.TRECE.

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¿Cuántas veces no es relacionado ese número con el mal augurio y la nula suerte? Claro, todas.

En el complejo de departamentos: 'Serendipity', eso no era la excepción.
Con catorce espacios los inquilinos eran tan variados y especiales, unas cajitas de sorpresas; casi un circo. La ubicación era ideal sobre una de las avenidas más concurridas en Seúl. No faltaba quien deseara vivir allí pero... por alguna razón, el del número antes mencionado casi siempre se encontraba vacío.

Para el ocupante del catorceavo departamento por supuesto que eso era una total bendición. Cero ruido, cero límites, cero preocupaciones.

Su nombre es Park Jimin, veintiséis años, biólogo-investigador empedernido que gusta del silencio, el ramen instantáneo, los animales exóticos y... al parecer su propia casa porque prácticamente no sale de ahí. A veces Jin, el inquilino del diez que es chef, le regala comida de tan desnutrido que piensa que está aquél caos andante. Sólo él había logrado entrar a esa casa y vaya que no podía olvidar lo que vio: 'Era más zoológico que hogar'.

Un buen día, los ojos curiosos de todos los vecinos estuvieron atentos a lo que ocurría en el edificio: había un camión de mudanza. Sí, alguien estaba por ocupar 'el trece'.

¿Cuánto duraría esta vez? ¡Comenzaban las apuestas!

Tras los muebles y cajas grandes bastante sospechosas, un bien parecido chico pelinegro guiaba a los cargadores para que llevaran con cuidado sus preciadas posesiones. 'Hey, ¡ten más cuidado con eso!, si lo rompes lo pagas, estás advertido.'

A pesar de la desinteresada expresión que el recién llegado aparentaba, le parecía bastante extraño que todos, absolutamente todos estuvieran observándolo tras ventanas e incluso fuera de la puerta de sus respectivos hogares, con casual descaro.

La hazaña para finalmente meter todas las cosas a su nueva vivienda tomó quizá una hora. JungKook se echó a la incompleta cama y resopló; vaya cansancio. Cerró los ojos para disponerse a tomar una siesta bien merecida, cuando...

'Toc, toc, toc...'

-Ah... ¿y ahora qué?...- musitó con clara queja en la voz, pataleando un par de veces antes de ponerse de pie y abrir la puerta con la curiosidad disfrazando su disgusto. Parpadeó dos veces y miró alrededor porque... no, no había ni un alma allí afuera. Se rascó la nuca y entonces cayó en cuenta que había un sobre en el suelo. Lo tomó aún más desconcertado y al cerrar la puerta lo abrió. ¿Qué podría ser eso?...

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"Estimado vecino.

Antes que nada, quiero darle la bienvenida. Disculpe mi ausencia, pero no suelo abandonar mi departamento para nada que no sea obligación. No le ofrezco mi ayuda, tampoco porciones de azúcar y mucho menos comida, porque ni siquiera yo como tan seguido, pero... al menos le hago saber de mi existencia y le externo la gran invitación a:

1.- No hacer ruido.
2.- Ser muy limpio.
3.- No traer visitantes.

Con eso ambos estaremos muy en paz.

Gracias. Cuídese y... disfrute su estancia.

P.J."
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Los ojos del joven Jeon quedaron casi triangulares por tal comunicado. ¿Quién se creía aquél cretino para enviarle semejante escrito? Arrugó entonces la molesta carta y la lanzó a la basura. De nuevo se echó en el colchón cerrando los ojos para poder dormir como tanto deseaba.

Y sobre el vecino... lo dejaría disfrutar su último día en esa 'paz'.

***

Jimin estaba confiado. La carta que había enviado el día anterior le pareció tan buena idea que una tranquila sonrisa se asomó en sus labios mientras suspiraba. Esperaba tener suerte con ese recién llegado, aunque tampoco quería darle tanta importancia, como siempre.

.TRECE. [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora