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Los jueves salgo del colegio un poco más temprano. Normalmente, cuando llego a casa, los niños están haciendo desastre porque eligieron justo ese día para comportarse como locos. Pero llego y MinSeok está sentado en su sofá y la casa está casi en silencio, interrumpido por el ruido del televisor.

—¿Y los niños?— Pregunto con cautela. MinSeok me mira, se ve impotente.

—EunHa los inscribió a clases de soccer. Sugerí que podía llevarlos yo pero ella quiere tener este día de actividad con ellos. Es un poco triste. Yo amo el soccer y ella lo sabe.

—Ah.

Me dirijo al escritorio y dejo mi mochila sobre la silla, revisando sus bolsillos para buscar basura que pudiera haber dejado ahí y en el camino, encuentro, en uno de los bolsillos más pequeños, una nota. "Por si quieres venir después de nuestra partida", dice la nota. Y adjunta la llave de la casa de mi hermana. Definitivamente voy a ir.

Arrugo la nota, pero la vuelvo a dejar en la mochila y escondo la llave en mi mano. MinSeok no se ha percatado de lo que hago y de cierta forma me reconforta. Aunque deduzco que él no me juzgaría por tener secretos, escondo todo porque siento como si EunHa tuviera la casa vigilada 24/7. Meto la llave al bolsillo derecho de mi chaqueta tipo universitaria porque no puedo ponerla en mi llavero, pues se queda en un platito a un lado de la puerta de entrada y los niños son muy curiosos. Me da pánico que pudieran decirle a su madre, aunque nunca me ha confrontado.

Camino a la entrada, tomo mi llavero y antes de que pueda salir, MinSeok me intercepta.

—¿BaekHyun?— Llama desde su asiento.— ¿A dónde vas?— Yo retiro la mano del picaporte y me giro hacia él. Me tomo mi tiempo para responder, queriendo buscar una excusa.

—Todos los jueves salgo a caminar por un par de horas mientras tú intentas calmar a tus hijos.— Digo y no es del todo mentira.— Hoy ellos no están, pero yo igual quiero caminar.

MinSeok asiente una vez y regresa la mirada al televisor. Yo cruzo el umbral y me detengo afuera a respirar profundo, como siempre. Inicio mi caminata, dirijiéndome a la derecha en vez de ir a la izquierda como suelo hacer y escondo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta. El subterraneo no me queda lejos, estoy casi sintiéndolo, cuando escucho pasos apresurados detrás de mí y al girar la cabeza, veo a MinSeok aproximándose. Detengo mis pasos por necesidad, pues siento que las piernas me fallan, y giro el cuerpo por completo hacia él.

—MinSeok—. Digo intentando que no me tiemble la voz.

—¿Te molesta si te acompaño? Estar solo en casa es aburrido y creo que un poco de aire me va a hacer bien—. Dice mientras me alcanza. Yo sonrío, amable.

—No hay problema—. Respondo calmado, pero internamente me quiero morir y, en secreto, aprieto fuerte la llave de la casa de mi hermana. Sin embargo, empiezo a caminar. Esta vez a la izquierda.

—Pero... si de allá venimos—. Dice MinSeok confundido mientras empieza a caminar lentamente. Yo pienso en una excusa rápida.

—Quería pasar al 7Eleven antes y comprar dulces, pero mejor sólo vamos a caminar. Debo dejar el azúcar, de todos modos.

MinSeok no dice nada más y sigue mis pasos, mirando a todos lados como si por fin se diera cuenta de cómo es el lugar donde vive. Yo respiro e intento convencerme de que no es tan malo llevar compañía. A medio camino, me relajo, y en menos de lo pensado, estamos frente la Universidad Coreana Politécnica 1, campus Gangseo.

Entramos por la universidad y rodeamos hasta llegar al parque que hay detrás. Mi cuerpo se mueve de forma natural y fluída, pues conoce el camino de memoria. Pero me obligo a detenerme cuando veo que MinSeok no va a mi lado. Se ha rezagado un poco.

—¿Caminas todo esto?— Pregunta con la voz casi apagada, intentando recuperar el aire.

—No considero que sea mucha distancia a casa...

—Quizá no lo sea, pero vas muy rápido y yo soy un poco viejo—. Me río quedo y espero a que MinSeok recupere el aire. Cuando empezamos a caminar de nuevo, yo ralentizo mi paso y decido tomar otra ruta: más corta y sin tantos altibajos. Mi acompañante lo agradece en silencio.

—No eres viejo.— Digo después de tanto.— Sólo necesitas más ejercicio.

—Ah, no puedo hacerlo. Tengo problemas en el corazón.

—¿Por eso no trabajas?— Pregunto girando la cabeza hacia él. MinSeok asiente.

—Enfermé casi al mismo tiempo que JongDae nacía. Afortunadamente teníamos ahorros y pudimos pagarlo todo, pero EunHa no quería que nuestros fondos se terminaran. Así que ella consiguió empleo en una oficina y no me dejó volver a mi empleo. Desde entonces me dedico al hogar. Pero es igual de cansado que trabajar en una construcción.— Ríe quedito y yo asiento.

Luego nos invade un silencio cómodo. Como es otoño, los árboles están teñidos casi en su totalidad de naranja, y me hace recordar lo bello que era Naejangsan. Me imagino que MinSeok piensa lo mismo. Y mientras pasamos por el camino marcado, rodeando unos baños públicos, frunzo el ceño.

—Esto... es como un dejavú. Nunca había estado en esta parte del parque, pero tengo recuerdos de aquí. Esto ya lo había soñado—. Digo más para mí.

—¿Y era bonito?— Pregunta MinSeok casi en un susurro. Volteo a verlo y él me mira de vuelta.— El sueño, digo.

—Era hermoso—. Respondo, pero no estoy viendo al parque, a las hojas. Estoy viendo a MinSeok y él me ve a mí. Sus ojos brillan y tiene una sonrisa ligera en su juvenil rostro. Me contagia su sonrisa.

Desviámos la vista del otro y seguimos caminando, sin embargo nos atrevemos a acercarnos hasta que nuestros brazos están casi tocándose y, cuidando que nadie nos vea, acariciamos esporádicamente los dedos del otro.

Al siguiente jueves, le cuento mi plan recién elaborado de estudiar contaduría, porque no se me ocurre nada más. MinSeok dice: "EunHa estudió eso".

Y a la siguiente semana, le confieso el paradero de mi hermana y la razón por la que no me es permitido estar con ella. Él me pasa un brazo por los hombros y se acerca para susurrarme en el oído "No diré nada, lo juro". Me río suave y él ríe también. Poco después me suelta y seguimos caminando, las sonrisas sinceras en nuestros rostros.

Llegamos a casa a la misma hora de siempre, pero el otoño hace que la casa se vea más oscura. Nos reímos de una anécdota sobre la infancia de MinSeok. Sin embargo al llegar a la cocina, de su habitación sale EunHa. Todas las luces están apagadas menos la que está detrás de ella, así que no puedo verle la cara. Su marido no quita la sonrisa cuando se gira a verla y le pregunta si quiere cenar. Yo me siento en el escritorio y termino mis tareas mientras ellos comen. Durante todo ese tiempo, siento la mirada de EunHa a mi espalda. Penetrante.

Más tarde, cuando ya me acosté a dormir, los oigo hablar en su cuarto y la conversación es un poco más ruidosa de lo normal. Finjo estar dormido mientras ellos salen y continúan hablando frente a la piscina de la familia. Quiero escuchar la conversación, pero casi no entiendo nada y esta vez EunHa ha tenido la decencia de cerrar la puerta, así que termino cediendo al sueño profundo, envuelto en el calor de las mantas que me han sido prestadas.

Las hojas de Ujangsan [XIUBAEK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora