras entran a la sala y yo  detrás de ellos.

Estoy asombrada, es hermosa, tiene una mesa muy larga, como para doce personas de color café oscuro, tres grandes ventanales con persianas blancas, las sillas se notan cómodas. En en la única barda que existe, esta colocado un protector y una pizarra con plumones. Este lugar es perfecto para dar alguna clase.

— Señorita Antonia, por favor coloque nueve botellas de agua —.dice mirándome a los ojos el señor Jorge y a la vez señalando una esquina donde se encuentran.

Asiento y camino a ellas, las tomó en brazos y comienzo a dejar una por una en cada asiento de la mesa.

Unos hombres han llegado, supongo que son ellos, venían hablando y muy sonrientes, cuento cuantos hombres son y así es, son siete, son ellos, al ver a los señores Jorge y Eduardo, los saludan de mano con sonrisas de oreja a oreja, diciéndose cuanto tiempo sin verse.

Comienzo a mirarlos, sólo por curiosidad y saber de quienes se trata.

Eduardo me habla para que vaya con ellos dos y le obedezco, me colocó en medio de ellos dos, Dios santo, tengo nervios de estar con puro hombre y porque es la primera vez que haré esto.

— Bien, ella es mi secretaria, Antonia Vega. Ellos son los accionistas más importantes en la empresa, son quienes tienen más acciones que otros —.habla Jorge con mucha naturalidad, mientras estrecho mi mano con cada uno de ellos.

— Qué hermosa secretaria —.dice un chico con su voz ronca al estrechar mi mano con la suya. Para ser sincera, no es nada feo, tiene el cabello quebradizo y le llega a los hombros, mientras tanto, su rostro es lindo, una nariz recta y unos ojos verdes, precioso. Siento como sube el color a mis mejillas.

Jorge acomoda su voz. — Bien, tomen asiento para que empecemos —.pronuncia haciendo un ademán a la mesa.

Y así es, yo coloco la USB en el proyector para grabar la presentación.
Todos se encuentran sentados, menos Jorge y yo. Mientras él habla yo me pierdo mirando unas carpetas, ¿tendré que yo pasarlas? Comienzo a caminar hacia ellas, y las tomó en mis brazos, escucho a Jorge.

— Antonia, entregales por favor a cada uno una carpeta —.pronuncia Jorge sonriendo.

Asiento con una sonrisa leve y comienzo a repartirlas, noto que de todos los accionistas el chico de ojos verdes es el único, los demás son señores arriba de los cuarenta.

Paso a un lado del ojos verde para entregarle la carpeta y este habla a mi oído.

— Al finalizar, dame tu número preciosa —.dice con una voz sucia, me incómodo y lo único que hice fue ignorarlo.

Necesito De Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora