Capítulo 1

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Volví a mirarme por quinta vez en el espejo. Me retoqué el nudo del pañuelo, revisé los puños de la camisa y me pasé la mano por el pelo. "Voy demasiado formal", pensé. Comencé a desvestirme mientras pensaba en qué otro conjunto de ropa iba a elegir. "No puedo ir muy arreglado ni demasiado informal. Debería buscar alguna cosa que me haga más joven sin parecer un crío. Joder, esto es demasiado complicado." En las otras citas había usado las prendas que mejor me sentaban. Excepto la primera vez, ya que no me había tomado en serio aquella salida. Repasé por sexta vez el armario. Pasé unas cuantas camisas y pantalones indeciso. Tampoco es que tuviera una gran cantidad de ropa. Sencillamente no había mucho donde elegir. Apoyé mi cabeza en la puerta del armario. "Tendría que haberme comprado un conjunto para hoy." Después de repasar el armario, finalmente elegí una camiseta negra interior de manga larga, una camisa blanca de manga corta y unos pantalones oscuros. Me peiné el cabello hacia atrás. "No, no me gusta." Volví a colocarlo como de costumbre. "Mejor." Cogí el pañuelo blanco que antes había descartado para atármelo en el cuello. Lo miré, arrugué el ceño y lo deseché. "Si me lo pongo, pareceré demasiado mayor. Este es uno de los mayores problemas de quedar con una mocosa." Busqué los zapatos de piel negros y me senté en la silla del escritorio para ponérmelos. Miré mi reloj de bolsillo, que estaba abierto sobre la mesa. "Tengo que salir ya o llegaré tarde." Observé las prendas descartadas que había dejado esparcidas por la habitación. "Mierda, tengo que recogerlo." Me puse a ello y terminé tan rápido como pude. Guardé el reloj en el bolsillo, cogí las llaves y la cartera, y salí de casa apresurado.

"No me gusta llegar tarde. Siempre he sido una persona puntual." Había quedado con la mocosa a la una en la fuente de la plaza principal para ir a comer. "Mierda", maldecí al comprobar la hora. "Llego tarde." Aceleré el paso. Mikasa siempre era puntual y un hombre no podía mantener en espera a una mujer. Aún ahora me sorprendía que se hubiese prendado de mí.

Hacía unos tres meses, la mocosa había entrado en mi despacho del cuartel de la legión de reconocimiento. Iba vestida con el uniforme y su preciada bufanda roja. Cerró la puerta a sus espaldas y se acercó para entregarme unos papeles. Yo estaba sentado en la silla rellenando algún estúpido informe para la policía militar. Mikasa tosió suavemente para captar mi atención.

—¿Me permite un momento, sargento Levi? Tengo algo que decirle.

—Adelante. —Sacudí la mano para indicarle que hablara mientras continuaba redactando aquel dichoso documento.

—Présteme atención de verdad. Míreme a los ojos —pidió ella. Dejé la pluma a un lado, entrecrucé los dedos y la miré a los ojos. La mocosa toqueteó su bufanda con los dedos. Parecía nerviosa—. Es algo personal.

—¿Y bien? ¿Qué es? Tienes toda mi atención, Ackerman

"Si es personal, tiene que ver con Eren", pensé. "¿Lo he castigado últimamente? Diría que no."

—Verá —bajó la mano que tocaba su bufanda y me lanzó una mirada llena de decisión—, usted me gusta. Me gustaría salir con usted. Tener una cita.

Así, sin más, lo había soltado. Y yo no supe qué pensar. Lo último que sabía de Ackerman era que me odiaba por maltratar a Eren y por pasar demasiado tiempo con él. O como mínimo, no le caía demasiado bien. A mis espaldas, y a la cara, me llamaba enano, maniático de la limpieza e imbécil. Éstos estaban entre sus insultos favoritos. Tardé un rato en entender qué me estaba diciendo. Aquella cría de diecisiete o dieciocho años acababa de declararse. A mí. No supe qué decir. Yo creía que aquella mocosa vivía por y para Eren.

—Este domingo no hay entrenamiento. ¿Le parece bien que salgamos? —Mikasa no había esperado una respuesta por mi parte, sólo había continuado con la conversación—. ¿Tiene algo que hacer?

Una cita esperada [Levi Mikasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora