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Todos en la ciudad me trataban con un extraño, después de haber vivido toda mi vida aquí ¿En verdad creían que podría ser tan malvado? ¡Nadie nace siendo malvado! Incluso Lucifer fue un ángel caído, pero creo que uno se vuelve malo cuando se deja envolver por llamas. Aunque, nada de eso me importaba en realidad, sólo él.

— ¿Estás excitado? — preguntó con aquella dulzura en su voz. Amaba esa parte de él, siendo tierno y sexy a la vez.

—Estoy calentando— escuchar su risa fue lo más lindo en todo el mundo, más que cualquier cosa, él se volvía aún más perfecto cuando sonreía.
No pude evitar alcanzar su cuello y besarlo al segundo que él ladea su cabeza para poder reírse a gusto. —Te voy amar toda mi vida, Jimin.

Mini, como solía decirle, se levantó recargado de su codo y malamente yo me tuve que separar de sus labios y verle a la cara. —Ámame solo resto de la mía. — y me besó.

Todo es maravilloso estando a su lado, él era la única cosa en el mundo que me importaba; era mi inspiración, mi edén siendo así lo más perfecto y cálido en donde siempre me podía refugiar, pero todo terminó aquel día.

      

                                               ↪

Desperté tirado en el suelo de mi pequeño apartamento, la botella en mi mano rodó lejos hasta encontrar un calcetín sucio debajo de la alacena.
La resaca que tenía estaba mejor que otros días, últimamente no me estaba causando tanto efecto ¿Debería de probar más cosas? Qué más da.

Me levanté con mucho cuidado, la verdad era que, mis movimientos no eran tan ágiles estando aún intoxicado de alcohol, así que me apoyé de la mesa cercana a la ventana y donde tenía mi pequeño estéreo viejo. Música no estaría mal.

Y sonó la canción, la canción que últimamente pongo porque es la única que me trae tantos recuerdos y me hace sentir tranquilo.
Le subí al volumen y me asomé ligeramente por la ventana ¡Oh, ahí estaban de nuevo! Reporteros, vecinos, toda la ciudad fuera de mi casa y lo cierto es que te acostumbras a la constante agresión de las personas, yo estaba tratando de dar lo mejor de mí.

Cerré los ojos e ignoré los gritos de la gente, aumente el volumen a la música y soñé despierto. Soñé con aquellos días en los que él me bailaba tan sensualmente la misma canción cubierto con una tela demasiado fina en la que yo alcanzaba a ver con claridad cada parte de su cuerpo.

Jimin siempre se ponía contra la ventana de nuestro escondite y ahí bailaba en donde le pudiera dar el sol e iluminar su rostro y partes del cuerpo tan perfecto que tenía. Jimin era bello, demasiado atractivo para ser verdad y no era el único que lo tenía en ese concepto porque su belleza no sólo se quedaba conmigo sino que todos podían admirar lo hermoso que era con su piel apiñonada, su cuerpo un tanto robusto, pero con sus curvas definidas perfectamente. Su cabello castaño suave como algodón, sus labios hinchados carmesí y aquellos diminutos ojos cafés claros que mataban cuando te veía y sonreía.

Nadie podía negar la suerte que tenía al estar con él.

Desperté de mi glorioso sueño, abrí los ojos y ellos seguían ahí, gritando. Dejé que la cortina tapara y así  como estaba recién levantado, busqué mi chamarra y las llaves del auto. Rápidamente, ya tenía los zapatos puestos y las llaves de la casa en mano junto con mi cartera en el bolsillo derecho de atrás, di el último suspiro y salí de mi casa.

La gente con sus carteles gritaban: ¡fuera, no te queremos aquí!, ¡Asesino! y los reporteros me arrollaron con preguntas: ¿Cómo te sientes de saber que tarde o temprano te vas a ir a la cárcel?, ¿Qué motivo poderoso fue el que te empujó hacerlo?, ¿Acaso no lo amabas? Y esa fue la pregunta que me hizo detener a unos pasos de mi carro.

Liibera tus demonios «Yoonmin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora