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Joel nunca más volvió a hablar con su padre, desde que le dijo que era gay su padre no había vuelto a dirigirle la palabra, en un principio el rizado intento todo para ganarse el cariño de su padre, o al menos una mirada, pero no, nada de eso pasó.

En cambio, se volvió muy cercano a Erick, siempre lo llamaba a su oficina y hablaban, él le decía a su pequeño que de grande sería un gran hombre, que seguiría el negocio familiar, que tendría una bella esposa con unos hermosos niños. Prácticamente, le planeo su vida completamente, solo faltaba que arreglará su matrimonio.

Le hablaba mal de los gays, le decía constantemente que los gay estaban enfermos y que eran cosas del demonio, pero Erick a pesar de ser pequeño, seguía fiel a su pensamiento de que amor era amor sin importar nada. Amaba a su hermano y lo que le dijera su padre no lo cambiaría...

Mientras que su padre se enorgullecia de Erick y lo molaba con regalos caros, Joel rogaba por una mirada.

Se sentía como cuando era pequeño y le habían quitado a su héroe, a ese hombre que le alegraba los días que todo lo podía solucionar. Solo que esta vez, no culpaba a Erick, y mucho menos lo odiaba.

Erick era su bebé, su regalón, era a su todo y a quien más quería en el mundo. Jamás podría odiarlo...

Había pasado un mes desde aquel incidente, Erick aún no le contaba a Joel donde estuvo ese día, pero Joel tampoco lo recordaba.

Y tal como habían prometido, Joel no le contó a su madre y Erick no había vuelto a llegar tarde a casa. Aún así, habían días, como los lunes y miercoles, en los que Joel no sabía a que hora llegaba su hermano ya que salía más tarde que él. Pero siempre que salía tarde Erick ya estaba en casa...

Hoy, era lunes, y Joel odiaba los lunes.

¿Cuál era la necesidad de comenzar la semana? Para ir al instituto donde su primera clase era matemática, yupi.

Además era el día en que salía más tarde, tan solo 30 minutos antes que su madre.

No los tolera, odia los lunes, y este lunes no comenzó bien, se quedó dormido, Erick no lo había despertado, gracias, Erick.

El día transcurrió aburrido y lento, y para el colmó llegó tarde al almuerzo y para cuando llegó solo quedaba lo a que a nadie le gustaba.

Pero no terminó ahí, olvidó su dinero en casa y tuvo que caminar con una lluvia torrencial llegando a casa completamente empapado y hambriento. Su día no podía ser peor.

-Erick, ya llegué... ¿Erick?

Las luces estaban apagadas y no se escucha nada... Quizás esta dormido.

-¿Erick?- subió hasta su habitación y no estaba jugando play ni en su cama.

Joel comenzó a llamarlo y corrió la cortina de su cama para tenderse ya que era obvio que Erick no estaba en casa así que no conseguiría nada en moverse por la casa desesperado.

Lo que no esperaba es que al mover la cortina de su cama se encontraría con un sorpresa no muy agradable...

Joel no podía creer lo que sus ojos veían, no quería creerlo. Mierda, debía de estar viendo eso.

Sintió unas horribles ganas de vomitar, se sentía mareado e inestable.

No, no permitiría que esto le afectara su salud, respiro hondo y soltó un gran suspiro.

Erick durmiendo en su cama, sus brazos rodeando a una chica por la cintura.

Erick. Su bebé.

Abrazando a una chica. Por la cintura.

En SU cama.

No, no en la de Erick.

En la suya.

Otro sentimiento se alojó en su interior, ahora era de furia y frustración, solo que esta vez no podría controlarse.

Su manos se cerraron en puños, su mandíbula se tenso y sintió como la sangre subía por su cuello.

No, esta vez no podría controlarse, iba a acabar mal...

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2018 ⏰

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Hermanastros {JOERICK}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora