Mi nombre es Joseph y cuando tenia 5 años mis padres me compraron un juego de acuarelas, aunque solo traía seis colores logré pintar lo que veía desde mi cuarto a través de mi ventana. Mi madre no le presto mucha importancia, ella estaba más preocupada por que mi padre no llegara oliendo a perfume barato y con carmín en el cuello; lo colgué en el refrigerador y me fui a dormir. Al día siguiente un azote de puerta me despertó espontáneamente y oía a mi madre llorar, efectivamente mi padre nos había abandonado y me dolió más el hecho de que mi dibujo en el refrigerador estaba incompleto, con la mitad arrancada y la otra mitad tirada en el suelo.
Esto lo entendí hasta los 10 años, mientras tanto yo trataba de entender en qué momento mi padre entraría por esa puerta, nunca sucedió. Entré a la primaria gracias a que mi madre pudo pagarla con un pequeño puesto de hamburguesas con el que no le iba tan mal y siendo sinceros mi madre sabía condimentar la carne. En mi primer día de clases la maestra nos pidió que dibujáramos lo que más nos gustaba y no me considero un romántico completo ni un casanova pero si me enamoro fácilmente así que dibuje a mi maestra y no fue un dibujo de un círculo y tres palitos; yo la dibujé con lo que sentía, todo lo que me gustaba de ella. Pero a ella le importo más el problema que yo sentía hacia ella que la hermosa obra de arte que había dibujado, así es como mi corazón se rompió por primera vez y no fue hasta sexto de primaria cuando me enamore por décimo quinta vez, su nombre era Edward Evergreen, si fue un chico supérenlo, en fin el me dijo que no quería nada conmigo me llamo raro y me empujó. Me puse muy triste y no salí de mi cuarto todo un fin de semana; solo podía observar la lluvia mojando el balcón de mi cuarto y los truenos a lo lejos en el cielo, decidí sacar mi cuaderno de dibujo y deje que mi mente volará. Esa sensación de pasar el pincel por la hoja, haciendo garabatos que juntos crean una obra maestra sin comparación, única en la faz del universo hacían que mi mente se despejara y mi rabia se controlara poniéndome en un estado de emoción neutro e imperturbable; fue así como supe que la pintura era más que un pasatiempo, más que una pasión era parte de mi.
Hoy tengo 19 años vivo en Nueva York y eh logrado terminar mi primera pintura profesional, replicando cada uno de los sucesos que habían marcado mi vida, que habían hecho de mí lo que soy ahora y que formaron mi personalidad desde que tengo memoria; pero esto no es todo, siento necesidad de algo más, algo que me complete, que me defina como persona en este amplio universo lleno de maravillas y decepciones todas en un solo lugar. La única forma de superarme ahora es capturar cada arte que el planeta nos puede ofrecer a través del mundo, es así como eh decidido emprender un viaje al rededor del mundo entero.
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Pintando Paisajes
Novela JuvenilSi caminas alrededor del mundo encontrarás hermosos paisajes jamás antes vistos en tu vida entera, alguien tiene que retratarlos y conservarlos hasta la eternidad en un mar de sueños y recuerdos que se conservan tan profundamente como una estrella q...