Promesas

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"La vida está llena de espinas, y no conozco otro remedio que cultivar tu propio jardín".

- Voltaire, carta a Pierre-Joseph Luneau de Boisjermain (21 de octubre de 1769)


Nunca me gustaron las promesas, porque las personas tienden a romperlas.

A veces las personas no dicen explícitamente, "te lo prometo" pero hay promesas que no las requieren.

Por ejemplo, cuando un niño dice que se portara bien, no dice "lo prometo" pero el peso de sus palabras implica una promesa.

El niño promete que lo hará, pero inevitablemente no podrá cumplirlo.

O cuando un padre dice que pasará más tiempo con su hijo, pero él sabe que no podrá, que tiene trabajar o se inventará algo para faltar.

O cuando dice que será más amable, que será más considerado.

O cuando una madre le dice a su hijo que lo ama, intrínsecamente le está prometiendo que lo amara siempre. Que nunca le haría daño y que siempre velaría por su seguridad.

Tarde o temprano todos rompen sus promesas y olvidan, a veces por conveniencia, el peso de sus palabras, lo que causan en la otra persona y simplemente van anunciando promesa tras promesa sin tener ni una pizca de compromiso.

Nadie es confiable, es lo que aprendí a lo largo de mi vida.

Tarde o temprano, en algún momento, todos te dan la espalda.

Por eso, desde que una promesa más se rompió en mi vida dejando su marca permanente en mi rostro, he decidido dos cosas:

La primera, jamás usaré mi lado izquierdo, aquel que le desgració la vida a mi madre y la llevo a su fragilidad mental.

Y segundo, jamás estableceré lazos con nadie porque nadie es plenamente confiable. Nadie cumple con sus promesas.

He vivido toda mi vida siguiendo esos estatutos impuestos por mí mismo. La soledad nunca fue un problema para mí que valoro el silencio y la tranquilidad. Nada tendría por qué cambiar al ingresar a U.A.

Nada.

Pero lo hizo.

Intenté con todas mis fuerzas enfocarme en mí, en lo que quería demostrarle a mi padre y en cómo conseguiría ser un héroe solo apoyándome en el kosei de mi madre. Su enojo era mi placer. Así que cuando se anunció el festival deportivo sabia hacia dónde apuntaba.

Encontré a la persona perfecta para demostrarle que solo con mi lado derecho soy capaz de vencer lo que sea, encontré al que yo asumía era el hijo secreto de All Might.

En ese momento no tenía idea de cuan equivocado estaba.

Aunque con los años también entendería que no lo estaba del todo.

Y cometí el primer error.

Te encontré a ti, Midoriya Izuku y te conté mis motivos para vencerte.

No era necesario, pero me sentía obligado a explicarte mis razones, a que respondieras a mi duelo y que pelearas usando todo de ti porque yo te vencería solo con mi lado derecho. Aunque eso era solo parte de la verdad.

Había algo en ti, algo que me transmitía confianza. Algo que me decía que eras más de lo que se ve a simple vista. Tal vez era tu kosei, en como Bakugo se enfadó en sobremanera al verte usarlo, aclamando que eras un "mukosei"o tal vez el modo en que poco a poco mostrabas tus habilidades. No estoy seguro, pero en ese momento no era importante, lo importante era vencerte.

Lo que siento por ti es... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora