La noche de cine

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     Gabriel tocó la puerta.

     - Despierta floja! vamos mi amor te traje una sorpresa- seguía golpeando la puerta.

     Helene se levantó con el cabello desarreglado aún en piyamas, una piyama estampada.

     - ¿ Qué es ese golpe tío, es muy temprano no ?- ella abrió la puerta.

     Gabriel tenía una cajita en sus manos color rojo y un moño blanco bien acomodado encima. Ocultaba la caja pidiendo a Helene que extendiera las manos.

     Ella extendió sus manos muy ansiosa agarrando aquella cajita.

     Cuando la abrió ahí estaba una pequeña tortuga casi tan pequeña como la palma de sus manos.

     - Tiooo!!! Me encantaaa, mira es hermoso, ¿Cómo supiste que me gustaría? - Sonreía como nunca Helene.

     - Pues digamos que yo lo se todo- Gabriel sonrió a medias dejando ver sus oyuelos.

     - Dame una idea tío, qué nombre podría ponerle? Preguntó Helene.

     - Tengo una magnífica idea, que se llame Toreto, sí toreto- miraba seriamente a su sobrina.

     - Jajaja, cómo tio? Toreto?-.

     - Sí , Toreto, como una de mis películas favoritas, él se llamará Toreto como rápidos y furiosos- Él rió burlosamente.

     - Ok Toreto, vamos a buscarte donde dormir pequeño- Helene lo llevó a su habitación.

     - Sí sí sí, llévalo en tus manos porque si de él depende no van a llegar hoy- siguió Gabriel.

     Y así fue la llegada del pequeño toreto en la vida de Helene, Gabriel y sus singulares regalos hacian feliz a su sobrina.
Helene se encariñó mucho con esta rara mascota, pero quien realmente cuidaba de él era Víctor quien no le apartaba la vista, lo dejaba pasearse por los largos camineros del jardín y cuando justo llegada en el portón luego de horas de viaje Víctor lo tomaba en sus manos para darle su fresca lechuga que le encantaba.

     Algunas veces las gemelas tambien jugaban con Toreto, pero estas sin el mismo cuidado que este animalito requería por lo que eso sucedía pocas veces.

     Troche detestaba al como decía miserable animalillo.
     " No hace nada, ni si quiera es consciente de que vive, que amarga debe de ser su miserable y lenta vida" es la opinión que se merecía segun el Sr Troche.

     Se encontraban jugando en el jardín Helene y sus hermanitas con Raimundo el chofer, cuando llegó Gustavo.

     Él se fue acercando a ellas. Helene se sentía helada por fuera mientras por sus venas fluía una sangre ardiente. Involuntariamente se mordió las uñas muy nerviosa al verle por primera vez a Gustavo dirigirse a ella.

     - Niñas vengan con el tío Raimundo, vamos a darle a Toreto su merienda- dijo el chofer y buen amigo de Helene llevando a las niñas y dejando a los jovensitos en un momento de privacidad.

     - Helene, creo que- Ella lo interrumpió.

     - Helene nada, no quiero hablar contigo- y siguió dándole la espalda.

     - Ok- se oyó decir a Gustavo en un tono antipático.

     Helene sonreía disimulando un rostro de disgusto, pero al pasar un par de segundos en total silencio decidió voltear para verle la cara. Cuando volteó vió a Gustavo ya a varios pasos de ella yendo hacia el portón.

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