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Abro los ojos y lo primero que veo es mi escritorio. Una hoja de tarea que no había acabado anoche reposa sobre ella. Ahora está completa, porque había decidido despertar temprano para terminarlo. No es que tuviera muchas opciones. Si no entregaba esa hoja, estaba frito.

Escucho una voz a mis espaldas llamando a los niños a desayunar y por el ventanal frente a mi escritorio, los veo salir de sus camas y vestirse, porque el ventanal de su habitación tiene vista, como el mío, a la alberca interior de la familia, la cual está cubierta de hojas ahora, porque el otoño ha llegado a Ujangsan.

En realidad el escritorio no es mío. Yo ni siquiera soy parte de esta familia. Estoy de visita, podría decirse. No tengo padres y mi hermana está desaparecida, así que ellos me dan asilo mientras termino mis estudios, y a ellos el gobierno les paga por tenerme aquí. Pero los tres hijos, ninguno mayor de 12, me detestan, y nunca he visto a la madre. El padre es el único con el que tengo oportunidad de charlar de vez en cuando. Me trata como si fuera su hijo. Creo que ha tenido problemas por eso con su esposa.

Los tres niños salen corriendo de su habitación, dejando sus literas destendidas y yo  me encojo un poco sobre mi asiento. Ellos se sientan en la mesita infantil que, curiosamente, está justo detrás del escritorio. El niño 1 me llama marica, mientras el 2 se ríe y le confiesa que me vio levantarme temprano para terminar mis tareas. Entonces el niño 3 me llama marica y nerd y todos ellos se ríen. En realidad ya no me afectan. Pareciera que en esta ciudad todos creyeran que soy homosexual, y yo me pregunto si alguna vez les he dado motivos para creerlo.

—Ey, dejen a BaekHyun en paz—. El padre, MinSeok, les manda callar ofreciéndoles una mirada penetrante, mientras que a mí me ve con un poco de pena y una pequeña sonrisa a modo de disculpa a la vez que me entrega un plato hondo con lo que parece ser el desayuno. Yo lo sostengo en la izquierda, mientras hago a un lado la hoja de mi tarea con la derecha y después empiezo a comer. Y al terminar, me levanto tomando mis cosas, recordando meter mi tarea a mi portafolios, y salgo a la calle para ir al colegio.

Afuera, el clima es agradable como sólo puede estarlo en Ujangsan. Hace sol, pero también hace un aire suave que me mueve los cabellos un poco y que se mete por los puños de mi chaqueta tipo universitaria de mangas amarillas, causándome unos ligeros escalofríos.

No voy tarde al colegio, pero me gustaría llegar temprano y descansar un poco en el camino, así que me paro en la orilla de la acera, a un par de metros de la estación del subterráneo. Veo cómo un tipo detiene un taxi cerca de mí y me hace señas para que me suba, pero no soy imbécil. El taxista y el tipo son amigos y se dedican a estafar personas: las suben al auto, las dejan en lugares desconocidos y se roban todas sus pertenencias. Ya una vez me dejaron sin dinero en un barrio que aún no logro identificar. Así que declino, pero él insiste y al volver a negarme, se sube al auto para ir tras mí. Entonces hago uso de mi poca agilidad y huyo. Me adentro en el subterráneo, compro 4 boletos, y viajo.

🍃🍂

Al salir del colegio, algunos compañeros insinúan ir a algún lugar para comer, sin embargo declino y les digo que debo ir a casa porque MinSeok quiere que le ayude a cocinar. Pero no tomo el subterráneo ni camino en dirección a lo que yo llamaría "mi albergue". Camino demasiado, cerca de una hora. Y por fin llego a una casa pequeña ubicada en una zona muy poco concurrida, lo cuál es medio raro teniendo en cuenta en dónde estoy. De todos modos, me acerco, toco la puerta, y esta se abre con cuidado, dejando apenas ver unos ojos marrones cubiertos de  una mata corta de pelo rojizo. Los ojos me escanean rápidamente y su dueña me toma de la muñeca para obligarme a entrar jalándome con fuerza. Mi hombro choca con la puerta, pero el dolor es soportable así que no me quejo.

Adentro hace frío y está oscuro, sin embargo puedo ver la sala y ciertas partes de la cocina gracias a los pocos rayos de luz que se filtran por entre las persianas. Escucho la puerta ser cerrada con todos los seguros que puede tener una puerta y por fin la mujer que me dejó entrar, me mira. Y me abraza con fuerza.

—Gracias por venir a almorzar con nosotras, BaekHyun—. Dice mi hermana y se aleja de mí, tomándome por los hombros y viéndome directo a los ojos.

—Gracias a ustedes, por invitarme.

—Oh, siempre serás bienvenido en nuestra pequeña casa, no te preocupes—. Dice su novia de forma amable mientras pone un florero sobre la mesa y luego me abraza también.

Mi hermana no estaba desaparecida. Ella es mayor por diez años, pero a los ojos de la autoridad, ella no sirve como tutor porque tiene novia hace mucho. Ellas son más estables que muchas de las familias con las que he estado, y sin embargo no puedo relacionarme con ellas. Lo tengo prohibido, incluso. Pero no nos importa y nos vemos seguido. En secreto.

Ellas cocinaron pasta, porque saben que me encanta. Como dos platos mientras hablamos de trivialidades. Me preguntan si he pensado qué voy a estudiar porque es mi último año del bachillerato y pronto va a acabar. Les digo que aún no sé nada, y que un año sabático me gustaría mucho. Y entonces ellas sueltan la bomba y me comunican que van a dejar Seúl.

—¿Se van a Busán?— Pregunto inocentemente, pero mi corazón va rápido y supone que no se referían a eso.

—En realidad nos irémos a América. Quizá a Canadá, porque allá amarnos no es ilegal. Nos vamos en dos semanas—. Dice mi cuñada, apenada.

—Te llevaríamos con nosotras, pero...

—Yo sé, yo sé.— Interrumpo a mi hermana.— Lo entiendo. Y realmente deseo que sean felices. Deberán proporcionarme su nueva dirección porque no podré ir a dejarlas al aeropuerto, pero sí quiero visitarlas. Algún día.

Me sirven el postre. Y más tarde, cuando digo que es hora de regresar con la familia que me acoje, me regalan un recipiente hermético con brownies dentro.

Camino todo el trayecto a mi colegio y luego me meto al subterraneo. De camino, me entran muchas ganas de llorar porque mi hermana y su novia son mi familia, pero yo no puedo ir con ellas. Sin embargo, no dejo de estar feliz. Por fin van a ser libres. Van a poder tomarse de las manos sin que quieran matarlas por algo tan bonito como el amor. Y me río mientras me seco una lágrima que logró escapar porque es irónico que a mí me hagan burla por una orientación sexual que yo no tengo.

Me bajo en mi estación y apresuro el paso para llegar a casa porque ya son más de las siete de la noche. Abro la puerta de la casa con precaución y entro en silencio. O intento. MinSeok, sentado en la sala viendo la tv a oscuras, se voltea inmediatamente y casi suspira aliviado cuando me ve.

—¿Dónde estabas?— pregunta. Se para de su sillón y llega de tres zancadas justo frente a mí.

—Sólo... fui por ahí. Con unos amigos—. Respondo y él suspira de nuevo, más calmado, y se pasa las manos por la cara.

—Mi esposa no ha llegado. Afortunadamente. Los niños no han salido de su cuarto en todo el día.

Después de eso me sirve de cenar y mientras muevo los fideos de mi bowl sentado en el comedor, él se sienta frente a mí y me ve sorber con sus manos entrelazadas y expresión pensativa.

—¿Qué tiene de malo que llegue después que tu esposa?— Pregunto y él piensa un momento antes de responder.

—No sé. Sería raro. EunHa es un poco estricta y no le agradas mucho.— Suspira de nuevo y yo pienso que su esposa tiene un nombre muy bonito.— ¿Cómo estuvo tu mañana?

—No te preocupes.— Me levanto y dejo mi plato en la lavavajillas. MinSeok se levanta también y me sigue.— Sé que no le agrado y está bien.

—Bueno. Iré a ducharme y luego a la cama. Supongo que irás a la cama también.— Asiento y me doy la vuelta pero entonces me regreso y le tomo la mano. MinSeok se sorprende un poco, en especial porque le beso los nudillos, sonrío y digo:

—Mi mañana, como tú, estuvo muy bonita.

Y si no me hubiera dado la vuelta, seguro habría visto a MinSeok sonrojarse. Pero yo mismo estoy muy rojo porque no me esperaba decir algo así, menos a un hombre.

Por la madrugada, cuando ya todos duermen, yo doy vueltas en la cama improvisada debajo de mi escritorio, porque EunHa no dejó que MinSeok me proporcionara una propia, y me tallo los ojos. Por ese tipo de comentarios y acciones piensan que soy gay. El corazón me late rápido. Quizá lo sea.

Muerdo un brownie sacado del recipiente de mi mochila. Sabe a hogar. Apuro mis acciones porque EunHa suele levantarse en la madrugada a inspeccionar la casa. Incluso me como las migajas que caen sobre el suelo de madera, sin asco. Y me duermo después.

Las hojas de Ujangsan [XIUBAEK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora