El reencuentro

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     Helene se encontraba en el mismo camerino que sus otras once compañeras más, despues de una estupenda presentación, como siempre fue la ovación del auditorio, se preguntaban cómo era posible que esa niña de piel blanca , ojos tono café y cabellos rubios pertenecía a ese elenco de ballet de niñas del hogar de huérfanos. En todas las presentaciones dejaba mucha admiración, su elegancia diferenciada, la sutileza de sus palabras, y su largo rubial hasta la cintura mezclado con el suave tono blanquial de sus largas piernas bajo esas faldas color amarillo que vestia en cada presentación.

     En la misma rutina se encontraba cambiando su traje de Ballet, mientras que se le acercó una de las monjas del orfanato, juaquina la que siempre estuvo muy cerca de ella, pero esta vez no para elogiarla como siempre, ahora traía unas carpetas archivadas con documentos y fotos de ella y otras personas más que Helene no conocia, se apartaron en un lugar más tranquilo y habló con ella.

     -Volverás con tu familia Helene- con algunas lágrimas en los ojos pero muy bien disimuladas la señorita la abrazó.

     En la mente de Helene no había coherencia alguna, sus primeros recuerdos pertenecian siempre en el mismo lugar, el cuarto donde pasó los 14 años de su vida, su familia sus compañeras de cuarto y más tarde compañeras de escenario, y las monjas quienes cuidaban de ellas.

     No hubo tiempo de explicaciones, no recogió sus cosas ni se despidió de sus compañeras, todo fue rusco y rápido, en menos de media hora ya se encontraba en la puerta principal del horfalinato , en la salida junto a la señorita Juaquina esperando a alguien que ella ni si quiera conocía.

     Helene no entendía lo que pasaba, sabía que no eran unos padres adoptivos quienes la venían a buscar, claro, a su edad la mayoría de las chicas se volvían monjas o voluntarias del hogar donde fueron acogidas. Su futuro le sonreía un poco, pensó, hasta que por fín, una camioneta color negro, blindado, se estacionó justo en frente de la puerta de salida.

     La señorita no dijo nada, aceptó con la cabeza y se retiró, mientras un hombre alto, de piel morena, calvo con traje y anteojos negro, se le acercó diciendo; -Mi nombre es Ignacio y soy mandado por tu padre para llevarte a casa-  el hombre no parecía muy simpático, abrió cuidadosamente la puerta en el segundo asiento, Helene entró diciendo despacio y frágilmente...
      - permiso- , enseguidamente vió como Ignacio simuló una falsa risa y ese, fue el último intercambio de acciones entre los dos durante todo el trayecto de 8 horas de viaje.

     Ya era oscuro cuando finalmente llegaron, Helen se encontraba dormida hasta que despertó con un suave palmadeo en la espalda, se levantó frotándose los ojos mirando al hombre que la habia despertado, a diferencia de Ignacio éste era un hombre de mediana estatura, de piel blanca y una gran sonrisa, la ayudó a salir de la camioneta respetuosamente dándole la bienvenida " pequeña Helene" como se dirigió a ella. Por un momento pensó que aquel hombre era su padre, pero no; era Raimundo el chofer de la casa, quien sería su cómplice y mejor amigo desde esa noche en adelante.

     Al entrar finalmente en la gran mansión, vió como docenas de personas se cruzaban de un lado a otro , vestidos elegantemente de blanco, eran los trabajadores de la gran residencia de los Troche.
Subieron dos escaleras hasta llegar a uno de los cuartos principales, era la biblioteca de Ramón Troche, antes de abrir la puerta, Raimundo le dijo a Helene que su padre estaba ahí, que por muchos largos años la estaban buscando y que este reencuentro sería muy emotivo.

     Tocó la puerta, y en un alboroto salió Troche, un hombre robusto, alto, calvo , con una elegante barba y un cigarrillo en la boca. Se quedó en silencio observando aquel momento que por muchos años había esperado, su pequeña hija de quien no sabía 14 años estaba ahí en su delante, una hermosa jovensita, la abrazó y raramente dejó caer unas lágrimas , era un hombre de carácter fuerte y esta fue la ùnica vez que Helene vió llorar a su padre.

     Esa noche fue una de las más largas, la cita de padre e hija en esa biblioteca a luz de lámparas y calor de chimenea, sorprendentemente Helene se mostró muy optimista aceptando desde un principio la realidad y ansiosa por saber toda su hostoria.
     Esa noche supo de la voz de su propio padre que a los pocos meses de vida fue arrebatada de los brazos de su madre, nunca supieron que había sido entregada a un hogar de niños, por mucho tiempo estuvieron creidos de que había muerto, hasta que meses atras luego de años de investigación, dieron con la niña en ese precario horfanato, sacarla de ahí fue un largo proceso, le fue un poco dificil a Helene asimilar lo ocurrido, siempre pensó que sus padres estaban muertos y no podía creer que de un día a otro se encontraría del horfanato a una mansión.

     Al día siguiente, temprano Helene se levantó como de costumbre, recien ese día pudo contemplar el dormitorio en el que había pasado la noche, parecía irreal, incluso se sintió inapropiada para esos muebles y tanta comodidad, no tocó nada como si todo eso no le perteneciese, abrió las ventanas y permaneció alli por un largo rato observando las afueras de la casa, era un patio interminable, una cuadra entera de gloria y a su parecer objetos y lujos innecesarios.

     Llegó el momento del desayuno por lo que tuvo que bajar al comedor, era una larga mesa aunque no tanto como las mesas del orfanato, pero sí, con un exquisito desayuno que pronto le abrió el apetito, Ramón prosiguió en presentarle al resto de la familia, eran dos pequeñitas de apenas 2 años, eran gemelas, vestidas de igual manera y peinadas identicamente hasta el úlimo detalle.
    
     Helene conoció a sus hermanitas, Nara y Tamara , a la madre de las niñas Hanna quien se mostró muy cortez y lista para ser su compañera y amiga. No era la madre de Helene, era la nueva esposa de su padre, joven, buena, maestra de literatura, excelente madre y esposa.

     Por primera vez Helene sintió el afecto de una familia, aunque su nuevo ambiente era muy diferente a su antiguo círculo social , sabía que pronto se acostumbraría, ademas, no le parecía muy mala la idea de ser la hija mayor de un hombre importante como Troche y tener todos esos lujos, había sufrido tanto en su infancia y era lo mínimo que merecía.

     En medio de demasiado órden y silencio llegó de repente Gabriel, entró en el comedor como si buscara desesperadamente a alguien, - Dónde está mi sobrina?- siguió mirando hasta que sus ojos se fijaron en Helene, y entre risas y escándalo la saludó, - ¡ Hola mi amor,soy tu tío ! -

     Helen se sorprendió mucho por la actitud y emoción de Gabriel , pero lo que más le sorprendió fue que ese era el mismo William Gabriel LugoNavarro!! Sí, se decía así misma - Guaau mis amigas tienen que ver esto!- el cantante que todas las mujeres adoran estaba ahí justo en frente y era su tio.
     Gabriel, era un cantante romántico muy famoso, con solo salir al escenario con su guitarra y encanto era el delirio de todas las adolescentes y jóvenes, era indiscutiblemente guapo, cabello castaño, ojos claros y una simpatía que lo caracterizaba, el joven de 25 años famoso por salir con las mujeres más bellas, era el primo de Troche, era cómo su hijo, Gabriel venía todo el tiempo a su casa, trabajaban juntos y era su única familia.









     A las pocas semanas de vivir en su nuevo hogar, Helene ya se encontraba conquistada totalmente por la fama y respeto de la familia, fue acostumbrándose a estar rodeados de guarda espaldas, Raimundo el chofer, Carlos quien era la mano derecha dentro de la casa , guarda espaldas de su padre a quien Helene no le simpatizaba mucho, Ignacio a quien siempre se le observaba en las terrazas de la casa controlando todo, era el franco tirador.

     Por su parte Gabriel, cumplía la misma rutina de siempre, venía a la casa, sus sobrinitas lo amaban y juntos los tres pasaban horas enteras jugando como si fuese un niño más, pero pronto Helene se convirtió en la máxima adoración de su tío, como Troche era un hombre muy ocupado en sus negocios y su disquera del que era dueño , Gabriel era quien pasaba más tiempo con Helene, salían a comer, paseaban, ella le contaba de todo lo que había pasado de niña y él, le hablaba de la música que era su mayor pasión, tambien platicaban de las chicas con quienes salía, Helene se había olvidado completamente que hasta hace casi un mes atras ella y sus amigas jugaban a que Gabriel era el novio de ellas o que un día él las vería bailar, ahora eran tío y sobrina, ambos se adoraban y así, se convirtió en su princesa adorada y él, su principe encantado.

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