Aceite en las manos y el humo llena los pulmones, también la risa de los niños que son tan juguetones. A la vuelta de mi casa una plaza encontré y escuchando a Makiza un aire nuevo respiré. Es que gasto todo mi tiempo preguntándome el por qué y el invierno me consume a veces, ahora creo entender por qué. Los problemas me los creo yo y aún hay muchos chistes por conocer. Espero que esta soledad se convierta en lo que siempre esperé. No hay marihuana en la mesa pero un cigarro suelto siempre basta para acompañarme de vez en cuando.
Arriba de mi cleta logré entender que nadie está solo en este mundo. Nací a mi lado y a mi lado pienso perecer. Con un poco de color y música finalmente pude ver que de apoco me iré conociendo. No hay apuro, ya lo sé. Quizás la luz azul o amarilla me alumbró el sendero porque creo que enloquecí un poco, aunque no soy de cartón, yo soy de acero. Seguiré pintando mis uñas y escribiendo al revés porque me gusto y me quiero y conmigo una cita quiero tener.
No puedo cambiar al mundo pero desde el Chena pude verlo todo y espero que San Beka me enseñe y me siga inspirando todo el tiempo y de muchos modos.