01.

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Capitulo 01:

— ¡Fox, llegas tarde! —asiento distraídamente dejando mi bolso de gimnasio en un banco, empiezo a atar mejor los cordones de mis zapatos y me quito la chaqueta para quedar en mi sostén deportivo mientras tarareo la canción que se reproduce en mis auriculares.

Hay algo en tu corazón
Y está en tus ojos
Es el fuego, dentro de ti
Déjalo quemar.
No dijiste buena suerte
Dijiste 'no te rindas'
Es el fuego, dentro de ti
Déjalo quemar.

Ignoro todo a mí alrededor mientras busco una colchoneta y empiezo a hacer la rutina de ejercicios que ya me sé de memoria, de hecho tengo todo un playlist hecho específicamente para el calentamiento. Paso los próximos treinta minutos estirándome, haciendo flexiones, sentadillas, planchas y saltando un poco la cuerda. Casi sin aliento vuelvo al banco donde deje mi bolso por algo de agua.

Nunca mostré signos de fatiga o de estar cansado
Porque soy la definición de la tragedia alcanzando el triunfo
Es David y Goliat, lo hice igual.

Veo unas manos tomar las vendas que acababa de sacar de mi bolso y le sonrió a mi enorme y guapo entrenador antes de jalar los auriculares de mis oídos.

—Hola jefe —él rueda los ojos y me hace levantarme y poner las manos con las palmas hacia abajo.

— ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames jefe? —Responde con esa gruesa voz que me hace suspirar un poco mientras empieza a vendar mis manos — ¿Por qué llegaste tarde?

—Porque acabo de terminar mi curso de control de ira y como era el último día nos alargamos un poco más de lo habitual —me encogí de hombros y entonces él me sonrió y debo decir que era impresionante porque en los tres meses que tengo aquí pocas veces lo he visto sonreír, él dice que es porque debe ser severo con los que entrena pero a mí no me engaña porque a veces lo veo volverse todo dulce con su esposa, una mujer muy bonita que a veces viene con un niño como de seis o siete años y una bebé en brazos, lo digo en serio, el totalmente se vuelve de azúcar.

—Felicidades —dice y yo sonrió, admito que tampoco se me da muy bien eso de sonreír mucho pero con él es fácil, tiene esa cara de un tipo amable aunque a simple vista su tamaño y sus tatuajes te intimidan, aunque a mí personalmente me intimida más que es el es campeón mundial de peso ligero en el mundo, eso es algo impresionante.

—Gracias, Alex —sonrió y él se mueve para alcanzar mis pequeños guantes rosas y ayudarme a ponérmelos, y digo pequeños porque parecen de juguete en sus manos —La verdad pienso que todo está mejorando poco a poco.

—Eso es bueno —asentí porque Alex es uno de los pocos que sabe toda mi historia y la sabe porque cuando empecé a entrenar aquí en su gimnasio tuve un tiempo duro sacando toda la frustración y el enojo de mi cuerpo, él como una persona que sabe lo que es estar en ese punto de enojo, me ayudó a canalizar mi ira y a sentirme mejor. Era mi héroe.

—Sin embargo aún tengo arresto domiciliario pero Morales dijo que me dejará seguir viniendo aquí —él asintió guiándome hasta una de las colchonetas esparcidas en un rincón del gimnasio, tomó los guantes con soportes y levantó los brazos para que empezara a golpear.

— ¿Por qué no está pegado a tu culo como siempre? —di golpes con ambas manos entrenado en calor.

—Dijo que confía lo suficiente en mi —él lanzó un golpe con la derecha que esquivé y devolví con la izquierda pero volvió a hacerlo y no pude esquivarlo por lo que me golpeó el hombro.

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2022 ⏰

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Una dama y un vagabundo (PAUSADA) Guardaespaldas #0.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora