Prólogo

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Una noche como cualquiera del año 1918, en los alrededores de Chinameca, Morelos, México.
En una cantina a la que acudían criminales, apostadores, borrachos y ladrones.

Eran las once de la noche, y como consecuencia del licor barato, se les ocurrió la magnífica idea de jugar al cubilete. Minutos después, uno de los hombres salió del lugar, y como si de magia se tratase, al mismo tiempo un misterioso hombre entró y tomó el vacío lugar, dispuesto a jugar.

Eran las dos de la mañana, y aquél misterioso hombre de aspecto espeluznante, pero bien vestido, había saqueado a todos en la cantina, tanto, que tenía la cantidad para comprar aquél asqueroso lugar con todo y sus licores. Cuando de pronto, un charro mexicano entró al lugar, dice la leyenda que aquél charro era el mismísimo Emiliano Zapata, creando una escena como las del viejo oeste.

Emiliano entró y desafiando al hombre misterioso comenzaron a jugar. Las horas pasaron y el hombre se había quedado sin nada.

— ¿Quién eres tú y cómo te atreves a desafiarme?.

Dijo el hombre, quien ya no tenía la sonrisa tenebrosa y humillante de hace unas horas, cuando ganaba los juegos. Sino que tenía una expresión fría y de rabia.

— Dicen que vas de pueblo en pueblo, dejando la desgracia donde te paras. Seré yo quien pare tu maldito camino, Satanás.

Todos en la cantina se quedaron inmóviles del miedo, y no era para menos, pues el mismo diablo estaba junto a ellos.

— Y ahora que no tienes nada, ¿qué harás ahora, maldito demonio?, ¿nos matarás a todos? ó ¿seguirás tu camino jugando, maldito cobarde?.

El diablo reía lenta y tenebrosamente.

— Tiene razón, caballero. Usted ya me lo quitó todo, pero no soy un cobarde. Me queda mi último trago, mi ropa y mi sombra, ¿por qué no apostamos mi sombra?.

— ¿ah dicho usted que apostaría hasta su sombra?.

— Hací es bueno hombre, mi sombra a cambio de su sombrero.

— Hecho.

El diablo lanzó primero, y Emiliano después. Para sorpresa de todos, Emiliano ganó.

— Como acordamos, buen hombre. Le entrego mi sombra.

Satanás se retiró con la misma sonrisa espeluznante. Cuentan que ese día, aquél hombre salió sin sombra.

El diez de Abril de 1919, Emiliano Zapata murió a causa de una emboscada y cuando su cuerpo yacía en el piso, un ente negro salió de su boca. Se dice que esa era la sombra del diablo, que había quedado libre.

Ahora mismo podría haber algo observándote sin que siquiera te des cuenta, ¿lo sientes?, ¿sientes una potente mirada tras de ti?. Bueno, Ramón lo sintió y lo vio, lo que le pasó no fue bueno.

La Sombra Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora