Día 3

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      Llegó la mañana del tercer día desde que Helene había visto la luz del sol por última vez. Ella fue despertada por Z quien entró a ver como seguía su rostro, como de milagro su rostro ya estaba completamente sano.
     Z le entregó un par de ropa para que se cambiara luego de tomar una ducha.
     Seguidamente de Z llegó J, en sus manos traía una bolsa negra dispuesto a metérsela por la cabeza.

     - J, no me digas que me pondrás eso, por favor- imploró Helene llorando, con las manos juntas.

     - No te voy a lastimar, solo deja que te lo ponga, no te pasará nada, te llevaré a que te tomes un baño, el jefe está por llegar- trató de calmarla.

     J metió la bolsa plástica por la cabeza de Helene, ella al pricipio se desesperó por miedo a perder el aire pero J la agarró muy fuerte del brazo y salieron.
     Helene no pudo ver nada, caminó muy despacio por miedo a caerse y se tomó muy fuerte del brazo de J.
     Y siguieron caminando alrededor de casi ocho minutos mientras X los observaba como daban el mismo paseo varias veces volteando la sala donde se encontraban y cronometraba los minutos.
     Cuando ella ya se sentía fatigada, J la tiró al suelo, en el mojado piso del baño.

     - Apúrate, báñate ahí está tu ropa - le dijo fuerte X.
     Helene se soltó el cabello luego de cerrar fuertemente la puerta del baño. Volvió a mirar su hermoso rostro, esta vez con manchas, golpes, y las ampollas que casi ya no se notaban. Al mismo tiempo que secaba sus lágrimas acariciaba su rostro muy despacio deseando estar mirándose en el espejo de su cuarto, deseando estar feliz, estar libre, todo lo que quería era estar en casa.
     Mientras se bañaba pudo observar los varios moretones en varias partes del cuerpo, aquellos hombres despiadados la habían lastimado tanto, bajó de peso rotundamente y su mirada ya no era la misma de siempre.
     Al sentir caer sobre su cuerpo el suave peso de las gotas de la fresca agua pudo recibir un poco de paz, se despegó de todo el mal que estaba viviendo y de algún modo, era libre.
     Una libertad que duró poco. Alguien golpeó la puerta esperando su salida.
     Helene se puso la ropa limpia y se secó el cabello. Justo antes de salir le colocaron la misma bolsa en la cabeza, esta vez quien la llevaba era X, quien a arrastrazos la hizo llegar de  vuelta en el mismo cuarto con los exactos ocho minutos.

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     Luego de permanecer unos minutos en la habitación, Carlos apareció. Carlos era el único quien se mostraba tal y como era, sin máscara ni nombres entre códigos.
     Él no sabía qué cara poner frente a aquella niña de quien confianza traicionó. Por su parte Helene no dudó ni sintió miedo en verlo al centro mismo de su cara.
     Fijó su mirada en él con una sensación de repugnancia, aquella hermosa niña que no había conocido el mal antes se encontraba llena de odio, de ganas de venganza.
      - Te voy a llevar con el jefe- dijo Carlos agarrándola del brazo y con un arma en la mano.
     Ese día no le cubrieron el rostro y por primera pudo observar el lugar. Salieron de la habitación a un largo pasillo que daba entrada a varias celdas cerradas iguales a la suya pero estas estaban vacías.
    Siguieron hasta entrar en un cuarto al terminar de las habitaciones cerradas.
    Ambos entraron. Helene tenía el rostro abajo.

    - Alacrán, ella es- aquí te la entrego como me mandaste.
     Ni J, Z, Carlos y X juntos le dieron tanto miedo como cuando vió al jefe. Ahí estaba "el alacrán" el jefe de quien hablaban un día antes, este era de un tamaño mayor a los demás, por como hablaba ella rápido se dió cuenta de que se trataba de un ruso o almenos eso parecía.
    
     - Buen trabajo Carlos, la trajiste tal como te lo pedí- El alacrán observó a Helene y levantándose caminó alrededor de ella detenidamente.
     - Trabajar para usted siempre será un placer Señor- dijo Carlos.

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