Prólogo: Bienvenidos a los 69º juegos del hambre

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Haymtch POV

La primera vez que ví a Perquette fué en el desfile de los tributos. Los modistas no habían hecho un gran trabajo con ella. Iba vestida con una especie de mono hecho con cables que echaban pequeñas y peligrosas chispitas. Además, se habían encargado de encrespar su corta melena para que pareciera que se había electrocutado. No era nada impactante y, además, resultaba un tanto rídiculo. Si pasara a los anales de la historia no sería precisamente por ser la más bella de la cosecha.

A su compañero le habían vestido exactamente igual. Mono de cables, chispas peligrosas y pelo en punta. Parecían un par de críos asustados que habían chocado contra una valla de alta tensión. Pobres chicos, los profesionales se los iban a comer vivos. Seguramente no tendrían tiempo ni para salir del baño de sangre. Cómo los mios, que los seguían nueve carruajes más atrás, vestidos de mineros. Muy originales por parte de los modistas.

Tampoco importaba mucho. Cómo más rápido acabara mi trabajo aquí, más pronto volvería a casa. No es que pasara olímpicamente, pero mis tributos no tenían ni la mínima posibilidad de ganar. Cómo mucho durarían tres días en la arena antes de que los encontraran. Por su constitución delgada tan própia de la Veta se podría decir que sabían lo que era pasar días sin comer. Si conseguían esconderse y resistían el hambre, probablemente morían en manos de otros tributos al cabo de unos días. Solo si los vigilantes no decidían que debían acabar con ellos antes. 

-¿Qué es lo que veo señores? -la estridente voz de Caesar Flickerman retumbó por los altavoces del lugar-. Bonito gesto de la tributo del distrito tres, parece que ha captado bien el mensaje de la fraternidad entre los distritos, ¡eso si es una buena tributo! ¡La adorable chica del distrito tres, señores!

¿Fraternidad? ¿En los juegos? Y un cuerno. Miré hacia la calle para ver a que se refería. Todos los carruajes se encontraban prácticamente en frente de la plataforma donde les esperaba el presidente Snow. Sin embargo, en las pantallas no había una proyección del dictador esperando para iniciar su discurso; estaba la chica del tres arrodillada junto al tributo del cinco, que parecía haber caído de su carruaje. Se había llevado un buen golpe en la cabeza, que no paraba de sangrar. La joven tapaba la herida con la mano, la cual estaba completamente manchada, al igual que su mono de cables.

Poco después aparecieron unos cuantos pacifistas dispuestos a llevarse al joven en una camilla e indicaron a la chica amable que se fuera a su sitio. Obediente, se levantó para volver con su compañero. Justo en el momento en que recuperó su sito, el publico estalló en una gran ovación. Sorprendida, ella miró a todos lados para encontrarse proyectada en todas y cada una de las pantallas que mostraban a lo grande lo que estaba sucediendo en el desfile.

Abrumada recgió una de las flores que le lanzaron y la sujetó con fuerza. Seguidamente sonrió a la nada mientras las ovaciónes volvían a estallar. Aquella chica se había ganado el corazón de todos aquellos que disfrutarían verla morir. 

Prequette's POV

-¿Que ha sido eso? -preguntó enfadado Lesterr-. ¿Sabes que acabas de conseguir con tu bonito gesto? Todas las cámaras van a estar encima nuestro. Ya puedes hacerlo mal en la sesión con los jueces.

Lo ignoré mientras mi estilista me ayudaba a bajar del carruaje, con cuidado de que una de las chispas que salían de mi mono no le diera en la cara.

-No lo sé, ¿vale? -refunfuñé-. Simplemente lo vi tambalearse y bajé corriendo. No pude evitarlo -me exusé-. Se parecía a Hunter, me recordó a aquella vez que se cayó de la valla de la Vieja.

Me estremecí al recordar aquel día. La cabeza ensangrentada de mi amigo y mis intentos desesperados para hacer que se moviera de una maldita vez. Habíamos ido a jugar a la Vieja, la antigua fabrica del distrito tres donde solíamos ir a pasarlo bien después del colegio. Estaba llena de aparatejos que no se usaban des de hacía casi cincuenta años y nos gustaba desmontarlos y formar nuevos por simple diversión. Yo nunca había sido realmente buena con la mecánica y la tecnología, a pesar de ser del tres, así que simplemente iba allí para observar a mis compañeros e imitarlos para intentar ser un poco menos inútil.

La oculta historia de HaymitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora