Volviendo a casa

399 20 1
                                    

El mejor día de la gira es el que regreso al distrito 3. Llegamos tarde, Glandis se ha entretenido en el Capitolio despidiéndose de sus amistades más cercanas, aunque mañana por la mañana ya estará allí. Así que por culpa de nuestro escolta el tren llega a la estación casi dos horas tarde. Aún así, una vez en el distrito, todos nos reciben con una gran ovación. Una vez fuera del tren la alcaldesa me saluda con un fuerte apretón de manos, justo antes que su familia. 

Toda la gente del distrito ha venido a recibirme, incluso los que no lo hicieron el día que volví de los juegos. No es de extrañar, hoy hay una cena para todo el distrito y parece que hay mucha mas gente contenta de verme. Tampoco es algo que deba molestarme, yo habría hecho lo mismo. Wiress fué la última vencedora de los juegos y de eso hace ya años, yo aún no había ni nacido. Una cena cómo la de hoy es una ocasión increíblemente especial.

Justo detrás de mi salen mi mentor, escolta y estilistas. Lo dos últimos se muestra abrumados por toda la gente que ha asistido a recibirnos, y no paran de sonreír y saludar al publico. Beetee, en cambio, simplemente se mantiene a mi derecha cauto, sin siquiera saludar.

Después de dar dos besos a los jóvenes nietos de la alcaldesa me dispongo a buscar a mi familia entre el gentío que hay reunido. En nada encuentro a Hunter, pràcticamente en primera fila. Cómo va en silla de ruedas ocupa mucho más espacio que el resto de personas y se le distingue fácilmente. No lo pienso dos veces antes de salir corriendo hacia él. 

Detrás de mí hay un par de guardias de a paz que me intentan coger, enfadados por salir de sus filas, pero no tienen tiempo de atraparme. En menos de unos segundos ya estoy ante él y me lanzo a sus brazos sin pensar en como mi peso puede hacerle daño. Del impulso, la silla se va hacia atrás y choca con una persona. El quejido de Jeed me sorprende, no me había dado cuenta de que estaba detrás de Hunter, pero no pierdo el tiempo e intento levantarme para saludarle como se merece y disculparme por haberle hecho daño.

Sin embargo no puedo, los brazos de Hunter me apresan y sin darme cuenta nos fundimos en un apasionado beso. Por primera vez no me importa que haya tanta gente a mi alrededor, estoy contenta de haber llegada a casa después de dos larguíssimas semanas. Aprecio los brazos de Hunter, que me apresan y a boca demandante que parece no quererse separar de mi jamás. A mi alrededor noto los focos de las cámaras y los agentes de la paz que se posan alrededor nuestro para separarnos del resto del público.

-Dios, cuanto te he hachado de menos -susurra Hunter cuando nos separamos-. No quiero que vuelvas a estar tanto tiempo lejos de mí.

Y nos volvemos a fundir en un beso. Prácticamente puedo oír los suspiros de la gente del Capitolio, que están en sus casas viendo la transmisión en directo de mi llegada. Esta vez, pero, és más corto. Hunter me suelta y me ayuda a levantar mientras saludo a mi hermano. Éste sonríe y me agarra del brazo para llevarme con mis padres, que se encuentran un par de metros más lejos, junto a los padres de Lesterr. Los besos y abrazos corren por doquier, incluso recibo algún que otro apretón de gente de mi distrito que hasta hace poco no sabía ni de mi existencia.

Finalmente saludo educadamente a los padres de Lesterr ante miles de cámaras que nos enfocan. Se hace silencio mientras presento mis respetos a la familia. Ya es duro saludar a los familiares de las víctimas de los juegos, y aún así resulta una ocasión formal en que a penas nos miramos a los ojos. Sin embargo, es mucho peor cuando conoces al tributo caído, cuando has crecido con él. 

Cada vez que miro a los ojos a Lynda veo en ellos los días que nos escapábamos junto a su hermano a la Vieja. Cómo corríamos por los pasillos vacíos y recolectábamos piezas de la vieja maquinaria. No puedo resistir darle un fuerte abrazo y esconder mis lágrimas entre el largo y espeso pelo de mi amiga.

La oculta historia de HaymitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora